Laura Carrizo, la policía fallecida que dejó su propia huella en la Sección Canes de Comodoro Rivadavia
Fue soldado voluntario en el Ejército Argentino y cuando se retiró decidió ingresar a la Policía de Chubut. Pasó por diferentes seccionales hasta que se creó la División Canes, donde se convirtió en una de las referentes de la sección. Esta es la historia de Laura Carrizo, la suboficial que falleció hace poco más de un mes y dejó un gran recuerdo entre quienes la conocieron.
COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - “Cuando se empezó a formar Canes estaba ella con Juan Carlos Gómez. Ellos empezaron paleando para hacer un cerco, trabajando a la par de sus compañeros. Así empezaron”. Quien habla es Nélida Albornoz, la mamá de Laura Carrizo, suboficial de la Policía de Chubut que falleció recientemente por un cáncer fulminante, dejando un gran recuerdo entre quienes la conocieron y en la División Canes, donde fue una referente.
A poco de un mes de su despedida, Nélida dialogó con ADNSUR y recordó a su hija: “Ella era muy especial, siempre se lo dije, hasta el último momento, que era mi orgullo más grande; una gran mujer, una gran hija y una gran mamá. Laurita era familiera, muy trabajadora y muy perseverante en todo. Se proponía algo y hasta que no lo lograba no paraba. Pero era muy buena compañera, muy buena persona”.
DE SOLDADO VOLUNTARIO A POLICÍA
Laura era la mayor de sus tres hermanos: Luis, Barbara y Axel. Nació el 18 de diciembre de 1975, pero en el juzgado se equivocaron y la anotaron como nacida en noviembre, cuenta Nelina.
Se crio en barrio Cemento de kilómetro 3, fue a la Escuela de Fronteras y al Colegio Hipólito Yrigoyen y hace unos 9 años vivía en el barrio Sarmiento.
Dice Nélida que siempre le gustaron los animales, especialmente los perros. Por eso cuando falleció tenía tres mascotas en su casa.
Cuando ya era grande Laura decidió ingresar en las fuerzas de seguridad y se anotó como soldado voluntario en el Ejército Argentino, tarea que realizó hasta casi los 28 años; edad en que se termina ese servicio.
En los pasillos del Liceo Militar General Roca se la podía ver con uniforme mimetizado, también en la guardia o en los desfiles.
Nélida asegura que ella quería ser oficial e irse a estudiar a Buenos Aires, pero como el bolsillo no daba decidió buscar un plan B y entró a la Policía de la provincia, tal como había hecho su abuelo Oscar Agustín Albornoz, en la década del 50, cuando cumplió funciones en Kilómetro 5 y en la histórica garita del Chalet Huergo.
Laura pasó por diferentes seccionales hasta que Juan Carlos Gómez la convocó a la Sección Canes, donde encontró su lugar en el mundo, tal como recuerda el subcomisario Saúl Ale, quien trabajó al lado de ella durante 7 años; desde que en diciembre de 2012 reemplazó a Gómez en la jefatura de la División.
“En 2005 en Trelew se creó la primera División Canes como había en otras policías", dice Ale en diálogo con ADNSUR. "Y el suboficial mayor retirado Juan Carlos Gómez decidió avanzar con la de Comodoro. Él fue quien convocó a María Laura para formar parte del primer plantel de Canes. Tenían apenas un terreno e hicieron todo a pulmón. Yo cuando llegué ella era la suboficial más antigua en jerarquía, pero era una mina incansable, una persona que nació con un don para trabajar con los perros. Le ponía todo y amaba a los perros”, recordó.
El subcomisario la recuerda “como una compañera de fierro”, una gran “profesional que sabía resolver las situaciones e intervenir en todo tipo de casos”, tal es así que Laura fue la primera policía de Canes que tomó intervención en el triple crimen de Sarmiento, donde Claudio Lamonega asesinó a Marisa Santos, su pareja, y a Lucas y Victoria Ramis, los hijos de la mujer.
Por una marcha que había en Rawson Laura quedó sola en la División y al conocerse el hecho viajó a Sarmiento junto a Astor, un perro rastreador. El resultado fue exitoso: el Bloodhound halló en un canal de riego el teléfono celular de Marisa Santos y el supresor de sonido que utilizó Lamonega para cometer el crimen en noviembre de 2014.
