“Hoy estoy viviendo el mejor momento de mi vida. Cocinarle a los artistas lo disfruto mucho”, dice Hugo Ruiz (46) cuando la charla va llegando a su fin. Son las 9 de la mañana del miércoles y Hugo está activo, preparando la agenda de un día agitado de diciembre. La música suena de fondo en su casa de calle Sarmiento y, por supuesto, todos los acordes son rock, puro rock nacional.

Hugo repasa su historia y no se olvida de aquellos que fueron fundamentales en su camino. “CDM Producciones con Gustavo y Fabián, Arriba el Telón con Hernán y Johana, y Fusión Sur con Alexis Arienti. Después tengo productores de Madryn y Trelew que me citan siempre y, por supuesto, Fede Schneider que fue mi mentor, a él le debo todo”, dice sin dudar.

El nombre de Fede aparece varias veces en la entrevista. Es su mentor, quien lo llevó a este mundo gourmet que lo terminó catapultando en los grandes escenarios del rock nacional. Es que Hugo es el chef del rock y el próximo verano, por segundo año consecutivo, estará en Cosquín Rock, el megafestival que reúne a los grandes exponentes del género.

DEL RANCHO AL ROCK

La historia de Hugo no pasa por escuelas de cocina ni grandes restaurantes, su formación comenzó en un rancho de tropa, donde aprendió los secretos básicos de un arte que cada vez lo fue atrapando más. “Yo comencé a cocinar cuando era soldado voluntario”, cuenta a ADNSUR. “Mi primer trabajo fue a los 18 años en la Fuerza Aérea. Ahí me inicié en la cocina”. 

Hugo dice que todo comenzó gracias a su madre. Él había dejado la universidad, y un día vino ella y le preguntó si quería trabajar. La respuesta fue sí y vino la condición: “te tenés que cortar el pelo”.

Por ese entonces, él tenía el pelo largo, tocaba el bajo, le gustaba la música y era un amante del rock. Argentina, en tanto, recién había eliminado el Servicio Militar Obligatorio luego de la muerte del soldado Carrasco, quien falleció tres días después de su incorporación por un hemotórax producto de una golpiza que le dieron dos conscriptos durante un “baile”.

“Yo fui de la primera promoción de soldados voluntarios. Ahí fue que comencé con la cocina. En esa época éramos 250, más o menos. Teníamos varios lugares y, como no estaba definido, un día me mandaron al rancho y me llamó la atención, pero yo no sabía ni pelar una papa, nada de nada. Me acuerdo que mi encargado me dijo ‘¿Sabés algo de cocina? ‘No’, le dije ‘¿Sabés pelar papa?’ ‘No’, ‘bueno, aprendé’ y me dieron como tres bolsas de papa, tres bolsas de cebolla y arranqué. Así hice mi carrera gastronómica, prácticamente”, dice entre risas.

Hugo en su juventud, en su faceta de músico y bajista.

En el rancho de tropa eran grandes ollas de cocina para toda una compañía, la práctica perfecta para hacer cálculos a gran escala y probar menús. Le gustó tanto ese rubro que en paralelo comenzó a capacitarse, a hacer cursos y así luego de unos años terminó cocinando a los oficiales, y en su última etapa haciendo el catering de vuelo a los oficiales superiores. 

En esa época, Hugo ya había comenzado a hacer eventos gracias a un jefe que le pidió el servicio para el casamiento de su hija, el empujón que, de alguna forma, lo hizo mirar al mundo social.

“Se casaba la hija y quería que se lo hiciera yo. Me ayudó mucho. Yo ya estaba estudiando, ya tenía otra formación, porque si bien empecé en el rancho después terminé cocinándoles a los oficiales y ahí aprendí mucho, en el sentido de que con la misma mercadería podía hacer otras cosas solamente decorándolo. Y por suerte salió re bien, quedaron contentos. Mi jefe me ayudó muchísimo en la logística y ese fue el pie que me ayudó en lo profesional”.

Por ese entonces, Hugo viajaba mucho a Córdoba y Mendoza. Se capacitaba, aprendía sobre cocina y cada vez que podía iba a un recital. Así, en uno de sus tantos conciertos consiguió uno de sus tesoros más preciados que hoy lleva tatuado en un brazo. “Me crucé al Indio en el último recital de Los Redondos. Fui a Córdoba, al Chato Carrera, 4 de agosto de 2001, todavía estaba en la Fuerza Aérea y a la vuelta se demoró el avión y los crucé. Fue un flash, no le podía hablar al Indio. Soy muy fanático. Y en un momento me dice ‘¿querés que te saque una foto?’. Yo estaba con la cámara y no me había dado cuenta. Y me sacó una foto”, dice mientras muestra su brazo. 

Agosto deñ 2001, Hugo junto al Indio Solari luego del último recital que dieron Los Redondos en Córdoba.

