"Yo fui uno de los que mató a Cabezas": un sobrino del fotógrafo se cruzó en vacaciones con uno de los asesinos
El inesperado momento ocurrió hace dos semanas, en un puesto de choripantes, durante un recital en Baradero.
Este sábado 25 de enero se cumplen 28 años del asesinato de José Luis Cabezas, y en las últimas semanas, su hermana Gladys recordó un shockeante episodio que vivió su hijo, sobrino del fotógrafo, al encontrarse inesperadamente con uno de los asesinos.
Según relató, el encuentro ocurrió hace 15 o 20 días -recordó Gladys- en una entrevista con radio La Red. Su hijo había asistido a un recital en Baradero y, al acercarse a un puesto a comprar un choripán, se topó sin saberlo con Horacio Braga, uno de los integrantes de la banda de sicarios conocida como “Los Horneros“.
“Mi hijo del medio fue a un recital en Baradero, se acercó a un puesto de choripanes y comenzó a hablar con el parrillero sobre el evento. Todo transcurría con normalidad hasta que el hombre mencionó que tenía varios puestos en la provincia y que, años atrás, había estado detenido”, contó Gladys.
El giro inesperado se produjo cuando el vendedor reveló su identidad sin reparos: “Yo fui uno de los que mató a Cabezas“, contó que dijo Braga. Al menos es lo que le contó el joven a su madre.
“ERA MI TÍO”
El sobrino del reportero se quedó sin palabras. Luego de unos instantes, logró responder: “Jodeme, era mi tío”. Y la respuesta de Braga fue bastante indiferente: “Uh, loco, qué sé yo”, dijo.
Aquella revelación dejó al joven en shock. “No pudo disfrutar el recital, se quedó pensando”, contó Gladys. Luego decidió volver al puesto de choripanes y comenzó a grabarlo.
“El tipo le dijo: ‘Te lo dije y no dijiste nada, y ahora me venís a filmar’. Una impunidad total”, se quejó Gladys.
LA CONFESIÓN DEL CRIMEN DE BRAGA
La hermana de José Luis Cabezas recordó que Braga fue quien, en estado de ebriedad, confesó el crimen. Fue el último de “Los Horneros” en recuperar la libertad, en abril de 2005. “Ya pagué mi deuda con la sociedad, ahora quiero vivir tranquilo”, había dicho entonces.
Con dolor e indignación, Gladys cuestionó el accionar de la justicia: “Cuando alguien mata a otra persona, debe recibir una condena ejemplar, y ninguno la tuvo. De hecho, se jactan de haberlo matado”.
Y concluyó: “Lo quiero recordar con una sonrisa, pero cuando te enterás de estas cosas, pensás: no pueden ser tan hijos de puta. Los jueces no pueden ser tan hijos de puta”.
Noticia redactada y editada por un periodista de ADNSUR
