Octubre de 2005. Un recuadro de diario recuerda al médico que acaba de partir. Lo firma un paciente agradecido que evita dar su nombre, pero que en un par de líneas expone de alguna forma lo que fue para muchos Eduardo Justo Napolitani; el médico que dejó una gran huella en Comodoro y que hoy tiene un boulevard con su nombre en homenaje.

Quien escribe el texto, cuenta que en la primavera del 50 o el 56, no recuerda bien, ella o él junto a sus hermanas mayores vieron como su madre se desplomaba arriba de una cama. Asegura que los gritos y llantos de desesperación inundaron el ambiente y lo único que se les ocurrió fue buscar a aquel doctor que estaba a unas diez cuadras. 

Al ver a las jóvenes, el médico en cuestión no dudó y dejó lo que estaba haciendo para poder atender la urgencia. “Salió corriendo llevando su maletín y a mis hermanas en su coche sin preguntar si teníamos dinero, obra social o algún tipo de documento necesario para ser atendido”, narra el paciente agradecido.

Lo cierto es que Napolitani salvó a aquella mujer que vivió hasta los 94 años. El agradecido paciente nunca supo en realidad que le sucedió a su mamá, pero si le quedó una certeza: Napolitani era “un hombre justo y eficiente médico”.

En tiempos de redes sociales, los recuerdos de Napolitani aparecen en diferentes posteos. Cada uno tiene uno diferente. Elsa Mussi, por ejemplo, cuenta que durante la Guerra de Malvinas en las casa de Comodoro se recibian muchos llamados de familias de otras partes del país que querían saber algo sobre aquel soldado enviado a las islas y al sur de la Patagonia. Ella recibió varios llamados, y ante la incertidumbre de saber qué hacer, lo único que se le ocurrió fue preguntarle al doctor Napolitani. Y como siempre él estuvo “al pie del cañón”. Elsa cuenta que esa misma tarde tuvo respuesta: el soldado correntino estaba en Río Gallegos.

UN MÉDICO DE VOCACIÓN

Napolitani nació el 28 de mayo de 1918 en Bernasconi. Hijo de un italiano de Calabria, que era salinero, Eduardo Justo nació en La Pampa, pero creció en Buenos Aires. 

A los cinco años, su madre lo llevó junto a sus hermanos, dos varones y una mujer para que estudien en Capital. 

El futuro médico cursó sus estudios en el Colegio Británico, y una vez que terminó la secundaria comenzó a estudiar medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

En 1940, Napolitani se recibió de médico y cinco años después llegó a Colonia Sarmiento, enviado por el Ejército. Es que el doctor, quien trabajó en los consultorios externos de Boca Juniors, el club del que fue hincha, se incorporó a esa fuerza armada para trabajar como médico. Cuando llegó a Chubut era teniente primero.

Eduardo Justo Napolitani, el médico que operó a corazón abierto en el Hospital Municipal y dejó una huella en Comodoro

En total estuvo cinco años en Sarmiento, hasta que decidió venir a Comodoro Rivadavia.

En esos tiempos, la ciudad no era lo que es hoy y el servicio de salud tampoco. Por ese entonces, no existía el Hospital Regional, sino el Hospital Municipal, ubicado en calle Urquiza, donde hoy funciona la Casa del Niño.

Napolitani eligió Comodoro para vivir su vida y terminó radicado en la ciudad y formando su propia familia con Nélida Rasso.

Aquí nació su hijo Eduardo, quien siguió sus pasos en la medicina, pero también Ricardo, el abogado que en la actualidad es integrante del Superior Tribunal de Justicia de Chubut. 

UNA OPERACIÓN INÉDITA EN LA ZONA

En esos primeros años en Comodoro el médico participó de una operación que tuvo repercusión nacional e internacional, y de la cual se busca ahora tener mayores precisiones, para comprender la importancia de ese hecho.

