“Yo crecí pensando que no sabía pintar”, dice Cristian English y la frase retumba en las paredes. Es imposible pensar que este artista comodorense que pintó a Adolfo Pérez Esquivel, por elección del Nobel de la Paz, y emocionó a Gianinna Maradona con un mural del Diego, haya creído alguna vez que no sabía pintar. Es que su arte llega a todos y con una marca registrada propia, algo difícil de lograr para un artista.

Cristian el último jueves recibió a ADNSUR en el taller que tiene en el barrio Pueyrredón, allí donde vivió su abuela y pasó muchos días de su infancia. Entre guitarras, estudio de grabación y pinturas, contó parte de su historia y adelantó que este domingo participará de una gran tocata donde un grupo de músicos interpretará “Puente” de Gustavo Ceratti.

Cristian habla como pinta, sin prisa y con calma. Confiesa que pintar un billete le puede llevar hasta cuatro días y que el tiempo es lo de menos; lo importante es que el trabajo quede bien hecho.

Sobre sus inicios cuenta que “al principio era dibujar todo el tiempo y cada vez que podía hacía música con lo que tenía a mano”. Recuerda que a veces intentaba tocar el piano, aunque siempre se encontraba con la barrera de los adultos, porque como dice: “cuando sos chico no te dejan y a veces me dejaban menos de lo que te suelen dejar”.

Ese piano de pared que habla es el primer instrumento que recuerda. Era de su madre, una docente de quien quizás heredó la pasión por la música. “Ella había hecho el profesorado pero no lo tocaba, no le gustaba. Yo lo tocaba cuando podía. Pero estaba todo el día cantando y dibujando con lápices, crayones, lapiceras Bic, azul, negra y roja. Esas eran mis herramientas de trabajo, siempre con papel de fotocopiadora. Como mi mamá era docente, ella se ponía a corregir carpetas y nosotros dibujamos. Era muy común dibujar con hermana Laura”, recuerda con una sonrisa en el rostro.

Del dibujo también tiene otros grandes recuerdos. Por ejemplo, cuenta que sus compañeritos le pedían que los dibuje, pero a él no le gustaba mucho, y que copiaba también muchas imágenes, entre ellas de "Las Tortugas Ninjas y cosas así”.

Ampliar contenido
Del Instagram de cristianenglishok

A los 13 años, cuando ya vivía en Las Torres, tras haber vivido en Caleta Olivia, Comodoro, Mendoza, y otras vez Comodoro, por el trabajo de su papá - un jefe de equipo petrolero que falleció un año antes de jubilarse cuando era coordinador del IAPG - Cristian tuvo su primer giro en el arte; una de las tantas etapas que lo marcó.

“Cuando tenía 13 entré a la escuela de Arte y había que elegir entre música y plástica, pero como en plástica no me encontraba, me metí en música y empecé a estudiar guitarra con Alberto Morellí y me enamoré perdidamente de la viola. A partir de entonces nunca más dibujé y me dediqué exclusivamente a tocar la guitarra, sacando canciones, aprendiendo solos y tocando con toda la gente que podía tocar”.

Cuando terminó la secundaria, Cristian decidió estudiar una carrera universitaria. En su familia el arte era un hobby y no una profesión, y “así decidió estudiar algo de verdad, lo que el tiempo demostró que era una falacia”, dice con alivio.

En ese momento, entró a la Universidad de Buenos Aires (UBA) a estudiar Relaciones del Trabajo. Hizo hasta segundo año y dejó. Por ese entonces, ya había empezado a trabajar como pasante en una empresa de personal eventual y seguía haciendo música con amigos. Incluso tuvo dos experiencias juntas que lo ilusionaron: una donde el cantante era la mano derecha de Diego Gvirtz, y la otra en la banda de Jey Mammon. Sin embargo, una banda se desarmó, y en el segundo caso, el cantante se dedicó a la tele.

