COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Son casi la una de la tarde y Belén Paillalef (30) está trabajando en el servicio de Clínica Médica del Hospital Regional. Con barbijo, antiparras y equipo de protección sale a la entrevista en el patio, guarda distancia y cuenta cómo son estos días de febrero. 

Ella junto a Melisa Botha y Lucas Taboada realizan la Práctica Final Obligatoria (PFO) de la incipiente carrera de Medicina en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB); institución que este año tendrá a sus primeros graduados: estos tres jóvenes.

Hasta el momento son cinco los estudiantes que terminaron la cursada completa y están habilitados para cursar la PFO, las otras dos jóvenes con Kiara Arcioni y Noelia Ruarte, quienes pospusieron la práctica por maternidad, y en los próximos meses reiniciaran sus estudios para sumarse a esta histórica camada.

LA EXPERIENCIA DE BELÉN

Son casi la una y a Belén se la ve contenta, con la tranquilidad que la caracteriza. Por lo menos así se muestra en las dos oportunidades que hablamos. “Estoy terminando el servicio de Clínica Médica, yo había empezado en la última semana de febrero, pero como son cuatro meses dije continuo y trato de terminar esa rotación. Ahora estaría terminando la semana que viene y ya me quedan las otras, que son dos meses cada una”.

Belén puede ser la primera médica en recibirse en Comodoro Rivadavia, aunque ella elige ser cautelosa. “Uno nunca sabe”, dice. Sin embargo, sí espera recibirse antes de la fecha de exámenes para residencias.

Al ser consultada por la práctica asegura que es positiva. “Esta bueno, ves como se trabaja en el día a día y también algunas dificultades que se tienen. Por ejemplo, en los libros a veces se estudia una patología y se piden un montón de cosas y por ahí llegás a la práctica y tenés que buscar la mejor alternativa para el paciente”, dice con seguridad.

Belén asegura que su rol es similar al de un residente; siempre están acompañados y la última palabra la tiene el médico. La carga horaria también es similar; están de lunes a viernes de 8 a 16 y cumplen una guardia semanal de 12 horas. 

En su caso le tocó cubrir internación y consultorio. En una primera etapa, antes de la pandemia, pudo ir a consultorio de neumología, infectología y endocrinología; ahora, por protocolo, solo puede asistir a Clínica médica y Endocrinología.

“Por suerte siempre hay buena predisposición de los médicos del hospital, hay un buen ambiente de aprendizaje. Me gustaría llegar a rendir este año la residencia para seguir formándome, porque eso es lo mejor que uno puede hacer”.  

La PFO había comenzado a finales de febrero del año pasado. Sin embargo, en plena pandemia la práctica se suspendió y los chicos, como muchas actividades, quedaron en la nebulosa. 

Durante varios meses esperaron respuestas y al no llegar se sumaron a un reclamo nacional. Estudiantes de medicina de todas las facultades pidieron que los dejen realizar la PFO, y luego de arduas gestiones lograron que los escuchen.

En noviembre, y tras una firma de convenios entre la universidad y Salud, se reinició la Práctica Final Obligatoria en el Hospital Regional de Comodoro. Para evitar el amontonamiento de gente las autoridades decidieron que los estudiantes se distribuyan en diferentes servicios. Así Belén terminó en Clínica Médica, Lucas en Pediatría y Melisa en Tocoginecología.

Ahora se viene la primera de la vuelta de una rotación que dura un total de 10 meses (8 semanas en pediatría, 8 en tocoginecología, 8 semanas en Cirugía y 16 semanas en clínica médica). Belén pasará a Tocoginecología, Lucas a Clínica Médica y Melisa a Pediatría. 

LUCAS, DE PEDIATRÍA A CLÍNICA

Cuando hablo con Gabriel Sebastián, el director de la carrera, me cuenta que a Lucas lo adoran en Pediatría por la predisposición que tiene. 

Al joven, que ya terminó la práctica en ese servicio, se lo ve contento durante la entrevista y al ser consultado por su experiencia asegura que “fue todo un descubrimiento".

“Si bien nosotros llevamos cinco años en la parte teórica, y metido en el hospital, la práctica final es completamente distinta”, dice sin rodeos. “La PFO te da ese envión que te hace falta para tratar de darle el punto final a la carrera. Los médicos te dan miles de oportunidades para que puedas crecer, aprendas lo máximo posible y si estás interesado en alguna otra especialidad lo charlan para que te den un contacto. La gente del hospital es excelente en ese sentido, más si te ven comprometido”, dice con alegría.

Sobre su primera etapa en el nosocomio, el joven asegura que lo que más le sorprendió fue la vulnerabilidad que viven muchos pacientes. “Una característica que tiene el hospital es que recibe al 90% de Comodoro, exceptuando a los que tienen obra social, y no todas las personas tienen el mismo contexto. Hay personas que tienen un contexto muy difícil, muy duro, pero te tenés que acostumbrar, adaptarte, y adaptar tu forma de atender para trata de cubrir esas necesidades, pero hay mucha vulnerabilidad”. 

