“Es una catástrofe": hay más de 300 personas viviendo en las calles de Neuquén
Mientras Neuquén se sumerge en un auge de desarrollo impulsado por inversiones petroleras, un panorama desolador se despliega en las calles de su capital. El número de personas sin hogar se ha triplicado en pocos meses. Familias enteras, mujeres embarazadas y niños ahora luchan por sobrevivir a la intemperie, buscando refugio debajo de puentes y en carpas improvisadas. Ante esta situación crítica, las organizaciones no gubernamentales se enfrentan al desafío de brindar asistencia y distribuir viandas durante las noches.
Los primeros fríos y lluvias del otoño ponen en evidencia la difícil situación que se vive en las calles de la ciudad de Neuquén, donde ha crecido exponencialmente el número de personas que no tienen un techo. Según Rubén Lezcano, integrante de la Red Solidaria Neuquén, "habíamos referenciado cerca de 128 personas, pero lo que hemos visto en las últimas salidas es que donde antes había una persona hoy hay tres o cuatro, haciendo una proyección suponemos que hay alrededor entre 300 y 400 personas en la calle", dijo a ADNSUR.
Alberto Cámpora, otro referente de la ONG en Neuquén, también habló con este medio y resumió la situación como una "catástrofe", expresando su preocupación por la falta de estructuras para distribuir viandas por la noche. "La situación alimentaria es complicada y nos preocupa. Intentamos colaborar con algún elemento, una silla de ruedas o ropa, pero hoy está concentrada en el alimento", afirma.
“Es una catástrofe”, resumió Alberto Cámpora.
Lezcano agregó: "Son algunas situaciones que vimos y nos sorprendieron, porque hay también gente pasando la noche debajo de las parrillas (del balneario municipal). La terminal también comenzó a ser de nuevo un lugar de pernocte, hay otra zona donde hay 'casi un hotel', es impresionante porque los chicos todos van a dormir a ese lugar, la mayoría son gente joven."
NO HAY REFUGIOS
En medio de esta crisis, la falta de espacios en los refugios de la ciudad agrava la situación, dejando a muchas personas excluidas debido a requisitos como no estar en condición de consumo. "Nos preocupa que no hay espacio donde puedan quedarse, desde el Estado no hay nada", alertó Lezcano.
En cuanto a posibles soluciones, Lezcano mencionó la necesidad de desarrollar políticas públicas que ofrezcan espacios adecuados para que las personas en situación de calle puedan reconstruir sus vidas y reintegrarse a la sociedad: "Lo ideal sería un espacio grande con camas cocina, baños y habilitarlo para que la gente pueda ir a dormir, comenzar su tratamiento y proceso de salir de ese espacio, humanizarse y pensar en una posibilidad de integrarse sanamente en la sociedad".
En medio de este escenario desalentador, el trabajo de Red Solidaria se convierte en un rayo de esperanza. Según Rubén Lezcano, uno de los voluntarios, "es inhumano, cuando vuelvo a mi casa lo único que siento es angustia de saber que estoy en mi cama calentito y que hay un montón de seres humanos que están en ese preciso instante sin poder recobrar el calor corporal". A pesar de los desafíos, el trabajo de estas organizaciones sigue adelante con amor y respeto.
Hay identificada una familia completa durmiendo en una carpa cerca de un museo en pleno centro de la ciudad, también hay personas debajo del puente cercano a Prefectura Naval donde hay siete personas, entre ellas una embarazada con dos criaturas y hasta una mujer mayor.
“Cada vez que llevamos la comida charlamos con ellos, nos cuentan su historia, la mayoría son de Neuquén, pero este año nos encontramos con gente que ha venido con esta idea de Vaca Muerta que absorbía mucha gente, pero no era así, la vaca está muerta”, afirmó. Muchas familias llegan sin planificación, están un tiempo hasta que se le agota el dinero para el alquiler o un hostel y terminaron en la calle. “Y en algunos casos comienza una situación de deterioro que llevan al consumo de drogas y después es muy difícil que alguien los tome para trabajar”.
EL DURO DESAFÍO DE SER SOLIDARIO
RED SOLIDARIA comenzó su trabajo cerca del 2006 aproximadamente. Albero Cámpora, Fernanda, Badano y Rubén Lezcano son los referentes que están al frente de esta ardua tareas hace varios años. Aunque aclaran que son una suma de voluntades que siempre aparece en los momentos críticos, “por lo general decimos que trabajamos en función de la tercera o cuarta ola en medio de la crisis, cuando necesitamos ver en realidad cuáles son las necesidades reales”.
Hoy el mayor desafío es poder saber si podrán contar con donaciones para repartir comida en las calles. “ Hay algunas iglesias que salían el año pasado una vez por semana y otro grupo, y desde el obispado comenzarían a trabajar en estos días. Pero nosotros necesitamos saber que vamos a poder contar con vehículos, tener en cuenta el costo del combustible, tres personas como mínimo en cada auto y recorrer toda la ciudad durante varias horas en la noche para tratar de llegar a la mayor cantidad de gente posible”.
Lezcano asegura que es realmente duro enfrentarse a la realidad que viven las personas que están en situación de calle: “Es inhumano, cuando vuelvo a mi casa lo único que siento es angustia de saber que estoy en mi cama calentito y que hay un montón de seres humanos que están en ese preciso instante sin poder recobrar el calor corporal, es angustiante para cada uno de los voluntarios, por eso es que tenemos que ver hasta donde podemos dar en esta tarea, porque es un trabajo duro pero todos los hacemos con muchísimo amor y respeto”.