De ser la más progresista del sur, a convertirse en una sucursal del conurbano bonaerense: la terrible metamorfosis que sufrió Trelew
La desaparición del parque industrial textil, con el cierre de sus fábricas y el crecimiento de la desocupación, constituyen una de las explicaciones. Pero se trata de una crisis que incluye a su dirigencia política y empresarial. Una ciudad que era eje de servicios en la zona, y que ahora no para de producir empleados públicos y planes sociales.
Hay una coincidencia general de toda la dirigencia política chubutense, y es que el panorama que presenta Trelew es inédito, nunca visto en su historia. Sus niveles de pobreza y desempleo van de la mano con una falta de visión, una pérdida del protagonismo que supo tener, una carencia de ideales: nadie sabe explicar hacia dónde apunta el perfil de la ciudad, porque parece haber perdido su identidad.
Las noticias de los últimos días, con la novela en torno al cierre de una insignificante gerencia zonal del Banco Nación, sumados a otra historia de nunca acabar como el balizamiento del aeropuerto -una obra que debería estar realizada hace ya mucho tiempo y que impide a la ciudad tener vuelos nocturnos-, son muestras de lo mal que está la situación.
Una de las pocas ideas que podría haber generado inversión a futuro, como fue el proyecto de una central de logística y transporte en el ingreso norte a la ciudad, quedó en la nada, en medio de discusiones sobre expropiaciones de tierras y costo económico con los concejales. El Mercado Concentrador para la producción de alimentos de la zona, nunca terminó de despegar: existe, pero no tiene el rol para el que fue pensado.
Un proyecto interesante para la ciudad podría ser la irrigación de la meseta intermedia: se habla de una mega inversión extranjera para poner en producción miles de hectáreas con agua del río Chubut. Pero cada vez que se lo plantea, encuentra objeciones y trabas a cada paso, ante la única producción que parece funcionar en la zona, que es la del NO. Mientras tanto, siguen cerrando los locales comerciales en el shopping y en el centro de la ciudad, que en otras épocas supo tener un gran movimiento que atraía a consumidores de otras localidades.
Para los vecinos históricos, es inevitable la mirada nostálgica al recordar que a mediados de los 80 y comienzos de los 90, todavía la ciudad tenía los mejores hoteles de la zona y el aeropuerto internacional, que de la mano con la intersección de las estratégicas rutas 3 y 25 la convertían en el nudo comunicacional y comercial de la región.
Trelew era el eje sobre el que giraban todos los tours de turismo, y su poderío económico se reflejó en una exposición realizada para su centenario en 1986 y que fue visitada por el Presidente Raúl Alfonsin. Años después, en los 90 la muestra pasó a llamarse Expo Trelew, un clásico anual con la convocatoria a todas las empresas de la ciudad, que hoy ya no existe.
Como contrapartida a la caída de los negocios, lo que se reproduce, ante una situación de penuria económica, son los planes sociales, así como las mutuales y las cooperativas de trabajo con financiamiento estatal. En ambos casos, se trata de alternativas que no están mal de por sí, pero debería tratarse de paliativos para afrontar una crisis de manera temporal, mientras se piensa en una salida a futuro con una inversión estable y genuina.
De acuerdo a datos relevados por ADNSUR, hay aproximadamente unas 4 mil personas en Trelew que reciben bolsas de alimento de Desarrollo Social de Nación, a través de los movimientos sociales, y unas 3 mil personas perciben 16.500 pesos mensuales del plan Potenciar Trabajo, que es una contraprestación de tareas de limpieza de espacios públicos, escuelas, desmalezamiento y otros trabajos.
En Trelew, desde hace años el objetivo pasó a ser –como en una familia de bajos recursos- subsistir para llegar a fin de mes. Se obtienen fondos para hacer cordones cuneta, para ladrilleras, para reciclar cartón, para impulsar capacitaciones a pequeñas empresas ligadas a lo artesanal: pero siguen faltando las grandes obras, las inversiones que atraen más inversiones.
La llamada “economía social” es una buena solución que apunta a financiar a micro emprendedores que quieren salir adelante, pero de ninguna manera genera un movimiento económico que se traduce en un “efecto derrame” en el resto de los vecinos.
