La situación del abastecimiento de agua a las cuatro ciudades que dependen hoy de la cuenca del río Senguer es de absoluta precariedad, con no menos de 400.000 personas involucradas. Como un castillo de naipes, los problemas estructurales del sistema se acumulan uno sobre otro, por lo que es necesario dividir el tipo de soluciones necesarias en aquellas acciones que se requieren con urgencia, en el corto plazo y otras no menos urgentes, pero que demandan más tiempo de ejecución y lo que es peor, un nivel de financiamiento que parece bastante difícil de avizorar hoy.

En lo inmediato, urge colocar las bombas electro sumergibles para compensar la pérdida de caudal que sufre el sistema por la salida de servicio de la toma del acueducto de 1966. Si esos trabajos se inician en los próximos días –una vez que Provincia asigne los fondos comprometidos para la compra de los equipos- posibilitaría dos soluciones de corto plazo, según han explicado técnicos de la SCPL y han coincidido también algunos funcionarios provinciales: 

Instalaciones cercanas a la toma de agua del acueducto viejo, junto al lago Musters.

La primera, suponiendo que las obras comenzaran hoy (recién esta semana habrían llegado los fondos, pese a que fueron asignados en el mes de agosto a partir de la ley de Emergencia Hídrica), es que dentro de algunos meses se podría contar con ese caudal adicional, en caso de que el lago continuara descendiendo de nivel, lo que en los últimos días había puesto en riesgo incluso el abastecimiento a través del acueducto de 1999. 

En segundo lugar, si los trabajos no son inmediatos, al menos sería esperable que estén terminados para el próximo verano, evitando así que se repita el agravamiento del déficit de agua que caracteriza a la época de mayor temperatura. Esto no debería perderse de vista, aun si comenzara a recuperarse el nivel del lago por factores climáticos vinculados al otoño-invierno. Por ahora, lamentablemente, las proyecciones climáticas ya anticipan un trimestre seco y con temperaturas más altas de lo normal.

Vale repasar el punto anterior. El paliativo que debería haberse aplicado cuando se declaró la emergencia hídrica en la provincia, para lo que cual se habían asignado fondos por 500 millones de pesos destinados a atender la situación en distintas regiones, sólo implica volver al estadio anterior. Es decir, para no agravar los cortes de agua de todos los veranos, que hasta el año pasado terminaban en marzo y ahora se extienden durante el mes de abril.

El riesgo se sigue agravando

Hasta los primeros días de abril, según confiaron desde áreas técnicas de la cooperativa, había dejado de funcionar una de las cuatro bombas del acueducto “nuevo”, lo que plantea un grave riesgo para el abastecimiento de agua de las cuatro ciudades. 

Según mediciones de la semana anterior, la superficie de agua se encontraba a 31 centímetros por sobre el nivel operativo del acueducto de 1999, que por la parada de una bomba perdió un caudal equivalente a 700 metros cúbicos por hora. En régimen normal, el sistema traslada hasta Comodoro casi 5.000 metros cúbicos por hora, pero hoy se ha reducido a 4.250 m.3/h: la reducción equivale a 700 mil litros cada 60 minutos. 

Vale sumar otra referencia: lo que ha perdido el sistema es superior al aporte que hoy hacen los acuíferos que rodean a Comodoro Rivadavia, que con los trabajos de reparación en el último tiempo, aportan unos 360 metros cúbicos por hora. 

La necesidad de recambiar la cañería inaugurada en 1999

El problema se agrava más aun cuando se proyectan diferentes escenarios. Aunque hoy los modelos climáticos dicen lo contrario, puede hacerse el ejercicio de imaginar que el próximo invierno tendrá un alto nivel de precipitaciones de nieve en la zona cordillerana… y las lluvias y deshielos recargasen el lago Fontana, para volver a nutrir el escuálido –en estos últimos años- curso del río Senguer. 

¿Esto resolvería el inconveniente? Desgraciadamente, la respuesta es no.

Otro de los causales de la precariedad del sistema es la inadecuada protección catódica del acueducto construido en 1999. El “acueducto nuevo”, en poco más de 20 años de uso y paradójicamente, hoy está en peores condiciones que “el viejo”, con 54 años de funcionamiento.  

