Qué es de la vida de Noelia Soto, la primera comodorense que participó de un reality y llegó a la final de Latin American Idol
En tiempos de mensajes sms y tarjetas de teléfonos, Noelia Carolina Soto fue la primera hija de Comodoro Rivadavia que participó en un reality show, tal como luego hizo Gastón Salas y ahora Kalia Manzur, la pastelera que será parte de la nueva edición de Bake Off. A quince años de su participación en el certamen internacional, Noelia, quien es madre, docente y cantante, dialogó con ADNSUR, recordó aquellos años y contó su nuevo proyecto en pareja: Amapola, un dúo que canta por placer.
En 2006, Noelia Carolina Soto se convirtió en la primera comodorense en participar de un reality show, formato que hoy la rompe en diferentes géneros. Con apenas 22 años terminó siendo finalista en Latin American Idol, el certamen que tenía como figura a Jon Secada y se transmitía en diferentes puntos del continente.
Pasaron quince años de aquella gran experiencia, y Noelia vive una vida completamente diferente: es madre de una pequeña bebé, maestra de música en la Escuela General Belgrano y sigue cantando, pero desde hace dos años lo hace junto a su pareja: Darío Moya, quien lo acompaña en guitarra.
“Nos dedicamos a hacer la música que nos gusta a nosotros'', dice a ADNSUR en su casa del barrio Roca, donde recibió a un equipo que la contactó por haber sido la primera comodorense en un reality. “Me doy el gusto de cantar canciones de The Beatles, o una zamba de Abel Pintos con los arreglos que a mi me gustan, y tengo la suerte de que nos gustan las mismas cosas. La idea que tenemos es seguir haciendo lo que nos gusta y que queden algunas cosas grabadas. También tenemos armado un show que queremos hacer, pero estamos esperando que la pandemia nos permita convocar gente”, adelanta quince años después de esa primera experiencia.
En tiempos de reality, como La Voz Argentina, donde participó la santacruceña Camila Garay, la charla va de un lado a otro por sí sola, aunque a fuerza de ser sincero los tiempos son muy distintos, y casi no hay comparación entre lo que pasa ahora con los participantes de este tipo de certámenes a lo que sucedía en el pasado.
Es que como cuenta Noelia, en ese entonces todo era distinto, desde la inscripción hasta la votación, y la exposición, ya que las redes sociales no funcionan como lo hacen hoy, con todo lo que generan.
Por ejemplo, Noelia recuerda que para llegar al certamen sólo tuvo que llenar una planilla de inscripción, que sin foto ni video fue enviada a la producción en Buenos Aires. En la misma solo tenía que decir a qué se dedicaba, por qué quería estar en el programa y por qué consideraba que podía ser el ídolo americano. Así, fue convocada sin imaginar que iba a llegar a la final, pasando etapa tras etapa con solo un minuto y medio de presentación del escenario.
Noelia, por entonces tenía 22 años, y hacía 15 que había comenzado a cantar. Sus primeras actuaciones habían sido en el Colegio Santo Domingo Savio y en las misas. Incluso hoy, aún recuerda aquella primera vez que la vio toda su familia, en su comunión, o aquellos tiempos en que cantaba junto a Fito Ferreyra, quien la sumó a su grupo cuando era una adolescente.
Precisamente, con él siempre pensaban lo lindo que sería cantar afuera de la ciudad. Quizás por eso, cuando comenzó el casting para “Operación Triunfo”, no dudó y viajó a Buenos Aires para buscar su lugar en la competencia. Sin embargo, el destino le tenía preparado otros planes y no fue seleccionada, algo que la enojó mucho, principalmente porque admiraba a David Biscal y Chenoa, dos artistas que habían conocido la fama tras su paso por ese reality de origen español.
Aún con ese antecedente Noelia no bajó los brazos y cuando salió la convocatoria para Latin American Idol, decidió presentarse.
“Para mi fue algo muy lindo, pero me acuerdo que canté y dije ‘ya hice mi parte, ahora que Dios vea que hace conmigo’”, recuerda sobre sus inicios en el certamen. Y vaya que lo hizo. Noelia comenzó a pasar etapa por etapa, gracias también a la votación de la gente que miraba la señal Sony Entertainment Television, el canal internacional que transmitió el certamen.
Así, cada jueves miles de familias se sentaban a ver la competencia, por supuestos muchas de ellas de Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia, donde vive su abuela.
“Fue muy lindo todo. En Caleta solo pasaban el programa en Directv, entonces mis amigos se juntaban en la casa de uno y lo miraban ahí. La gente de Caleta después mandó cartas a Canal 2 para que lo incluyeran en la grilla y lo terminaron incluyendo, y por la repercusión que tuvo acá la gente del cine ofreció la sala del Teatro Español para que la gente vaya a ver el programa ahí”, recuerda con alegría.
La cantante cuenta que en la entrada al teatro, su papá a modo de broma le decía a quienes iban que si no llevaban celular no entraban. Es que a diferencia de ahora, que se puede votar a través de un código QR en forma gratuita, antes había que hacerlo mediante mensaje de texto e implicaba tener crédito para enviar el mensaje, un lujo que muy pocos adolescentes se podían dar.
Además, como no había tanta difusión como ahora, época de medios digitales y redes sociales, su familia tenía que apelar a la propaganda mediante volantes que imprimían en la ciudad y repartían en el centro y el barrio.
Finalmente, Noelia llegó a final del Latin American Idol, y aunque para muchos debería haber sido la ganadora, se quedó con el segundo lugar, por detrás de Mayre, una chica venezolana. Con el segundo puesto, la joven regresó a su pago chico como una estrella e incluso brindó un gran show en el Club Huergo, el más importante de su carrera, admite.
“Fue una cosa hermosa, me sentí Gloria Stefan cantando en el super bowl”, dice entre risas. “Igual tenía terror porque había mucha gente, uno al lado del otro. Pero fue un momento único, igual que un festival que se hace en la playa en Madryn, que fue hermoso”.
Gracias a su participación en el certamen, Noelia viajó tres veces a Venezuela a cantar, y participó de diferentes eventos. Sin embargo, lejos de elegir irse, optó por quedarse cerca de los suyos. Es que como dice no quería ser una estrella con todo lo que eso significa.
“Yo quería que me escucharan, mi intención nunca fue llenar un estadio, ni tampoco acá. A mí me encanta cantar, es lo que más amo en la vida, pero nunca mi objetivo fue ser como Shakira, una artista internacional. Siempre el objetivo fue por lo que yo pueda generar. Entonces si en un asado de familia una persona se emociona, listo, para mí ya está”, dice con orgullo.
La entrevista va llegando a su final y la pregunta es inevitable. ¿A la distancia qué fue lo mejor que le dejó participar del reality? Ella contesta segura. “Principalmente lo era mi objetivo cada semana, cada vez que yo me subía a cantar era pensar es otra oportunidad más de cantar una canción que dura un minuto treinta y que me permite llegar a un montón de hogares donde están escuchándome; en Comodoro, en Venezuela, en México, en España, en Caleta, y sabía que alguna persona que me estaba mirando por televisión se estaba emocionando de la misma manera que mi abuela que me estaba mirando en Caleta. Entonces es dejar algo que marque, que genere cosas bonitas. Hasta el día de hoy me pasa que voy a comprar algo y entrego mi documento y me dicen ‘vos sos la de la tele, yo te vote’. Pasaron 85 años”, dice entre risas, “pero hay gente que se sigue acordando. Eso es lo más lindo que me queda: haber entrado a la casa de alguien y que ese alguien espere el momento para verme cantar".