Cuando la democracia valía un viaje a dedo: la conmovedora historia del joven que desafió todo por emitir su voto en 1983
El periodista Luis Orellana emprendió su viaje con una bolsa con pocos alimentos y un pequeño bolso con pertenencias personales. Organizó su viaje en tres tramos y contó con la solidaridad de los camioneros durante el trayecto, quienes le permitieron llegar a tiempo para votar en su ciudad natal.
Después de más de un día de viaje, Luis Orellana, un joven estudiante oriundo de Rawson, protagonizó una de las historias más emblemáticas del retorno a la democracia en Argentina.
A sus 22 años - en un país que se preparaba para las primeras elecciones libres tras la dictadura militar- Orellana decidió emprender un viaje a dedo desde La Plata hasta Rawson para ejercer su derecho al voto.
Sin recursos económicos suficientes para costear el pasaje, emprendió una travesía llena de esfuerzos y solidaridad.
En octubre de 1983, el joven estudiante comenzó su viaje con apenas 5000 pesos de la época, una bolsa con tres huevos duros, cuatro manzanas y un pequeño bolso con sus pertenencias personales.
Decidido a llegar hasta la capital provincial para votar; su viaje comenzó por la Ruta 3 con tres objetivos intermedios: primero hacia Azul, luego Bahía Blanca y desde allí el trayecto hasta Chubut.
A pesar de la incertidumbre, lo motivaba el fervor democrático que impregnaba la sociedad tras años de represión, terror y desaparecidos que golpeó a La Plata con especial intensidad.
Durante su trayecto, muchos automovilistas y camioneros lo ayudaron, algunos atraídos por su ingenioso cartel de cartón que decía: "Viajo a Chubut a votar, por favor, lléveme".
Este simple mensaje capturó el espíritu del momento, pues la efervescencia social por el regreso de la democracia era palpable.
La recuperación de la democracia había despertado una ilusión colectiva por el futuro del país y la historia de Orellana (como tantos jóvenes de esa generación) resonaba como un símbolo de compromiso cívico.
"Todo el mundo estaba contento porque volvía la democracia", recordó Orellana en una entrevista con ADNSUR.
"Había mucha ilusión por elegir a nuestros gobernantes y mucha gente se entusiasmaba al saber que yo había hecho un viaje tan largo solo para votar", afirmó.
A pesar del cansancio y las largas horas sin dormir, su espíritu no decayó impulsado por el optimismo que prevalecía en aquel tiempo.
Después de más de un día de viaje, Orellana llegó a Rawson a tiempo para emitir su voto. Sin embargo, no fue solo una jornada electoral para él sino también un reencuentro con su familia, amigos y seres queridos.
A los pocos días de emitir su voto, Luis emprendió el regreso a la "ciudad de las diagonales" en colectivo satisfecho por el deber cumplido en el que se reflejó su pasión por la democracia que cristalizó el anhelo colectivo de toda una generación.
Esta historia de sacrificio y compromiso ciudadano se mantiene como un faro de compromiso cívico para ejercer el derecho al voto, especialmente en momentos históricos como en 1983, cuando millones de argentinos sintieron que su participación era fundamental para el futuro del país.
EL DESAFIO DE LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA
A más de cuatro décadas del retorno a la democracia en 1983, Argentina sigue siendo un ejemplo en la región sobre la manera en que el ejercicio participativo fortalece las instituciones y garantiza los derechos de los argentinos.
Las manifestaciones, los reclamos pacíficos o bien la participación en organizaciones sociales son pilares fundamental para que el sistema democrático goce de buena salud.
Los consejos vecinales, las organizaciones no gubernamentales y los movimientos sociales son ejemplos claros de cómo la ciudadanía puede influir en la toma de decisiones más allá del acto electoral. En algunos casos, algunos municipios se atrevieron a dar el paso de presupuestos participativos con resultados interesantes.
Esta participación es clave en un contexto global donde las democracias enfrentan desafíos como el aumento de la desconfianza en las instituciones y la aparición de movimientos que buscan debilitar el consenso democrático mediante mensajes violentos en las redes sociales y actitudes provocadoras en la vida cotidiana.
Desde las movilizaciones por derechos humanos en los '80 hasta las protestas sociales de 2001, el pueblo argentino se organizó para exigir justicia, transparencia y un Estado que garantice la igualdad de oportunidades.
A 41 años de la recuperación de la democracia, la participación activa de su ciudadanía es una garantía de que el país no volverá a retroceder en materia de derechos.
Fortalecer esta democracia implica no sólo garantizar elecciones libres y transparentes sino también fomentar la inclusión de nuevas voces y perspectivas en el debate público con el objetivo de promover una sociedad más justa y equitativa.