Hay que recordar parte de la historia de esa obra, arrancada a duras penas sobre el fin del ciclo del gobierno de Carlos Menem: después de muchos años de gestión y reclamos ante Nación, se llegó a la elaboración de un proyecto que inicialmente, según los archivos periodísticos de la época, estaba valuada en 200 millones de dólares. 

Después de las negativas planteadas por el gobierno de ese momento, se hicieron sucesivos ajustes hasta llegar a un proyecto de 100 millones de dólares. Es probable que la calidad de los caños se haya resentido en esa búsqueda de abaratar costos. 

Uno de los caños del acueducto "nuevo", tras ser reemplazado por roturas.

Las crónicas de la época reflejan una denuncia de una de las empresas que participó en la licitación y perdió, contra la que resultó adjudicataria, cuestionando la calidad de los años a utilizar. Finalmente, el juez federal de aquel momento, Luis Vila, dio por cerrado el caso y adjudicó la obra, dando por válida la propuesta (y los caños) presupuestados. 

Además de esas dudas en el origen, la cañería inaugurada sobre fines de 1999, tras 4 años de construcción, no tuvo por parte de Provincia el recambio necesario de los ánodos de sacrificio para realizar la protección catódica, que hubiera evitado que la corrosión dañe el interior metálico de los caños, conformados por hormigón y acero. 

Según las evaluaciones técnicas que pudo conocer esta agencia, a lo largo de 140 kilómetros, se debían colocar entre 600 y 700 ánodos de sacrificio, cada 200 metros, además de un recambio periódico para evitar el avance de la corrosión.
Como esa tarea de mantenimiento no se hizo en forma adecuada, el grado de deterioro del acueducto de 1999 es más grave que el de 1966.  

“A diferencia del acueducto ‘nuevo’, los caños del acueducto ‘viejo’, cuando se reemplazan, se observa que conservan en mejor estado su armadura de refuerzo”, sostiene un informe técnico de la cooperativa. En varios pasajes de ese relevamiento puede leerse con claridad que los caños de 1966 son de mucha mayor calidad que los de 1999.

Por el avance de la corrosión, hay un tramo de 80 kilómetros especialmente grave, ya que el deterioro ha sido muy pronunciado. Según las evaluaciones, en realidad habría que empezar con ese primer tramo, pero en el mediano plazo debería cambiarse el ducto en su totalidad, prácticamente en todo el recorrido de 140 kilómetros. 

Dentro de las propuestas técnicas formuladas por la SCPL, hay tareas a realizar como un cambio en el tipo de protección, que consistiría en reemplazar los ánodos de sacrificio por un sistema de inducción de corriente eléctrica para la cañería, lo que resultaría en un mantenimiento más barato.

De todos modos, hay que tener en cuenta que cualquier trabajo que se realice ahora ya no revierte el proceso de corrosión: sólo evitaría que siga avanzando. Pero la fragilidad de la cañería es un dato clave, que coloca al sistema en una extrema vulnerabilidad. 

Los caños del acueducto viejo son de una mayor calidad constructiva que los del nuevo.

Otro defecto que se menciona, al parecer sobre el diseño original, es que los últimos 20 kilómetros tuvieron un cambio de sección o diámetro del caño, que venía con un diámetro de un metro y se reduce a 70 centímetros.

Ese cambio produce una aceleración en la potencia con la que el agua recorre el trayecto, incrementando la fricción y riesgo de roturas. Es muy probable que, como se ha reconocido ya públicamente desde la SCPL, se necesite el recambio total de los 140 kilómetros de cañería “nueva”, inaugurada en 1999.

La repotenciación ya no alcanza y urge construir una reserva nueva

Otro escenario que debe sumarse es el de la eventual finalización de la obra de repotenciación del acueducto. Ese proyecto quedó previsto en 1999, cuando se dejó planteado (también como parte de la reducción de costos de aquel momento) que a 10 años vista habría que añadir potencia de impulsión para sumar agua transportada, a fin de que el sistema alcanzara la capacidad plena para el que fue diseñado, llevando el caudal a alrededor de 7.000 metros cúbicos por hora. 

Sin embargo, si antes no se resuelve la precariedad de la cañería, sumar hoy más potencia de bombeo traería más problemas que soluciones. Además, hay un problema vinculado al abastecimiento energético, en el que se necesita de mínima una línea adicional de 33 kilovolts. 

