¿Sabías que la Hepatitis es una enfermedad que puede ser silenciosa?: cómo detectarla, cuáles son los tipos y cuidados
Este 28 de julio se conmemora el Día Mundial contra las Hepatitis Virales, una jornada crucial para concientizar sobre la detección temprana de esta patalogía. En este marco, ADNSUR conversó con la Directora Médica del Centro de Estudios Digestivos (CEDIG) Ester Sirotinsky, para conocer cómo podemos cuidarnos y evitar graves problemas en la salud.
Este 28 de julio se conmemora el Día Mundial contra las Hepatitis Virales, que destaca la crucial importancia de la detección temprana de esta "enfermedad silenciosa".
A menudo asintomáticas en sus primeras etapas, las hepatitis virales pueden avanzar sin ser detectadas, causando daños graves al hígado y aumentando el riesgo de cirrosis y cáncer hepático.
La identificación precoz permite tratamientos oportunos que pueden prevenir complicaciones graves y mejorar significativamente la calidad de vida de los afectados. Promover la conciencia y el acceso a pruebas de diagnóstico es esencial para combatir esta amenaza global a la salud pública.
En este marco, ADNSUR conversó con la médica hepatóloga y Directora Médica del Centro de Estudios Digestivos (CEDIG) Ester Sirotinsky, para conocer cómo podemos cuidarnos y evitar graves problemas en la salud.
“Si tengo hepatitis me pongo amarillo y me entero': Esto es un mito, no es así. El 90% de las hepatitis virales que pueden ser crónicas no tienen una aparición sintomática. No se siente nada, o se siente como una gripe, y este síntoma puede desaparecer", aclaró la médica hepatóloga.
Y agregó: "Por eso, a las enfermedades hepáticas, hay que ir a buscarlas. No hay un cuadro que haga que sospeches que hay una enfermedad hepática. Y la importancia de la enfermedad hepática - sea del origen que sea: tóxica, viral, autoinmune, por una enfermedad congénita - es que puede llevar a una enfermedad crónica como la cirrosis o a un cáncer de hígado. Tratarla antes es de altísima relevancia.”
Hepatitis: qué tipos hay y cómo diferenciarlos
La enfermedad hepática puede volverse crónica -aunque no en todos los casos - pero la mayoría no se da por toxicidad, sino por alguna agresión al hígado que, en general, es asintomática y evoluciona en silencio. El paciente no sabe que tiene una enfermedad que puede estar relacionada con el hígado. Entonces, nos preguntamos: ¿cómo detectarla?
La Hepatitis A (VHA): Es la que afecta principalmente a los niños. La mayoría de las infecciones ocurre en la edad escolar y es un contagio distinto. En este marco, Sirotinsky explicó que este tipo de hepatitis prácticamente se erradicó desde que existe la vacunación. “No evoluciona, comienza y termina en tres meses. La mayoría de las veces pasa como una gripe”, detalló.
La Hepatitis B (VHB): Es uno de los dos tipos más graves de esta enfermedad, ya que puede volverse crónica y generar insuficiencia hepática, cirrosis o cáncer de hígado. Este tipo se transmite a través de líquidos corporales infectados, en particular sangre y semen. También puede transmitirse de madre a hijo durante el parto o de un familiar infectado al bebé.
Los más pequeños tienen un mayor riesgo de desarrollar una infección crónica de hepatitis B que quienes contraen la infección de adultos, que, aunque presenten síntomas graves, suelen recuperarse completamente. El VHB representa un riesgo para el personal de salud, que puede infectarse de forma accidental si sufre un pinchazo de aguja o una herida con un elemento contaminado con sangre infectada.
