COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – Con Comodoro Rivadavia en una situación cada día más complicada ante la cantidad de casos de personas con Covid-19, la incidencia de víctimas fatales, y fundamentalmente con un sistema de camas de terapia intensiva y respiradores al borde de la saturación, parece imponerse la necesidad de encontrar mecanismos de control sanitarios diferentes.

A Albert Einstein se le atribuye una frase que no se sabe si pronunció pero que se transformó en un símbolo de la innovación o la búsqueda de la creatividad pero que bien podría haberse inspirado en un camino para atravesar el actual contexto de Pandemia: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.

Un camino así fue el que eligió hace unas tres semanas la ciudad bonaerense de Tandil, que, con alrededor de 150 mil habitantes, presenta características que podrían compararse con las de Comodoro Rivadavia: decidió alejarse del sistema de fases y adoptar su propio criterio.

El intendente radical Miguel Lunghi, en el poder desde hace 17 años, optó por aplicar un semáforo de 3 colores, claro, que le permitiera tener el poder sobre la botonera de lo que se puede y no se puede hacer en la ciudad. Justificó su decisión en la falta de respuestas rápida que tenía desde la provincia ante pedidos puntuales de abrir determinadas actividades y su tradicional crítica “institucional” sobre la imposibilidad de gobernar desde la provincia a más de 350 kilómetros, que es lo que separa a Tandil de los despachos del gobernador Axel Kicillof.

Pero además de esta mirada “local” y “cercana” que implementó para regular la actividad de la ciudad, con cierres y aperturas a medida, en Tandil se corrió el foco de la cantidad de enfermos con el que la provincia determina las fases de las ciudades. En Tandil se contemplan otros factores como la cantidad de camas de terapia intensiva activas (en su mayor configuración son 42 contra alrededor de 22 de Comodoro); la disponibilidad de personal médico y enfermería para manejar 33 respiradores, el porcentaje de camas ocupadas, el comportamiento de la curva epidemiológica, y la cantidad de casos activos internados en establecimientos sanitarios. 

“Se establecerán los momentos en que haya que disponer de cierres de actividades o de la circulación, así como las etapas de apertura o extensión de rubros, siempre de acuerdo al resultado de estos indicadores", se precisó. De inmediato, comenzaron a llegar al teléfono del intendente consultas de jefes comunales de todo el país que defendieron su decisión y analizaron implementarla. Muchos, en cambio, directamente tomaron sus propias determinaciones aunque sin gritarlo a viva voz como hizo Tandil, dando por iniciada una disputa política con la provincia, que cuestionó la autonomía y el alejarse de las reglas.

En el trasfondo de la decisión también se ubicó la situación o “pandemia” económica, como la define el intendente, que debía lidiar todos los días con reclamos de algunos sectores, como los gimnasios, que no recibían autorización de la provincia ni siquiera para trabajar con el 25 por ciento de su capacidad “cuando en los supermercados se pueden juntar 100 personas sin problemas”.

El camino de la decisión del intendente entonces, incluyó una consulta y un compromiso de escrito de cumplir por parte de la mayoría de las instituciones representativas de la ciudad, que venían pidiendo esta potestad “local” para decidir qué se podía hacer en Tandil.

Hasta el momento de la decisión, en Tandil había fallecido solo una persona de 80 años y se habían recuperado 120 de 271 casos totales, por lo que había 150 personas enfermas. Tandil arrancó su semáforo en “amarillo”, con un funcionamiento más flexible que el que traía, pero de todas formas más estricto en algunos puntos problemáticos: los restaurantes por ejemplo, podían abrir al 25 por ciento de su capacidad, contra el doble que habilitaban las fases. 

Sin embargo, el amarillo duró poco y solo un par de días después, el Comité de Salud local, sin injerencia del Poder Ejecutivo, decidió que había que pasar al “rojo” que aún hoy rige en una variante “light”, y que por ejemplo, permite en la gastronomía solo el delivery y el take away y los comercios pueden abrir solo hasta las 18 horas, salvo los esenciales. 

¿Qué pasó para tomar una decisión no esperada? Se registraron enfermos en dos geriátricos que potencialmente podían saturar el sistema de salud y se debió cerrar un piso completo de un centro asistencial por la infección de personal de su terapia, disminuyendo así la capacidad temporal de respuesta público-privada.

De esta forma, más allá del consiguiente perjuicio económico en algunos sectores, les permitió a otros poder abrir con todos los cuidados sanitarios a muchos otros, lo que generó que se empezara a mover la rueda de la economía local, caracterizada además por contar con muchos sueldos públicos que nunca dejaron de pagarse: los del municipio, los de la Universidad Nacional del Centro, los de la Fuerza Aérea, del Ejército (ambos con históricas sedes locales) y las dependencias nacionales y provinciales como Anses, ministerios de Trabajo, justicia, etc.

Hoy, a menos de tres semanas de esa “rebeldía”, la ciudad hizo las pases con la provincia a partir de un reciente acuerdo para buscar “una compatibilidad” entre fases y semáforo que es más testimonial que concreta. Si bien la cantidad de casos y fallecidos se incrementaron, desde el sistema de Salud aseguran que bajo ningún aspecto tuvo que ver con la implementación del semáforo, sino al movimiento natural de la enfermedad, que alcanzó a varias personas de geriátricos.

Algunos datos “mano a mano”

Tandil viene teniendo cerca de 30 casos al día, un tercio de ellos definidos por nexo clínico epidemiológico, sin hisopado. Con 229 resultados pendientes, en total se registraron hasta el viernes 875 positivos, con 17 muertes.

En Comodoro, el viernes se reportaron 151 casos nuevos, llevando el total a 2674 personas, con 40 muertes. 

Tandil cuenta con 15 personas internadas en terapia intensiva o intermedia, frente a las 22 que saturan el sistema en Comodoro.

En relación a los casos activos, tanto en control ambulatorio como con distintos grados de internación, Comodoro cuenta con 1113 personas (hasta los datos del viernes) mientras que en Tandil se presentan casi 3 veces menos: 381 personas.

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