En un hipotético escenario en el que ya estuviera resuelta la línea de media tensión y la estructura de la cañería, se agrega la insuficiente capacidad de los tanques de reserva actuales. La rotura del tanque de Puesto La Mata, que también data de 1966, es la muestra del riesgo que también tiene el sistema en esta materia. 

Si de por sí la antigüedad es un problema, también lo es la capacidad de almacenamiento total, ya que está al límite del volumen total que se transporta en condiciones normales (unos 115.200 metros cúbicos por día). En ese ítem, también se planteó desde hace algunos años la necesidad de una reserva adicional: esto estaba previsto en el proyecto original de la obra de repotenciación, pero luego hubo modificaciones para detraer parte de esos fondos en la planta desalinizadora de Caleta Olivia, según cuestionó años atrás el ex intendente de la ciudad, Néstor Di Pierro. 

Planta desarenadora del sistema acueducto.

De lo contrario, podría darse otra increíble paradoja: suponiendo que no hubiera problema de corrosión en los caños y que la obra de repotenciación se terminara en breve para incorporar más caudal, no habría lugar adónde almacenar los 52.800 metros cúbicos de volumen incremental que se sumaría con el mayor caudal del sistema. 

Otros problemas, de no menor importancia: el abaratamiento de costos en 1999 determinó que las válvulas de seccionamiento a lo largo del ducto se instalaran cada 30 kilómetros. ¿Qué significa esto? Que cada vez que hay una rotura, antes de comenzar a reparar el sistema se debe liberar toda la cantidad de agua contenida en el caño a lo largo de ese trayecto, aun cuando ya se paró el bombeo. Esto significa el vaciamiento de 30.000 metros cúbicos, o 30 millones de litros, lo que además de implicar un gran desperdicio de agua, suma muchas horas de demora antes de poder iniciar las reparaciones. 

Comparativamente, el acueducto de 1966 tiene válvulas de seccionamiento cada 5 kilómetros, lo que es una medida mucho más racional para la operación del sistema. En el diagnóstico del “paciente acueducto”, gravemente enfermo, se requiere también el reemplazo de los viejos motores instalados para la impulsión del agua en 1966, de los cuales quedan sólo 3 en funcionamiento. 

Según cuentan quienes conocen de cerca la operación del sistema, esos equipos ya han superado tres veces su vida útil, por lo que además del costo de mantenimiento y el gasto de combustible que demandan para funcionar (se alimentan a gasoil) implican un serio riesgo de dejar sin impulso el transporte de agua a través del acueducto viejo. Si estos motores no se reemplazaran y no fuera posible seguir reparándolos, se podría dar también el caso de de que lo que eventualmente sume la repotenciación, se perdería por la salida del acueducto viejo. 

Algo así como construir permanente sobre el barro, para volver a empezar una y otra vez. 

Costos: ¿cuál es la inversión que se necesita para garantizar el abastecimiento de agua a Comodoro Rivadavia, Sarmiento, Rada Tilly y Caleta Olivia?

El reemplazo de la cañería, al menos en el tramo más crítico de 80 kilómetros, tiene un primer presupuesto de 375 dólares por metro, según uno de los informes técnicos elaborados por la cooperativa.

A esto se suma lo estimado en el reemplazo del sistema de protección catódica, con presupuestos que al medirse en pesos se desactualizan cada mes. 

Planta potabilizadora del sistema acueducto.

Si se suma el recambio de motores y la necesaria construcción de una nueva reserva de agua, de al menos 15.000 metros cúbicos, además de las obras de infraestructura eléctrica y otros trabajos complementarios, las estimaciones de la inversión necesaria, a marzo de 2022, alcanza un total de 12.000 millones de pesos, según uno de los informes que pudo conocer esta agencia.

Una cifra que demandará, nuevamente, financiamiento nacional, desde una región que conoce demasiado bien –y así lo refleja su dura historia- que no siempre ha formado parte de las prioridades de los gobiernos centrales.  
 

ADNSUR está certificado por CMD Certification para la norma CWA 17493 de JTI, octubre 2024-2026. Ver más
¿Querés mantenerte informado?
¡Suscribite a nuestros Newsletters!
¡Sumate acá 👇🔗!
Recibí alertas y la info más importante en tu celular

El boletín diario de noticias y la data urgente que tenés que conocer