Al hablar de una mirada sobre el perfil a futuro, se escucha de los funcionarios la expresión de deseos de la reconversión del parque industrial y de la instalación de un polo vinculado al turismo de eventos y de museos, de la mano con una idea de aquellos visionarios de hace 40 años, que desarrollaron el Museo Paleontológico que hoy puede ser la llave para la organización de reuniones.
Pero los intereses de Trelew chocan con sus ciudades vecinas, que avanzaron a pasos más rápidos. Mientras otras localidades parecen tener más claro hacia dónde van, Trelew sigue sin encontrar su perfil: la falta de visión de su dirigencia es una de las claves del problema.
COMPETENCIA
La situación que vive Trelew es inevitable compararla con su vecina Puerto Madryn, ubicada a 60 kilómetros. Hace 50 años, la primera duplicaba en población a la segunda, que siempre contó con su extraordinario golfo de aguas profundas, sus atractivos naturales y sus muelles aptos para grandes embarcaciones.
Sin embargo, la actividad comercial y turística estaba en Trelew, que tenía la mayor cantidad de camas y los mejores locales para ir a comprar. Pero de manera paulatina, de la mano de una inyección económica y un derrame evidente de una mega industria como Aluar, sumando la actividad pesquera y luego el impulso al turismo, Puerto Madryn fue creciendo a pasos agigantados.
Hoy su aeropuerto ya compite en tráfico que el de la vecina ciudad, la duplica en camas y es el eje de la distribución del turismo en la región. Mientras Trelew quiere ser eje de la organización de eventos, Madryn y su hotelería ya concentran esta actividad hace años: quien asiste a un evento allí, disfruta de infraestructura y paisaje.
No por nada hay una gran ansiedad y expectativa en la ciudad del golfo por los datos que va a arrojar el próximo censo: hay una sensación de que el crecimiento ha sido tan grande, que ya es probable que pueda haber superado a Trelew en cantidad de habitantes, ubicándose como la segunda localidad más grande de la provincia.
Si Trelew perdió su actividad comercial y turística a manos de Puerto Madryn, hay que decir que fue virando en los últimos 20 años a un perfil “administrativo”, manera elegante de definir lo que en realidad es otra cosa: la expectativa de sus habitantes, en una ciudad sin industrias, pasó a estar casi exclusivamente en un puesto en el Estado.
Un dirigente peronista de Trelew suele decir que la ciudad se convirtió en “el dormitorio de Rawson”, en alusión a la enorme cantidad de sus vecinos que trabajan de empleados públicos en la capital, y que todos los días hacen el trayecto que colapsa la dos rutas que unen ambas ciudades, a las 8 de ida y a las 14 de vuelta.
Y acá surge la comparación con el perfil de otra ciudad vecina: no es casual que los precios de terrenos y los alquileres más altos de la zona, desde los últimos años hayan pasado a estar en Playa Unión, el barrio más confortable de la capital chubutense, ubicado junto al mar. Si se trabaja en un puesto administrativo en Rawson, resulta mucho más atractivo vivir a cinco minutos –evitando pérdida de tiempo y gasto de combustible-, y con el plus de la tranquilidad: la vecindad aún mantiene bajísimos índices de inseguridad, comparada con los barrios de Trelew.
Agreguemos otro ítem, que alude a la falta de perfil e identidad de Trelew: no sólo viró hacia lo estatal, sino que, ante la caída de su parque industrial textil, sus autoridades creyeron que una opción era que sus plantas industriales se dedicaran a procesar pescado, la materia prima que se extrae en Puerto Rawson.
Si bien en los últimos dos años esto generó unos 200 puestos en el parque trelewense, el intendente actual de la capital, Damián Biss, se abocó a terminar de poner en marcha el parque industrial de Rawson, ubicado a pocos metros del puerto- que además se está ampliando en su capacidad y espera un inminente dragado del río-, y con una promoción impositiva para quienes elijan asentarse allí. Todo parece indicar que podría ser el golpe de gracia para Trelew, ya que, más allá de la pesca, son muchísimas las industrias que se están anotando para mudarse a la ciudad vecina.
Puerto Madryn y Rawson tienen salida al mar y recursos pesqueros, mientras que Trelew, ubicada en un lugar estratégico dentro de un valle con tierras aptas para cultivo –precisamente nació como eje de un ferrocarril que trasladaba la producción agrícola del valle hacia Madryn para ser comercializada en barco- no vive de la actividad productiva agrícola.
