Lo que se anunciaba como una posibilidad lejana en agosto del año pasado ha comenzado a hacerse cada vez más evidente en los primeros días de enero de 2022. El rápido descenso por evaporación del lago Musters y el escaso aporte de agua del río Senguer, ha llevado a una aceleración del proceso natural que se da en cada verano, por lo que hoy el límite operativo del sistema acueducto está a sólo 9 centímetros de verse alcanzado. Esto podría implicar una reducción en el caudal, lo que afectaría aún más el crítico abastecimiento de agua a Comodoro Rivadavia, Sarmiento, Rada Tilly y Caleta Olivia.

Las mediciones realizadas en la última por personal operativo del sector acueducto reflejaron que la disminución de la superficie del lago, que abastece de agua a unos 400.000 habitantes, se está dando de un modo dramáticamente rápido. 

Una regla recientemente instalada en la cámara donde se ubica la válvula de aire del caño que conduce a la toma del acueducto de 1966 permite verificar cómo se ha reducido la altura de la superficie, al medirse sobre el nivel operativo del sistema.

Las márgenes del lago se corrieron en las últimas semanas.

 “Durante diciembre el nivel del lago bajó mucho más rápido de lo que esperábamos”, fue la conclusión escuchada en torno a lo que reflejan los fríos números de la pérdida de agua. 

El 12 de octubre, cuando se iniciaron las mediciones, la altura en relación a la operatividad normal se encontraba a 42 centímetros. Casi un mes después, el 8 de octubre, se había reducido a 38 centímetros. El 30 de noviembre, había bajado a 31, para llegar a 24 centímetros el 17 de diciembre último. La última medición, del 5 de enero, mostró el dato más preocupante, con sólo 9 centímetros de diferencia. 

“Si se llega al nivel cero -explicaron desde ámbitos técnicos- la consecuencia es que el caudal que ingresa a la boca del acueducto, que cae por gravedad (sin bombas de impulsión), comienza a disminuir, o sea que se va perdiendo capacidad de captación de agua”.

Es decir, comenzará a ingresar menos de los alrededor de 2.000 metros cúbicos por hora que ingresan a esa cañería en régimen normal, que representan algo menos de la mitad del caudal que se transporta cada día hacia Comodoro Rivadavia.

 Según refleja las mediciones, la superficie del lago ha perdido 22 centímetros de altura en poco más de un mes, lo que significaría que de no mediar cambios, como una lluvia importante, los 9 centímetros que aún seguían el ingreso de agua podría evaporarse en los próximos 15 a 20 días. 

La evaporación se aceleró en diciembre, por encima de las previsiones y del ritmo normal para esta época del año.

A partir de ese punto no habrá un corte abrupto de la distribución de agua, pero el sistema transportará menos caudal. Dependiendo de la magnitud de esa disminución (de cuántos centímetros quede el lago por debajo del 'cero'), podría darse el caso de que los dos cortes semanales para reponer reservas sean insuficientes, ya que al reducirse el caudal, las cisternas de la ciudad tardarían más en recuperarse. 

Por ahora es una posibilidad que nadie quiere aventurar, pero el riesgo se deduce por simple razonamiento lógico. Si hoy el caudal transportado ya es insuficiente , ¿ cuánto más se agravará ese déficit con un caudal menor? 

La última vez por debajo del nivel operativo fue en marzo de 2017, previo a la catástrofe climática

Tal como ha informado ADNSUR, en cada temporada de verano se producen estos períodos críticos en el que se combina el menor caudal del río Senguer con la máxima evaporación del lago. La diferencia este año es el ritmo más rápido en el que se produce el cruce de curvas críticas.

Según los registros históricos, sólo en los años 1999, 2000 y 2017 el agua llegó a estar por debajo del nivel de operación del acueducto viejo. Precisamente en aquel fatídico año, el 23 de enero el nivel estaba en 7 centímetros y perdió 29 centímetros hasta el 27 de marzo, es decir que quedó 22 centímetros por debajo del nivel operativo. 

Aquella vez el problema no llegó a sentirse: los comodorenses tienen grabado a fuego el fenómeno que se inició el miércoles 29 de marzo, con la catástrofe climática que arrojó sobre la región más de 400 milímetros de lluvia en sólo 10 días, lo que destrozó gran parte de la infraestructura de la ciudad y también llenó nuevamente los lagos de Sarmiento, tanto el Musters como el Colhué Huapi (hoy nuevamente perdido).

Los lagos Musters y Colhué Huapi se recargaron con la tormenta de 2017, luego de un verano muy crítico de aquel año. Foto: INTA.