Hepatitis C (VHC): Esta es la otra variante más dañina y letal de las hepatitis virales. Y también cierra el grupo de las tres variedades más conocidas de hepatitis. Los científicos recién lograron identificar el VHC en 1989 (durante dos décadas lo llamaban simplemente "hepatitis no A no B")
Al igual que el VHB se transmite por exposición a sangre contaminada -la transmisión sexual es mucho menos común, afirma la OMS- y el daño que causa es similar. Se cree que la mayoría de los infectados son personas que compartieron agujas con alguien infectado o que recibieron transfusiones de sangre contaminada con el virus (antes de 1990 no se revisaba la sangre donada en busca de este virus).
Hoy se cree que el VHC genera cerca del 20% de las hepatitis crónicas. Sin embargo, tiene dos grandes diferencias con la hepatitis B. La primera es que no provoca síntomas, por lo que la vasta mayoría de las personas infectadas no se enteran de que tienen la enfermedad hasta décadas más tarde, cuando el daño al hígado es avanzado.
Esto seguramente explica por qué la hepatitis C es la principal causa de los trasplantes de hígado. La otra diferencia es que no existe una vacuna para prevenir el contagio. Sin embargo, hay motivos para ser optimistas: hoy el 95% de las infecciones crónicas se pueden curar usando antivirales, aunque el tratamiento es costoso.
Hepatitis D (VHD): Está ligada a la hepatitis B porque sólo pueden contagiarse del VHD las personas ya infectadas con el VHB. Por eso, este virus es poco frecuente: se estima que el 5% de los pacientes con hepatitis B están coinfectados por el virus de la hepatitis D, que se transmite por las mismas vías (sangre y semen).
Sin embargo, quienes la contraen corren un mayor riesgo. Según la OMS, "la infección simultánea por ambos virus puede causar una afección más grave y tener un desenlace peor". Debido a su vínculo con el VHB, la buena noticia es que las vacunas contra la hepatitis B también protegen contra la hepatitis D.
Hepatitis E (VHE): La hepatitis E se transmite de la misma forma que la A: a través de la ingestión de agua o alimentos contaminados, o por contacto directo con heces infectadas. Por ello, es común que haya brotes epidémicos en países subdesarrollados, con malos sistemas de saneamiento.
Sin embargo, la OMS advierte que "cada vez se le reconoce más como una causa importante de enfermedad en los países desarrollados". Al igual que la hepatitis A, no causa problemas hepáticos crónicos, aunque puede ser más peligrosa en mujeres embarazadas.
Si bien existen vacunas que la previenen, estas no tienen una distribución tan amplia como las de la hepatitis A. Por este motivo, los expertos aconsejan minimizar los riesgos lavándose bien las manos y evitando consumir bebidas o alimentos (incluyendo hielo) que puedan estar contaminados.
Test rápidos y vacunas contra las hepatitis
Por otra parte, Sirotinsky hizo enfasis en la importancia de solicitar una rutina de laboratorio completa. “Esos indicadores te pueden hablar de una enfermedad renal, o una diabetes oculta, una anemia. Lo que se debe hacer es pedir un hepatograma para ver si hay alguna alteración en alguna de las funciones hepáticas que te permita sospechar de algo.”
Además, actualmente hay disponibles test rápidos que, en 30 minutos, el profesional puede saber si esa persona tiene anticuerpos para el virus o no. “El paciente puede pedir hacerse ese test. Con una gotita de sangre que se pone en un vidrio, el profesional sabe si es necesario seguir estudiando a este paciente”.
Finalmente respecto a las vacunas, la Dra. indicó que para el caso del virus A está demostrado que con una sola dosis aplicada al nacer es suficiente para crear inmunidad. “Eso solucionó y simplificó mucho todos los trabajos a nivel de salud pública", reiteró.
En tanto, para el virus B hay una vacuna altamente eficaz, antigénica hecha por ingeniería genética que simula ser el virus y que uno le da al paciente para que haga defensas. O sea, si uno vacuna a una persona contra el virus A y contra el virus B, en el 99% de los casos hay pacientes que nunca van a tener ni virus”, destacó. En cambio, para el virus C no hay vacuna pero sí cura.