Antiguamente, los médicos recomendaban reposo e incluso prohibían el deporte después de un infarto, pero desde hace ya varias décadas sabemos que uno de los aspectos clave que influirán de forma positiva en el pronóstico de la cardiopatía isquémica es la práctica de ejercicio físico regular. Su efecto es tan beneficioso que no solo no debe prohibirse sino que debe fomentarse para conseguir la total rehabilitación física y mental de los pacientes. Por tanto, nuestra respuesta para la mayoría de los pacientes será que pueden volver o empezar a correr, aunque para ello es conveniente que sigan las recomendaciones de un cardiólogo y/o médico con conocimiento y experiencia en cardiología y ejercicio físico.

El inicio debe ser siempre gradual y progresivo durante los primeros meses y, a ser posible, siempre tras realizar un programa de rehabilitación cardiaca en el que los pacientes realizarán un plan de ejercicio físico de forma segura y controlada en el hospital. Para que el plan se adapte lo mejor posible a cada paciente, antes de empezar deben realizarse una serie de pruebas para conocer el estado del corazón tras el infarto, como el ecocardiograma y la prueba de esfuerzo. La información obtenida en esa valoración inicial servirá para fijar tanto el tipo e intensidad de ejercicio idóneos como la frecuencia de las sesiones. El control de la frecuencia cardiaca ayudará a ajustar la intensidad del ejercicio con el fin de optimizar la recuperación del corazón con los mínimos riesgos posibles.

Incluso en los casos más leves y, por tanto, de menor riesgo, los pacientes deben ser conscientes de que pasarán varios meses hasta que puedan alcanzar sus objetivos, ya sea correr para mantener su forma física o recuperar el nivel de actividad previo al infarto o angina. Además de la progresión de caminar a correr, la incorporación de ejercicios dirigidos a mejorar la fuerza muscular también ayudará a que la recuperación sea mejor y más precoz.

Por último, conviene recordar que aunque a muchos de los pacientes que han sufrido un infarto les resulta difícil comprender que les ocurriera a ellos, que cuidaban su alimentación, no fumaban ni tenían sobrepeso y practicaban deporte de forma habitual, lo cierto es que estos hábitos disminuyen significativamente el riesgo de sufrir un infarto, pero no los hacen del todo inmunes.

Jim Fixx, legendario corredor y autor del superventas 'The Complete Book of Running', falleció de un infarto a los 52 años mientras entrenaba. Fixx, que había sido fumador y había llegado a pesar casi 100 kilos hasta que empezó a correr con 36 años, murió nueve años más tarde que su padre, quien ya había sufrido un primer infarto a los 35 años. Por ello, es aconsejable que incluso aquellos individuos aparentemente sanos que practican algún deporte de forma regular investiguen acerca de sus antecedentes familiares de enfermedades de corazón, valoren periódicamente su tensión arterial y colesterol en sangre, sobre todo si llevan o han llevado una vida poco saludable en el pasado. En caso de presentar algún motivo de preocupación relacionado con estos aspectos o síntomas de sospecha, especialmente durante el esfuerzo físico, lo aconsejable es consultar con un médico, a ser posible con conocimiento y experiencia en cardiología y deporte.

Fuente: elconfidencial.com • Fotos: thefiftypluslife.com, shefitness.com.au

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