La imagen de la enorme estructura de acero circulando por la avenida principal del barrio de km8, en la zona norte de Comodoro,  camino al mar quedó grabada en la memoria de muchos comodorenses. El 28 de marzo de 2013 cientos de vecinos acompañaron a paso de hombre, caminando, en sus vehículos o tocando bocina la botadura al mar de “La Purincha”, la embarcación que había nacido en el patio de una casa.

Enrique Purins es un enamorado del arte de pesca y trabajó como soldador en el puerto de Comodoro. Conoce al detalle el trabajo de armado, reparación y los secretos para mejorar las condiciones de navegabilidad de las enormes naves que a diario debía reparar. Allí surgió la “locura” de construir su propio barco. “Me dijeron loco, si –sonríe- fue todo a pulmón hecho con el acompañamiento de mi familia, la gente del barrio me vio. Yo laburaba hasta muy tarde”, recuerda ocho años después.

Enrique cuenta que en la época del uno a uno, (1dolar = 1 peso) pudo comprar el acero para construir el barco a precios accesibles. “Yo ya tenía la mecánica, se sacó de un barco que se llamaba “Quequen Salado”. Para ellos era chatarra, pero yo sabía lo que eran los fierros ¡eran fabulosos! Exclama. El sueño de Purins era a lo grande, tenía preferencia por el diseño de los barcos de la Prefectura Naval Argentina, “son lanchas rápidas, bajitas, muy estables, con un confort adentro. Y quería copiar eso”. Su proyecto era fabricar una embarcación para realizar servicios o turismo. “Tenía el asesoramiento del Ingeniero que fundó el Astillero Comodoro, Romano, que como yo hacía trabajos ahí con los barcos en el puerto lo veía a él y le explicaba cuál era mi proyecto”.

Del patio al mar

“El mejor lugar para construirlo era acá, en mi casa, donde yo lo podía cuidar y vigilar”, explica Purins sobre la decisión de emplazarlo en el patio de su casa. “Lo tenía en frente de mi cocina, tomaba mate y lo veía. Era como ver crecer a mis hijos, exactamente igual, vos veías que cada cosita que vos le ibas poniendo, le ibas haciendo el tipo iba tomando forma y color. Y cada vez más bonito, entendes?” dice sin disimular su entusiasmo.

Durante diez años invirtió tiempo y dinero en la construcción de su mayor proyecto. “Nunca quise comprometer a nadie. Fue mi idea. Trabajaba en mi taller y de a poco compraba cosas para ponerle, era como vestir a una persona. Cada parte tenía su momento y todo fue inspeccionado”. Purins relata que el barco pasó todos los controles e inspecciones realizadas. También recibió visitas ilustres que se acercaban a conocer la nave, incluso a ofrecer sus servicios para formar parte de este “hecho histórico”.

¿Cuánto dinero se invirtió en el barco?, consultamos. “Yo miraba para adelante porque si vos te pones a mirar para atrás es como el equilibrista que si no presta atención en el cable se puede ir. Nunca pensé en abandonar, lo mío es mucha fe”, dice.

Cuando Puris comenzó con esta “locura”, el sector del barrio donde se emplazaba la embarcación era prácticamente un descampado. Con el tiempo, el barrio fue creciendo y se pobló. “En ese momento yo podía salir derecho hacia Caleta Córdova, pero ahora el barrio me iba cerrando entonces empecé a hacer notas pidiendo que me marquen un camino. Había que bajar cables y la Cooperativa lo hizo el día que hicimos el traslado”.

El 28 de marzo de 2013, después de 10 años de un mucho esfuerzo personal y familiar, el barco fue bautizado y botado al mar. La imagen de la enorme estructura de acero circulando por la avenida principal del barrio con destino a la costa en cercanía al Faro San Jorge quedó grabada en la memoria de muchos comodorenses. Fue un operativo que involucró a mucha gente que se acercaba a ayudar y ser testigo de este histórico acontecimiento. “Yo no mande tarjeta de invitación a nadie, lo mío fue del barrio porque muchos vecinos lo tomaron como si fuese una obra de ellos mismos también. Esto nació acá en el ocho”.

Ramón Sovak, fue quien capitaneó el barco junto a Purins y sus tres hijos (Aníbal, Guillermo y Juan). En tierra esperaba su hija menor y su esposa.

Sobre “La Purincha”

La embarcación tiene las comodidades de una casa. Unos 16,7 metros de eslora; 5,5 de manga; 12 metros de altura con un puntal de 2,70. Está equipada con camarotes, cocina, comedor y dos bodegas. Está diseñado para brindar servicio como unidad de apoyo costero, remolque, paseos y transporte en general.

La realidad es que desde hace ocho años “La Purincha” está amarrada en el medio de la rada en Caleta Córdova y nunca pudo cumplir con la función para la cual fue construida: brindar servicios y dar trabajo. Hoy, este símbolo de esfuerzo y sacrificio, está a la venta al mejor postor. “Fui a hablar con gente de turismo, porque el barco es una herramienta. A ellos les va a hacer falta. Y bueno que lo equipen, que hagan la mantención que haga falta y que lo empiecen a usar. Yo les explicaba que quería hacer turismo acá y ellos me decían no Purins acá turismo en Comodoro no. Turismo en Puerto Madryn. Comodoro es petróleo”.

Los fines de semana, cuando el clima acompaña, Purins visita su barco junto a sus hijos. Chequea que todo esté en orden, lo limpia, le hace mantenimiento y vuelve a cerrarlo hasta una próxima visita. “El dolor que siento porque hacer todo eso y llegar a un punto de no poder hacer nada. Es una impotencia terrible. Lo mejor que podes hacer vos es fijarle un futuro a tus hijos. Y yo quiero justamente fijarle un futuro a mi barco”.

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