Hugo en total estuvo 17 años en la Fuerza Aérea y terminó siendo suboficial luego de que a los 28 años hizo el complemento en Córdoba. Pero un día dijo basta. No era lo suyo el uniforme ni las charreteras. “Yo soy rockero, del palo del rock, soy tatuador, soy músico y la verdad nunca me gustó el sistema militar, jamás me gustó. Por ejemplo, usé el uniforme dos veces por obligación, cuando me recibí y cuando me lo entregaron, pero después no me gustaba desfilar, ni nada de eso. Yo siempre estaba en la cocina y eso era un mundo aparte, por eso creo que aguanté tanto”.

Su salida de las fuerzas lo llevó a buscar otros rumbos. Lago Puelo, en la cordillera de Chubut, fue su lugar para volver a empezar. Abrió un restaurante sin carta y durante dos años apostó a la gastronomía y el turismo, pero no fue tan sencillo.

“Me gustaba, era otra experiencia, tuve un restaurante muy básico, nada pituco. Era otro mundo. No tenía menú a la carta, era lo que tenía, fue una experiencia muy linda, pero el problema era que la Cordillera es muy linda para ir a pasear, pero en lo económico es muy duro. Tenía que venir a Comodoro para compensar lo que no podía hacer allá, así que decidí volverme”.

Fue en ese momento que se cruzó con Fede Schneider y se convirtió en su mentor. “En esa época no tenía laburo y Fede me contrataba de amigo más que nada, pero vio que tenía algo y me empezó a enseñar cosas. Después me empezó a dejar clientes y en una me dijo ‘Hugo le tengo que cocinar a Divididos, ¿me acompañás? ‘Vamos. Obvio’, le dije. Iba gratis, yo soy fanático de Divididos, pero él me pagó todo. Fue una experiencia buenísima. Fuimos para CDM. En ese momento me puse serio, porque tenía que ser profesional. Después se enteraron que tengo un tatuaje firmado por Arnedo y se cagaron de risa, pero fueron anécdotas que se fueron dando en el tiempo. El segundo recital fue el Pato Fontanet. Después Fede abrió una casa de picadas, pero en un momento dijo ‘yo no lo puedo hacer más y al único que le puedo delegar esto es a vos’. Ahí agarré el primer evento formal: la Renga, CDM me dio esa posibilidad y hasta el día de hoy sigo con ellos”, dice agradecido.

Esa noche Hugo cocinó un guiso de lentejas a la olla, algo potente para palear el frío patagónico. Mientras cocinaba en vivo, amasó pan y lo sacó calentito del horno, el combo perfecto para dejar una huella.

Hace más de 10 años que Hugo le cocina a los artistas del rock, eventos donde se hace de mozo, bachero, cocinero, de todo, y no solo se cocina para la banda sino también para su staff. Con orgullo, cuenta que estuvo con más de 100 artistas, desde Sepultura, La Vela Puerca, Darka, Divididos, La Renga, la 25, Molotov y Manu Cha, el mejor artista de todos.

“Fue el mejor artista que tuve, humanamente hablando. Nos pidió ir con nosotros a Puerto Madryn y no en la combi y justo había una persona reclamando en la ruta. Nos preguntó si podía bajar, bajó, le preguntó, le dio una remera, con esa arrancó el recital y las invitó a que expresen lo que había pasado y les dio un espacio. Después cuando bajó del escenario me dijo ‘¿Qué hacés acá?, ‘te estoy esperando para que comas’, le dije. Pero me dijo, ‘no, pero no voy a comer’, y se quedó conmigo hasta el final. Esos gestos no se olvidan”.

Hugo en plena tarea de cocina.

En estos 10 años, Hugo ha cocinado en diferentes ciudades Argentinas, desde Río Gallegos hasta Córdoba, Mendoza, Buenos Aires y Madryn, sin embargo, el año pasado sucedió algo que no esperaba, fue convocado para cocinar en el Cosquín Rock.

“Fue una experiencia muy linda, superó mis expectativas. Me llevó Magnética, los conocí en una fiesta de Manpetrol. Éramos 35 personas todos los días, pero el día del evento había 70 y estuve 20 días allá. Ellos arman todo, siete escenarios y cuando terminó nos presentaron uno por uno y me di cuenta que le estaba cocinando al productor del Lollapalooza, del Quilmes Rock, YPF. Son otras puertas que se me abrieron porque estoy conociendo otra gente a la que nunca había llegado”.

Hugo con No Te Va Gustar, una de las tantas bandas a las que les cocinó.

El próximo febrero Hugo volverá a Cosquín. Esta vez quiere superar su presentación del año pasado y también ver más conciertos, ya que la vorágine del día a día a veces impide disfrutar de los recitales. Sin embargo, más allá de lo que vendrá, está contento. 

“Hoy estoy viviendo el mejor momento de mi vida. Se me abrieron otras puertas, estoy conociendo a gente a nivel nacional que me apoya mucho, algo que a veces acá no sucede.  Con orgullo digo que esto lo logre solo y me dan más importancia en otro lugar que en mi ciudad natal. Pero es algo lindo, las pruebas de sonido son para mí, porque somos muy poquitos, ver eso, después ver el show es algo único. Antes lo veía como público y ahora desde otro lado, es un placer, estoy haciendo esto por placer”, dice el chef del rock, el hombre que encontró su vocación en el rancho de tropa y lo llevó a la música, su otra pasión.

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