Un valle que tiene la mayoría de sus hectáreas improductivas y que cada vez cede más terreno al negocio inmobiliario: en vez de dedicarse a cultivos que abastezcan a los consumidores locales y que puedan procesarse en una agroindustria, hay cada vez más parcelas que son tomadas para hacer loteos destinados a inversores de alto nivel adquisitivo, una especie de country a nivel local.
PÉRDIDA DE VISIÓN
La caída del parque industrial textil –un gran motor en los años de desarrollo en los 70 y 80- fue un fenómeno paulatino, una muerte lenta que se vio venir desde hace muchos años, pero que nadie supo frenar con el aporte de nuevas ideas y gestión política para lograr una reconversión. Lamentablemente, la supervivencia de ese parque dependía de una situación de mercado internacional, y de medidas externas a nuestra provincia que nunca se tomaron. El rubro textil dejó de ser una actividad rentable, y generó una enorme cantidad de mano de obra desocupada.
Pero ese fenómeno inevitable e irreversible, debió haber sido combatido por una clase dirigente que se adelantara a la crisis que se avecinaba. Trelew fue perdiendo el parque industrial, el turismo, el movimiento comercial, y la única idea de sus dirigentes pasó por el empleo público. ¿Qué dejó para la ciudad la época de bonanza económica que comenzó en 2003 y que además tuvo dos períodos un gobernador de la ciudad? Cierta inversión en obra pública -especialmente asfalto- pero sobre todo, una altísima cantidad de ingresos a la planta de la administración pública, donde comenzaron a pagarse sueldos mejores que en la actividad privada.
Un empleado de comercio debe trabajar 6 días a la semana durante 8 horas; o en el caso de una industria, los turnos son rotativos todos los días del mes. Ante ese panorama, en la mentalidad del vecino trelewense comenzó a ser más atractivo conseguir un puesto en el sector público: turnos de 6 horas, de lunes a viernes sin incluir una gran cantidad de feriados nacionales y provinciales, y de la mano de convenios laborales con amplias ventajas.
El sector privado trelewense no pudo competir con eso: frente a ciudades como es el caso de Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn, donde la actividad económica genera empleo genuino, en Trelew la expectativa se centró en un mejor sueldo estatal con menos horas de trabajo que permitía amplias vacaciones y tiempo libre, de la mano de una caja provincial que fue la gallina de los huevos de oro que permitió ganar muchas elecciones. Hasta que se rascó el fondo de la lata, y ya la ecuación no cerró más.
El efecto fue altamente nocivo para una generación entera, que algunos llaman despectivamente los “jóvenes brillantes” pero que podríamos denominar la “generación perdida”: se trata de un grupo importante de profesionales nacidos y criados en Trelew que se formaron y volvieron a su provincia con toda la capacidad para haber continuado el legado de sus padres, pero que fueron seducidos por la comodidad.
Muchos prefirieron no arriesgar capital y en vez de apostar por un nuevo emprendimiento, optaron por la opción más a mano: un cargo importante en la administración pública, con obra social y buena jubilación asegurada. Lo que logró el Estado Pulpo, omnipresente en todos los estratos de la vida en la zona del valle -ya que si no te tomaba en un cargo, te hacía ganar una licitación y te mantenía cautivo-, fue comerse la cabeza de los potenciales emprendedores privados. El lema de la "vaca atada" causó efectos devastadores.
Entre los descendientes de la histórica dirigencia trelewense, ya nadie pareció preocuparse por el desarrollo de la ciudad, y cada uno se dedicó a cuidar su quintita siempre de la mano de la teta del Estado. Los pocos que podían por su cercanía con el poder, viajaban al exterior, o se construían fastuosas mansiones, mientras fue creciendo la mano de obra desocupada, la pobreza, la falta de inversión, y las ciudades vecinas fueron acaparando actividades.
Otro dato que ilustra muy bien la pérdida de liderazgo, es que Trelew –que en otras épocas supo tener clubes que competían y llenaban estadios en distintas actividades- se quedó sin competencia deportiva de primer nivel. Días atrás, el vicegobernador Ricardo Sastre dijo que la ciudad perdió a las instituciones intermedias que son “formadoras de dirigentes”, como puede ser un club, una sociedad de fomento, una asociación civil.