En su caso, Lucas iba a iniciar la práctica en mayo, pero por la pandemia recién pudo hacerlo en noviembre. Ahora pasará a Clínica Médica. Asegura que “al principio veía un poco negativo el contexto de la pandemia, pero después tuvo su rédito”. 

Con todo este tema de la bioseguridad y los cuidados que tenés que tener con los pacientes pudimos aprender el doble, porque si bien te lo inculcan, hasta que te la apropias pasa tiempo y con todo esto que pasa hoy en día tenés que apropiartelo rápido”.

Al joven se lo ve feliz y al ser consultado por la posibilidad de que sean los primeros médicos recibidos, también tiene cautela, como Belén. “Entre nosotros tratamos de bajar un poco los niveles de ansiedad porque hay mucha expectativa con eso. Pero para mi es un orgullo, más representando a esta universidad y sabiendo que el día de mañana si Dios quiere vamos a trabajar en este hospital. Poder generar un buen impacto a nivel sociedad es buenisimo”.

MELISA, DE LA UNI AL DETECTAR

Los chicos en tiempos de pandemia estuvieron abocados a tareas de voluntariado. Al principio trabajaron en mesa de entrada diferenciando pacientes respiratorios de no respiratorios, y luego se distribuyeron en diferentes tareas. A Melina Botha fue habitual verla en el Plan Detectar, hisopado gente o haciendo el triage que definía si era necesario el test rápido o no.

En su caso, ella comenzó la práctica en Clínica Médica junto a Belén. Sin embargo, al suspenderse las actividades por la pandemia, continuó en Tocoginecología para respetar los protocolos impuestos. Así, le tocó en esta primera etapa rotar por el Hospital Regional, el Centro de Salud del Quirno Costa, la Secretaría de Salud del Municipio y el Centro Especializado en Salud Integral de Adolescentes (CESIA). 

“Es una experiencia que es muy buena para cualquier alumno, te ayuda a formar un carácter o tener más confianza a la hora de tratar con un paciente. La Universidad te da más la base teórica, tenés un poco de práctica, pero en la PFO al estar todos los días con pacientes y viendo distintas realidades, distintas situaciones, te ayuda para saber cómo llevar el trabajo día a día”.

Melisa asegura que el periodo sin clases fue todo incertidumbre, y como sus compañeros, considera que trabajar en pandemia es un plus que tienen que aprovechar. “Nosotros vemos todos los días cómo es el trabajo de los médicos, las enfermeras y las administrativas. Pero además es muy gratificante poder tratar y ver cómo uno puede o debe abordar la situación según el contexto de la paciente. Es muy distinta la teoría de la práctica, hay cosas que son más fáciles de llevar y otras no tanto, y esto nos ayuda a ver esa experiencia donde muchas veces el médico resuelve esas situaciones que van más allá de la enfermedad”.

El FINAL DE UN LARGO CAMINO

Se espera que a mediados de año los chicos finalicen sus prácticas y se reciban de médicos. Mientras tanto, otros estudiantes, entre ellos las dos jóvenes que habían comenzado su práctica el año pasado, iniciarán la PFO.

La pregunta que surge es qué sucede con aquellos universitarios que aún no terminaron de rendir finales o no pudieron completar las prácticas de la cursada. Gabriel Sebastián asegura que ya está trabajando en ese sentido, pero muchas cosas dependen del contexto. “Eso es lo que está faltando por la pandemia, que tiene que ver con esto de la circulación, que los estudiantes pueden reiniciar los prácticos de las materias clínicas, porque ellos tiene 100 horas de práctica de clínica, entre 30 y 40 horas de pediatría y cirugía, y práctica de tocoginecología. Tenemos 20 alumnos en cuarto y 9 alumnos en quinto, pero vamos a tener que ver la situación epidemiológica para que puedan ingresar y realizar las prácticas. Por el momento se está planificando cómo se van a llevar adelante, se van a tener que hacer convenios, pero la incertidumbre no es de las autoridades, es por la cantidad de los casos. La realidad es que a nosotros nos interesa que terminen y se reciban. A nosotros no nos interesa tener al alumnado parado; nuestro trabajo es que terminen la carrera. Uno entiende la situación hay chicos que quieren recibirse para trabajar, pero nos ha tocado un contexto crítico donde la idea es proteger y cuidar, lo mismo que ellos deberán realizar después”, sentenció Sebastián. 

Así, en los próximos la ciudad va a poder tener su primera camada de médicos, un hito después de muchos años de lucha, gestiones y críticas, pero también un gran logro de la universidad pública que permitirá que otros jóvenes sueñen con ponerse el guardapolvo blanco sin necesidad de dejar su pago, su familia o abandonar su sueño por cuestiones económicas. 

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