CAPITAL FEDERAL - La Administración Nacional Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos (NASA) lanzó en diciembre pasado un desafío para que los astronautas dejen los pañales. Lo llamó "El desafío de la caca espacial" (Space Poop Challenge), y apuntaba a mejorar el tratamiento de excremento, orina y sangre allá arriba, cuando ocurre una emergencia, no hay baño que valga y pasan días atrapados en esos trajes blancos y ampulosos. Hubo 7.766 propuestas de 130 países. Desde la Argentina se registraron 122 competidores, se enviaron 51 proyectos, y 3 argentinos resultaron finalistas, entre 24 seleccionados.

La NASA exigía que el sistema recolectara hasta 75 gramos de materia fecal y un litro de orina cada 24 horas, durante 6 días. Además, debía actuar en microgravedad (la "gravedad cero") y evitar 2 cosas: 1) que se filtrara oxígeno y 2) que el astronauta tuviera que manipularlo.

Hasta ahora se manejan con pañales para adultos. Y para 8-12 horas funciona bien. Pero en emergencias más prolongadas existen riesgos de salud debido a irritaciones o infecciones.

"No es algo glamoroso, pero sí necesario para la supervivencia", dijo el astronauta Rick Mastracchio en la presentación del extraño concurso.

EL PROYECTO REMORA

El contador y emprendedor Charly Karamanian (40 años, porteño pero vecino de Cañuelas, donde vive en una "casa sostenible" que él mismo pensó) vio la oportunidad. Y junto con el diseñador industrial Alejandro Bollana (33, de Avellaneda) pulieron y enviaron su idea.

"Charly tenía la investigación y había abordado un concepto interesante. Y me llamó para darle forma y representarlo visualmente", le dice Alejandro a Clarín.

El proyecto​ se llama Sistema de Desechos Humanos Rémora (Remora Human Waste System), porque se fijaron en el comportamiento de esos peces, de la anguila y de la anaconda.

"Nos inspiramos en la naturaleza, que tiene 3,8 millones de años de experiencia", explica Alejandro. Y así presentaron "un conjunto de tubos de silicona que succionan y permiten a los astronautas hacer sus necesidades dentro del traje espacial, de manera cómoda, limpia, saludable y sin olor: 100% innovación sustentable".

"El sistema fue pensado para que fuese tan simple de usar como el limpiaparabrisas de un auto", detallan Alejandro y Charly.

Componentes:

1) ropa interior de fibras naturales con aberturas, fijaciones y regulación para mantener los tubos rémora en su posición;

2) tubos rémora que conducen los residuos lejos del cuerpo y lavan y secan la zona genital;

3) el tubo urinal masculino compuesto por cabezal rémora con forma de anillo (incluye válvulas y sistema saniflush), tubo y conexión al módulo de procesamiento de residuos;

4) tubo urinal/menstrual femenino compuesto por cabezal rémora con forma oval (incluye válvulas y sistema saniflush), tubo y conexión al módulo de procesamiento de residuos.

Funcionamiento:

1) Antes de orinar o defecar, el astronauta presiona el botón correspondiente: 1 es orina, 2 heces.

2) Se activa la succión del tubo correspondiente, evitando derrames y olores y alejando del cuerpo las excreciones, que van a un módulo procesador de desechos.

3) Presiona el mismo botón pero más fuerte, para poner en marcha el sistema de lavado denominado saniflush.

4) Al completar el lavado, suelta el botón y el flujo de aire continúa unos segundos para secar el área.

5) La orina y/o menstruación más el fluido saniflush usado se almacenan en un contenedor de un litro, que lentamente se transforma en vapor y se libera para ser procesado por el sistema de reciclado de agua que tiene la nave. (Si se pierde presión o quedan varados en el espacio, se emplea un sistema de almacenamiento ubicado alrededor de las pantorrillas, que emula el movimiento de una anaconda trepando una pierna.)

6) La materia fecal y el saniflush van a un contenedor/cartucho removible, de un litro, fabricado a base de bioplástico para uso futuro en instalaciones de compostaje o como se hace ahora, ser eyectado para que se queme en el ingreso a la atmósfera terrestre.

7) El aire succionado por los tubos rémora se filtra y desodoriza con carbón activado y se inyecta otra vez en el traje espacial.

EL PROYECTO IWAS

El otro argentino que llegó a la final en el desafío de la caca espacial se llama Sebastián Peña Zanzot, tiene 36 años y es oriundo de Quilmes.

Su Sistema Integral de Administración de Desechos -en inglés, Integral Waste Administration System, IWAS, "tiene 3 etapas: capturar el material, transportarlo y almacenarlo -explica Sebastián-. Fue concebido como un sistema modular, así que se puede operar mecánicamente, por succión o combinando las opciones", explicó.

En parte se inspiró en tentáculos y hasta le puso Octopoop (mezcla de las palabras inglesas octopus, "pulpo", y poop, "caca") a unos brazos extensibles que en la fase 1 permiten mejorar la higiene al "separar los glúteos al momento de la recolección". Y se expanden "a demanda, mediante una botonera, cuando el astronauta necesita defecar".

En la fase 2, la opción mecánica es como un "tornillo de Arquímedes": tiene rosca, y girando sobre su eje captura el material y lo lleva hasta el almacenamiento.

La fase 3 consiste en un receptáculo de almacenamiento hecho con fibra de carbono y recubierto con un polímero que lo hace prácticamente indestructible. Se ubica en la parte de atrás del traje espacial.

QUIENES GANARON

Los 2 equipos argentinos llegaron a la final del concurso, que repartió 30.000 dólares así:

1) US$ 15.000 para el cirujano norteamericano Thatcher Cardon;

2) US$ 10.000 para el grupo Space Poop Unification of Doctors (Tony Gonzales, Stacey Marie Louie y Katherine Kin);

3) US$ 5.000 para el físico y filósofo escocés Hugo Shelley.

Fuente: Clarín

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