En el círculo vicioso que se convirtió la ciudad, esas entidades perdieron influencia de la mano de la caída del entramado social. Y lamentablemente, esa escuela es irremplazable: nada mejor que un club o una cooperadora para formar a futuros líderes.
SITUACIÓN POLÍTICA
En este derrotero que narra la metamorfosis de una ciudad, llegamos a lo que está viviendo Trelew hoy, con los índices de pobreza y desempleo más altos del país, y una gestión municipal que es parte del problema pero que no es la única culpable. El deterioro viene desde hace años, y el perfil del actual intendente, es el lógico reflejo de lo que la ciudad es, porque además fue votado en dos oportunidades.
Adrián Maderna es un dirigente social, y se formó políticamente trabajando en el rubro del asistencialismo. Surgió dentro de la agrupación del Frente Peronista que conducía el histórico César “Kuky” Mac Karthy, llegando a ser secretario de Acción Social en la gestión municipal de Gustavo Mac Karthy, donde fue armando un fuerte entramado de relaciones con dirigentes sociales de los barrios más populosos de la ciudad, y también con sectores estratégicos ligados a la iglesia evangélica.
Ese perfil casi de pastor religioso, con mensaje positivo y un tono de voz bajo, le fue dando un espacio en una época de mucha volatilidad. Llegó al Ministerio de Familia en la gestión del gobernador Martín Buzzi, desde donde creció para luego dar un portazo y dedicarse a armar su campaña a intendente. Terminó siendo candidato del dasnevismo en 2015, para ganarle las primarias a Máximo Pérez Catán, y las generales a su ex jefe, Gustavo Mac Karthy.
A fuerza de militancia y trabajo, Maderna armó una red electoral infalible junto a dirigentes de amplia llegada a la barriada abandonada por el resto de la dirigencia. Tuvo un aluvión de votos de los sectores más vulnerables, que fueron ninguneados por otros candidatos. En una Trelew pauperizada, empobrecida, Maderna tuvo la capacidad de detectar la necesidad de la gente y llegar con un mensaje de promesas que prendió.
Está claro que Maderna no es un estadista, ni está rodeado de funcionarios con proyectos y visión de futuro. Muchos lo califican de manera despectiva como un “administrador de pobreza”, pero es el resultado de su formación y su historia. Es un dirigente especializado en asistir a los más necesitados, que probablemente no tenga la cabeza para reconvertir el perfil y el futuro de una ciudad. Pero es a quien los vecinos de Trelew votaron en dos oportunidades, y probablemente quien mejor refleje hoy la idiosincrasia de la mayoría.
Las últimas cifras del Indec arrojan un índice de pobreza para el conglomerado Trelew-Rawson de más del 35%, el porcentaje más alto registrado en la Patagonia. La figura que más suele utilizarse para graficarlo, es el parecido que ha tomado con las zonas más complejas del conurbano bonaerense: el crecimiento del nivel de violencia en los delitos es también otra de las consecuencias de este deterioro, que vienen marcando voceros de la policía hace tiempo.
No por nada, a los partidos políticos les está costando horrores conseguir candidatos a intendente de Trelew que sean “potables”, en medio de un enorme desencanto general con la política. En off, los dirigentes provinciales reconocen que hay que ser muy “corajudo” para querer agarrar la ciudad en 2023, porque es un polvorín que parece siempre estar a punto de explotar. Es difícil encontrar nombres de nuevos dirigentes que se animen a la apuesta, aunque hay algunas excepciones: el radical Gerardo Merino y Pablo Mamet, con su nuevo partido Quiero Trelew, ya están trabajando con miras a lo que viene.
Quienes ven el vaso medio lleno, afirman que Trelew representa una oportunidad, porque lo que venga de aquí en adelante es todo crecimiento, siempre y cuando se considere que la ciudad ya tocó fondo. Algunos comerciantes han definido a Trelew como “tierra arrasada”, por lo que, desde ese punto de vista, está todo por hacer.
De lo que no hay dudas, es que el primer desafío que tendrán quienes quieran gobernar la ciudad, es definir hacia dónde se quiere ir. Hace falta saber cuál es el perfil del futuro, y en eso debe estar de acuerdo el resto de los dirigentes chubutenses: todos deberán colaborar para encontrarle a Trelew un destino y tratar de aportar ideas y capital privado. Será la única manera de que la ciudad que era “la más progresista del sur argentino” vuelva a retomar su rumbo.