El arte de encuadernar: es de Comodoro y recupera y hace libros con un antiguo oficio que se hizo moda
A Cynthia Alonso siempre le gustó hacer cosas, desde chica, y cuando fue grande decidió estudiar licenciatura en Fotografía en Buenos Aires. Mientras terminaba la carrera conoció el arte de la encuadernación y sin querer terminó siendo su primer trabajo en Bolivia, a donde quiso ir a probar suerte. Historia de una joven que se animó a emprender y ahora, de vuelta en la Patagonia, quiere ir por más, con un viejo oficio que está más vigente que nunca.
COMODORO RIVADAVIA RIVADAVIA (ADNSUR) - “Siempre fui de hacer cosas manuales, toda la vida”, dice Cynthia Alonso. “De chica hacía velas, se las regalaba a mi familia, hacía jabones, y antes de irme a Bolivia hice un curso de encuadernación y la verdad que me encantó. Entonces cuando llegue a La Paz, mientras hacía los papeles dije 'voy a empezar a vender cuadernos'. Así que así surgió Cyn Notas”.
Cynthia nació y vive en Comodoro Rivadavia, es Licenciada en Fotografía y emprendedora, y hace seis años, cuando llegó a la capital de Bolivia, empezó con un proyecto artesanal que no para de crecer. Se trata de Cyn Notas, un emprendimiento de encuadernación que demuestra que en pleno siglo XXI este oficio está más vigente que nunca.
La protagonista de esta historia aún vivía en Buenos Aires cuando comenzó a estudiar encuadernación. Un taller fue la invitación a un mundo nuevo, donde se mezclan telas, anillados, hojas y en su caso composición fotográfica e historias.
Es que según cuenta cada pedido tiene su tinte propio, su hilo conductor, desde un hombre que decidió encuadernar su colección de revistas del hobby que lo acompañó toda la vida, hasta la empresa que realiza agendas para sus empleados, y la mujer que vivió en la ciudad y quiere mostrarle el lugar a su familia a través de fotos.
“Es un abanico gigante la encuadernación”, admite Cynthia. “En Bolivia vendía mucho con otros tipos de telas, con telas rústicas de allá, y cuando me vine dije ‘Cyn Notas es parte mío’ y continúe haciéndolo. Acá hice un montón de cursos más, algunos a distancia en Buenos Aires y otros acá en la universidad, donde se hace más lo que es restauración, y hoy en día estoy encaminada algo a más de diseño. Me destaco por lo personalizado. Me encantan que los productos sean hechos para la persona. Entonces me pasa de gente que trae una colección de revistas y quiere que se lo transforme en libro hasta el recuerdo de un nacimiento con fotos o un anotador para ir a comprar al supermercado”, cuenta con orgullo.
En sus encuadernados Cynthia vuelca todo lo que aprendió en sus años de trabajo. La experiencia en agencias digitales y de publicidad en Bolivia, lo que la ayuda a vender mejor su producto; los viajes por el mundo que le permitieron conocer nuevas telas; y también lo que la llevó a Buenos Aires, su amor por la fotografía.
“Generalmente uso la fotografía para armar la imagen de mis cuadernos, porque me sirve mucho la composición, el uso del color, incluso en la carrera tenía Marketing y Comercialización, todas materias relacionadas a esto de vender y presentar un producto que hoy me sirven. También una vez una chica de Bahía Blanca que había vivido acá en Comodoro quería regalarle a su familia un cuaderno con todos de la ciudad, entonces esa vez encuaderne fotos que había sacado yo misma”, recuerda.
Cuenta Cynthia que en estos años de oficio le ha tocado realizar trabajos de todo tipo. “Me han traído libros muy antiguos, de 100 años que los tenía que hacer totalmente a nuevo, que hay que cuidarlos y tocarlos como si fueran un bebé. Después me han traído álbumes de fotos porque son muy personalizados. Yo tengo un catálogo de 60 tipos de telas que las he traído de diferentes lugares, porque he viajado por distintas partes del mundo. Pero también un chico me trajo un libro que hizo durante la pandemia”.
Cynthia está contenta con el crecimiento que tuvo su emprendimiento en los últimos tres años. Cuenta que sus encuadernaciones además de Comodoro se venden en Puerto Madryn, Puerto Pirámides y Trevelin, y que con la llegada de fin de año hay poco tiempo para la almohada. “Pasó algunos días durmiendo poco. Parezco la entrega de la universidad, cuando te quedas hasta tarde con la luz del velador trabajando”, dice entre risas.
Sin embargo, sabe que es momento de seguir creciendo y plantearse nuevos objetivos, tal como hizo el año pasado cuando decidió que Cyn Notas debería tener su propio interior de agendas y no comprarlos al por mayor en Buenos Aires; o como hizo este año, cuando decidió ponerles fechas a esos interiores de agenda y personalizar un poco más el diseño”.
Es que, como dice, “cada producto tiene “un objetivo” y en definitiva es lo que la impulsa seguir creciendo en este oficio que le permite hacer un anotador, agendas, libros, pero también recuperar o restaurar aquellos viejos escritos que todos deseamos guardar en estos tiempos de teclas, pantallas y pixeles.