Para él fue “tremendo” el hecho de que no funcionaron esas experiencias, ya que era la posibilidad de comenzar a tocar en serio por el circuito de Buenos Aires. Sin embargo, la vida continuaba y mientras se pinchaba en el ámbito educativo y en el musical tenía un tropiezo, crecía en el ámbito laboral, quedando efectivo en la empresa, trabajando 9 horas por día, aunque no era lo que más le gustaba.

CAMBIAR PARA ENCONTRAR

Con ese sin sabor, sumado a la muerte de su abuelo paterno, Cristian se animó a patear el tablero y decidió irse a España tres meses, con solo 300 euros y los pasajes ida y vuelta, siguiendo la Ley de atracción, algo en lo que cree fervientemente. 

“Estaba muy bajoneado y dije me voy, si me muero me muero y si me va bien es porque la ley de atracción funciona. No iba con planes de tocar la guitarra, pero la llevé por las dudas, y llegué y empecé a buscar un hostel y era de un argentino, atendido por una chica de Buenos Aires que vivía a tres cuadras de donde vivía yo. Salí a caminar por Madrid y había un pibe en la plaza que estaba tocando Ruta 66. Nos quedamos hablando y al otro día volví, nos pusimos a tocar y cayó una persona que dice que conocía Argentina y preguntó de dónde éramos. Él dijo que era de Trelew, no lo podíamos creer. Así que nos quedamos hablando".

Cristian se entregó al destino siguiendo lo que sentía, y a los tres meses volvió a Buenos Aires con la cabeza renovada. Así decidió intentar una vez más en la universidad, esta vez psicología. 

Su experiencia universitaria también duró poco, pero fue definitiva. “Me pasó algo que me había pasado cuando estudiaba recursos humanos, que era que mis compañeros me preguntaban para qué estudiaba eso si me gustaba la música. En psicología me volvió a pasar lo mismo y me lo empecé a replantear”.

Por ese entonces Cristian tenía 23 años y había vuelto a dibujar hace poco, una noche que su hermana, la artista Laura English, lo invitó a pintar a él y a su hermano Matías, mientras pasaban el rato. Primero Cristian dijo que no, tenía una frustración con la pintura, admite. Sin embargo, cuando vio que su hermano se sumó, no quiso quedarse solo mirando tele, pero nunca imaginó que otra vez el arte le iba a dar un giro a su vida.

Esa noche, pintó un retrato de Gardel con lápices de tiza. Estaba tan entusiasmado que no paró hasta que lo terminó y sin querer se reencontró con la pintura, está vez con los elementos adecuados.

Cristian recuerda esa madrugada como si fuese hoy. “Me acuerdo que mi hermano Matías se puso a pintar y yo me quedé solo mirando la tele y dije vamos a pintar también. Pero mi hermano se cansó y se fue a mirar la tele y mi hermana se fue a dormir. Yo seguí, terminé el dibujo como a las 5 de la mañana y me fui a dormir. Al otro día me levanté súper entusiasmado porque nunca había utilizado materiales profesionales, y al usar los materiales de mi hermana me encontré en un mundo que no conocía".

Al otro día, Cristian se levantó con ganas de seguir pintando y lo hizo. Esta vez el dibujo de una familia que era una publicidad de Coca Cola. 

Como su hermana pintaba y participaba de ferias en la ciudad, un día decidió acompañarla para ayudarla a vender y también vendió dos de los suyos.

Así, Laura y Cristian decidieron crear "Caracol artesanías", un emprendimiento de dibujos que vendían a través de Facebook. Cuenta Cristian que llegaron a vender a diferentes países, pero luego se separaron y cada uno siguió por su lado; ella con su taller y él con trabajos a pedido.

Estaba en eso cuando él decidió dejar los estudios, sabiendo que el arte ya daba aunque sea un pequeño respaldo.