Según cuenta la historia, allá por los 50 operó a un hombre que llegó al Hospital Municipal con un cuchillo clavado en el pecho. Eran tiempos muy distintos, de poca aparatología, medicina generalista y conocimientos adquiridos a partir de la experiencia, la lectura en libros y el intercambio con colegas frente a frente. 

El propio Napolitani, en una entrevista que dio en vida, cuenta que la policía no quería que opere al paciente en cuestión por la gravedad de la herida. Sin embargo, él se puso firme, lo operó a corazón abierto y lo salvó; todo un suceso en una época donde no eran habituales este tipo de intervenciones, mucho menos en un pequeño hospital de un pueblo del sur de la Patagonia.  

RIVADAVIA CASI ALSINA, SU LUGAR EN EL MUNDO

Cuando hoy muchos recuerdan a Napolitani, es imposible no recordar aquella clínica que fundó en Rivadavia al 1350, casi calle Alsina, donde hay consultorios médicos pero de otra especialidad. 

Todo comenzó con un pequeño consultorio, atendiendo a la gente del barrio y de los alrededores, de un Comodoro que no se extendía más allá del Pietrobelli. Allí fue donde el paciente agradecido lo fue a buscar, y donde cientos de personas lo fueron a ver para poder recibir su atención, tanto de día como de noche, ya que vivía en el mismo lugar con su familia.

Ricardo, su hijo, consultado por ADNSUR, recuerda esos tiempos junto a su padre. “Él era un enamorado de la medicina y la profesión, me acuerdo que se levantaba dos o tres veces por noche a atender gente porque durante la noche podía llegar un accidentado o tenía que un parto. Me acuerdo de la enfermera subiendo la escalera y llamándola, así fue mi infancia”, dice con orgullo. 

Precisamente ese lugar quedó marcado en la historia como la clínica donde se atendía doña Juana Sosa Toledo, la madre de Domingo Perón, el general que fue presidente de la Nación y creador del movimiento político más importante del siglo XX. Napolitani era su médico, quien la atendió hasta que se despidió de este mundo en 1953, ya que por entonces vivía en Comodoro Rivadavia. 

Eduardo Justo Napolitani, el médico que operó a corazón abierto en el Hospital Municipal y dejó una huella en Comodoro

Pero más allá de la medicina, este hombre destacado también tuvo una activa participación en la comunidad comodorense. En 1975 fue uno de los fundadores del Jockey Club, institución que presidió durante 30 años, y también fue referente de la Asociación Amigos de la Universidad de la Patagonia, fundamental en la creación de lo que hoy se conoce como Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. 

Por supuesto, también ocupó relevantes cargos en instituciones vinculadas a su profesión, como por ejemplo, la presidencia del Colegio Médico de Comodoro Rivadavia.  

Eduardo Justo Napolitani, el médico que operó a corazón abierto en el Hospital Municipal y dejó una huella en Comodoro

Amante de los caballos, apasionado por la lectura y la historia, pero sobre todo un buen médico, con vocación de servicio y sin miedo a embarrarse las patas con tal de tal de llegar a aquel paciente que necesitaba su ayuda, Napolitani marcó una huella en Comodoro, por lo significó y significa para la población. Es que como cuenta Ricardo, aún en las calles, quienes peinan canas, recuerdan a su padre.

“Es algo muy lindo que pasa. El otro día caminando por las calles de Comodoro, una mujer me para y me da un abrazo y me dice ‘Estoy viendo a tu padre. Mi hijo Eduardo Justo, porque tuve un parto complicado y él lo sacó adelante’. Esas cosas me pasaron siempre, gente que lo recuerda, pero no creo que sea un capital de mi padre, sino de los médicos de la vieja época, porque la familia depositaba una fe y una mística diferente en el médico. No existían obras sociales, ni nada, era un tratamiento humano”.

Napolitani finalmente atendió hasta casi la década del 2000, cuando la clínica que fundó cerró para siempre y en 2005 falleció luego de una larga lucha contra el Alzheimer, dejando un hermoso recuerdo en quienes lo conocieron en vida. 

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