Esta vez, las proyecciones climáticas para el verano recién iniciado no anticipan grandes lluvias, sino más bien lo contrario, con lluvias por debajo de lo normal (en un período de por sí seco en condiciones normales) y termperaturas más altas que en los últimos 30 años. 

Las obras de emergencia podrían tardar no menos de 30 a 45 días

Aunque el problema se venía advirtiendo desde hace meses, con fondos que incluso se reservaron por una ley que aprobó la Legislatura al declarar la emergencia hídrica en la provincia, se ha llegado a este punto sin el inicio de las obras paliativas para atenuar el impacto de la falta de agua. Se trata de la colocación de bombas adicionales, para que cuando el lago quede por debajo de la toma de agua, se pueda seguir transportando el mismo caudal, según la propuesta que elaboró la SCPL meses atrás.

El ministro de Infraestructura de la provincia, Gustavo Aguilera, justificó esa demora en la necesidad de adecuar los proyectos y la planificación necesaria para la instalación de los equipos paliativos para sostener el mismo caudal de agua que hasta la actualidad.  

“Se trabajó con la celeridad que se pudo, son proyectos técnicos que necesitan elaboración y no es sólo cuestión de poner una bomba, porque son caudales importantes y necesitan estudios previos -argumentó el funcionario, ante la consulta de ADNSUR para este informe-. No queríamos hacer algo sin proyecto y después tener que cambiarlo. Si bien estamos sobre las fechas, esto requería un análisis previo que no se podía dejar de hacer”.

El ministro de Infraestructura, Gustavo Aguilera, aseguró que las bombas adicionales se instalarán en un plazo de 45 días, si es que hay disponibilidad de equipos en el mercado.

El funcionario aseguró que el próximo miércoles, 13 de enero, habrá una reunión en Rawson con representantes de la SCPL para avanzar en la firma del convenio definitivo, en tanto para ganar tiempo “el proyecto lo va a financiar provincia y la contratación la va a hacer la cooperativa. Son obras por 100 millones de pesos y apelaremos a la emergencia por una cuestión de rapidez administrativa. Creo que en 30 ó 45 días podríamos contar con la obra, dependiendo de que las bombas a colocar estén disponibles para la compra”.

La obra del azud derivador en lago Fontana “está lista para licitarse”

Aguilera también aludió al proyecto del azud derivador en lago Fontana, para regular el caudal de agua del río Senguer, que hoy está prácticamente sin movimiento, según advierten algunos observadores de la región. 

“Aunque no se haya aprobado el presupuesto 2022, esa obra estaba incluida en el presupuesto 2021 y éste se recondujo, por lo que queda incluida la obra -señaló Aguilera-. Y si no fuera así, existe la posibilidad de gestionarla a través de la Jefatura de Gabinete, porque la importancia del proyecto lo requiere”. 

El proyecto del azud derivador estaba incluido en el presupuesto nacional 2021, pero no se avanzó en la licitación. ¿Qué pasará en 2022?

En cuanto al proyecto, detalló que el nivel de estudios ambientales que requiere la etapa de licitación ya ha sido cumplimentado, por lo que la obra estaría en condiciones de iniciar al menos el proceso de llamado público a la presentación de ofertas, por trabajos que demandan a valores del año pasado unos 1.000 millones de pesos.  

“La licitación de la obra del Fontana va a depender de lo que se acuerde en torno al financiamiento con Nación, pero los pliegos pueden estar en 45 días. Cuando se contrataron los estudios técnicos y ambientales se habían elaborado los pliegos, pero habrá que readecuarlos al momento de la licitación”.

Los nuevos plazos indicados por Aguilera, entonces, son de un mes y medio, tanto para la colocación de bombas adicionales, que permitiría atravesar el resto del verano sin que se agravar el problema de la escasez de agua en la región y también para el proyecto de fondo que debería instalar compuertas en el lago Fontana, para evitar que el Senguer erogue su mayor caudal en época deshielo y se pierdan grandes volúmenes de agua por evaporación, como ocurre todos los años. 

Alrededor del 20 de febrero, si se cumplen esas proyecciones, las electro bombas adicionales deberían estar funcionando (aunque el bombeo de agua se verá afectado varias semanas antes de ese plazo) y la licitación del azud con algún signo de actividad. 

Si eso se concretara, al menos sería un paso adelante en la grave crisis que castiga a la región desde sus inicios. La experiencia de los últimos años también refleja que muchas veces esos plazos vuelven a extenderse cuando la fecha se aproxima.

Lo lamentable es que los tiempos de las decisiones políticas y la llegada de soluciones, incluso parciales, corren mucho más lento que la velocidad con la que el agua se evapora ante nuestros ojos. 
 

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