“Nene levántate que se nos vuela el rancho”, le dijeron a Sergio Mariman, quien por entonces tenía 8 años y escuchaba desde su cama como el viento soplaba cada vez más fuerte. 

La vivienda –ubicada sobre Avenida Kenedy- "se levantó como una caja de cartón por el aire, cayó al suelo y no quedó nada porque el viento se encargó de llevar todo. Me levante, me vestí y la señora que me criaba ya había vaciado unos tambores donde se juntaba agua y había puesto algunas cosas, utensilios de cocina, ropa y le había puesto unas piedras encima para que no se lo lleve el viento”.

Sergio Mariman hoy tiene 62 años, pero recuerda ese día con total claridad “fue tan fuerte y tan trágico ese momento que me quedó grabado como si fuera hoy. Sentí mucho miedo porque volaban las piedras y picaba el cuerpo”.

La Estación Meteorológica registró la ráfaga máxima de 213 km/hora, pero en algunos puntos de la ciudad el viento se sintió aún más fuerte.

“Es posible que en algunos sectores de la ciudad, debido a la edificación o al efecto del Cerro Cheque pudo haber alcanzado 230, 240 km/hora debido a la turbulencia que generan esos obstáculos”, explica Aldo Sánchez pronosticador local.

A 54 años del día que sopló 213 km/hora en Comodoro: el temporal de viento más importante nuestra historia

Técnicamente se estaba produciendo un sistema de baja presión de 965 hectopascales, muy bajo para esta región del planeta. “Este sistema de baja presión se fue desplazando hacia el este y fue provocando un contraste de presión muy marcado. Esto también fue ayudado por un sistema de alta presión que se encontraba en el Océano Atlántico y contribuyo a que el viento aumentara su intensidad. Este contraste de presión origino el viento muy fuerte que tuvimos ese día”.

El evento no fue un huracán ni un tornado, pero sí fue catalogado como “viento de intensidad huracanada”. En 1968 no se contaba con las herramientas que tenemos en este momento para prever fenómenos de tamaña intensidad.

¿Vientos eran los de antes?

Inmediatamente se suspendieron las clases, había medianeras caídas, árboles en el piso y destrozos de gran envergadura por toda la ciudad. A Mariman y su familia los socorrió un vecino que vivía a pocas cuadras, les dieron alojamiento hasta el que viento clamó. Sobre el final del día pudo llegar el ejército con una carpa, alimentos no perecederos, leche y un poco de pan. “Pero ya el viento había hecho un desastre”, recuerda. Luego, el municipio los re ubicó en el barrio San Martín donde “nos hicieron otro rancho”.

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Susana García ese día estaba en la escuela. Vivía en el Campamento “El Trébol” así que cuando se suspendieron las clases no tuvo manera de llegar hasta su casa ni llamar por teléfono. 

“Empezó todo este vendaval espantoso y en un momento dado tuvimos que salir del colegio y realmente no se podía ni caminar. Teníamos que ir agarrándonos de las manos y brazos entre los chicos y chicas, agarrándonos de los postes porque nos tiraba el viento. Pudimos llegar hasta la calle San Martin y me acuerdo que un grupo bastante grande de los que no podíamos ir hasta nuestras casas nos quedamos en el Gran Hotel, que era una confitería que estaba en la calle San Martin. Nuestro contacto con el exterior era mediante un teléfono que había, nos comunicábamos con LU4 desde donde mandaban los mensajes que nosotros mandábamos a nuestros padres”.

El relato parece sacado de una película de ciencia ficción, pero quienes vivimos en Comodoro sabemos que no es exagerado. El viento, además de ser una presencia no deseada, es un elemento de nuestra identidad y forma parte de nuestra idiosincrasia.

En la actualidad y con la incorporación de nuevas tecnologías es posible saber con 24 horas de anticipación si un evento de estas características puede ocurrir. “En el último temporal de octubre de 2021 con 48 horas de anticipación se emitió una alerta amarilla y con 24 horas un alerta naranja, pero con 72 horas se puede prever que puede ocurrir un fenómeno de este tipo”, explica Sánchez. De la misma manera es posible saber cuánto va durar porque “se cuenta con modelos matemáticos que predicen muy bien la atmósfera incluso tenemos ayudade satélites y radares”.

Comodoro, ¿capital del viento?

“Toda la región patagónica en su corredor central desde Trelew, hasta San Julián, incluso Río Gallegos es una zona de vientos intensos siempre del oeste. Quizás haya zonas que el viento sea superior a Comodoro lo que pasa es que no tenemos una estación meteorológica que esté midiendo constantemente el viento. Pero posiblemente Río Mayo, Río Senguer, zonas cercanas a esas localidades registren vientos incluso superiores a los que nosotros tenemos”, explica Aldo Sánchez.

La realidad es que a lo largo de los años y según estudios de científicos argentinos se ha demostrado que el viento en su valor medio “esta descendiendo las intensidades, es decir está bajando la intensidad. Eso no quiere decir que no tengamos algún efecto extremo como tuvimos en agosto/octubre que genera ráfagas muy fuertes. Esto se lo atribuye al cambio climático, no solo al descenso de viento medio sino a los fenómenos extremos que pueden llegar a ocurrir. Los meses más ventosos generalmente son de primavera a verano. No se descarta que en invierno haya algún temporal fuerte”, alertó Sanchez.

Desde entonces, según los aportados por Walter Maza, docente de Meteorología y Climatología de la UNPSJB desde enero de 1997 a la fecha las velocidades máximas superiores a 140 km/h solo se registraron el 2 de julio de 2021 con 144.5 km/h y el día 24 de octubre con 142.6 km/h.

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