Una tarde decidió ir al Borda a realizarse un test vocacional y el consejo de la profesional fue el impulso que necesitaba. “La psicóloga en un momento me dijo ‘yo tengo muchos chicos acá que vienen con tu misma situación, pero me acuerdo puntualmente uno que me decía exactamente lo mismo que vos y yo le dije dedicate al arte, dedicate a lo que te gusta y hace poquito lo vi en la tele’. Me dio tanta esperanza eso, que llegué a mi casa, lo llamé a mi viejo y le dije 'no voy a estudiar más, me voy a dedicar al arte'”.

Así comenzó a dedicarse de lleno al arte, primero junto a su hermana y luego solo, realizando trabajos a pedido. Desde entonces fue todo crecimiento, primero con retratos, cuadros que vendía en Plaza Francia, o pedidos de amigos que le encargaban dibujos para darle una mano. Mientras tanto, continuaba aprendiendo.

“Siempre estuve muy enfocado en generar. No es ‘ahora pinto’ y me pongo boca arriba, sino pinto y me dedico a pintar. Al principio fue difícil y agarré laburitos que me iban bancando algunas cositas. Por ejemplo, repartí facturas unos meses. Pero fue difícil y en una crisis estuve a punto de tirar la toalla. Estaba súper angustiado, muy endeudado y no podía bancar la parada, pero justo me contrataron para sacar fotos en la Embajada de Chile y la chica que estaba filmando el evento me comentó que estaban buscando un muralista. Yo no hacía murales, pero me presenté”.

Cuenta Cristian que al otro día terminaba la convocatoria. Cuando llegó los seleccionadores se estaban yendo. Sin embargo, pudo presentarse. La convocatoria "Ventanas de Buenos Aires" buscaba pintar a alguno de los premios Nobel, sitios de esa ciudad y figuras emblemáticas. Él eligió a Adolfo Pérez Esquivel, y terminó siendo seleccionado, gracias al propio Nobel de la Paz que eligió su boceto entre varias opciones.

Mural Adolfo Perez Esquivel en el Hospital Rivadavia by Cristian English

Así comenzó su caminó en el muralismo, llegando a pintar hasta tres por mes, algo que le permitió acomodarse. Frente a ese escenario esta vez a la música le tocó quedarse en pausa.

ENTRE LA MÚSICA Y LA PINTURA

Por ese entonces, Cristian viajaba de Buenos Aires a Comodoro continuamente, hasta que un día, al ver que tenía mayor cantidad de trabajo acá y los números ya no cerraban, decidió radicarse en Comodoro, una decisión adecuada por la pandemia que poco tiempo después paralizó todo.

En ese momento ya había incursionado en los glower pintados a mano y también en los billetes pintados, iniciativa en la cual comenzó a participar gracias a una invitación de una fundación. El primero que hizo fue Olmedo y tuvo mucha difusión, positiva y negativa. Así que decidió pintar a Favaloro. Es que como dice: la discusión se da en torno a quien es merecedor de estar en un billete.

Ampliar contenido
Del Instagram de cristianenglishok

En la actualidad, Cristian combina música con pintura en Comodoro. Recientemente sacó su primer disco "El viejo entre animales" y ya se prepara para lanzar el segundo, aunque esta vez lo hará con simples. Mientras tanto sigue pintando, no solo a pedido sino también en distintos barrios de la ciudad.

Algunas de sus obras se pueden ver en Kilómetro 3, el Centro, Standard, cervecerías y clubes de fútbol, como Newbery y Caleta Córdova. Es que alguna vez Pablo Fogo, sobrino de Miguel Abuelo, le dio un sabio consejo que decidió escuchar y seguir: “Pinta a tu pueblo y serás universal”.

El viejo entre los animales
ADNSUR está certificado por CMD Certification para la norma CWA 17493 de JTI, octubre 2024-2026. Ver más
¿Querés mantenerte informado?
¡Suscribite a nuestros Newsletters!
¡Sumate acá 👇🔗!
Recibí alertas y la info más importante en tu celular

El boletín diario de noticias y la data urgente que tenés que conocer