“Ese no fue un caso más para la Sección”, admite el subcomisario Ale. “Porque nosotros intervenimos desde el inicio hasta el juicio y estuvimos en la sentencia custodiando la sala y fue la primera sentencia donde apareció explícitamente la Sección Canes. La primera vez Laura fue sola y el perro marcó, pero trabajó en un montón de casos donde tomó intervención con resultados positivos”, destacó el subcomisario.
El sargento primero Juan Fabián Carrimán fue uno de los policías que más conoció a Laura. En la Sección Canes compartieron 14 años y aún recuerda el día que la vio llegar. “Con mis compañeros éramos los más novatos cuando llegó en 2005. Ella ya tenía antigüedad y hablaban mucho de Laura los jefes. De golpe apareció un día uniformada de azul. Nosotros estábamos con el desmalezamiento y plantando estacas. La vimos llegar, ella siempre tuvo linda presencia, y rompió el hielo. Nos saludó con un beso y vino y me dice “usted, haga mate. Ese es de uno de los tantos recuerdos, pero hemos compartido un montón de cosas”.
Carrimán tiene miles de anécdotas en el trabajo policial junto a Laura, como los partidos en la cancha donde Laura decía que “tenía un imán para las piedras”, y un clásico en el Estadio Municipal donde la sargento recibió una pedrada en las pantorrilla que terminó con varios puntos de saturación.
El sargento Primero asegura que Laura a pesar de ser la única mujer de la División era una más, y no tenía ningún problema en ponerse mameluco, hacer mezcla, pegar bloques o fratachar en lo que fueron los inicios de la sección.
Al momento de definirla él no duda. “Era una luchadora por sobre todo, simpática, esas personas que rompían ciertos esquemas, alguien conocida por muchísima gente. Pero si hay un sinónimo que la puede llegar a catalogar es una guerrera de la vida, porque cuando por causas personales estuvo mal, cayó, pero asimismo se levantó y salió para adelante. Una mujer muy aguerrida, una excelente compañera, con errores con aciertos, pero muy buena persona”
EL ÚLTIMO ADIÓS
Además de su trabajo a Laura le gustaba correr, irse de viaje a la Cordillera, acampar y jugar al fútbol. “Donde se podía organizar algo estaba, era muy sociable”, cuenta su madre.
A pesar de su trabajo entre Canes, adicionales y guardias, siempre se hacía un tiempo para pasar a tomar unos mates con su madre o disfrutar de su familia. Es que según cuenta Nélida amaba mucho los niños, especialmente a sus sobrinos, su ahijada y a la pequeña Iara, la hija de su ex pareja, a quien crió desde bebé como una hija, tanto que Nélida no duda en afirmar: “Para mi es mi nieta".
Al momento de su fallecimiento Laura era sargento Primero y este año se había propuesto ascender, pero cuando comenzó a hacer el chequeo médico comenzó la pesadilla.
A Laura le salieron mal unos estudios. Era junio y los análisis posteriores determinaron que tenía un tumor maligno en el peritoneo. La enfermedad estaba avanzada a pesar que no había tenido síntomas, y fue fulminante. Ni los esfuerzos de ella ni los tratamientos evitaron que pierda la vida el sábado 26 de septiembre.
En medio de la pandemia, tiempos en que están suspendidos los velorios y los sepelios, su despedida fue conmovedora, con una gran caravana que reflejó el sentimientos de muchos, algo inolvidable para Nélida, que tampoco olvida la gran cruzada que hicieron con el fin de juntar fondos para su tratamiento.
“Una hermosa despedida le dieron sus compañeros. Yo le agradezco a toda la gente, toda la parte de policía y Gendarmería que ayudaron a recaudar fondos para su tratamiento. Sus compañeros estuvieron día a día mandándome mensajes, llamándome para ver cómo estaba, pero pudo despedirse de sus sus camaradas como le decía ella. Hasta de Trelew vinieron y pudieron despedirse de ella. Realmente es muy valioso lo que hicieron. agradezco a toda la gente el sacrificio, porque la policía está trabajando en cuotas y ellos estuvieron haciendo rifas y donando dinero”.
Nélida recuerda a muchos amigos de Laurita que estuvieron en los momentos más difíciles, pero dos en especial. “Brunito que me estuvo acompañando y llevando a todos lados y Saúl, una gran persona. Aún me cuesta aceptarlo pero le hicieron una despedida hermosa dentro del dolor”, admite la mujer, orgullosa de la hija que crió y el legado que ella dejó en su ciudad y la División Canes.