El médico patagónico que rescata inmigrantes del mar Mediterráneo
Cada seis meses, Juan Pablo Sánchez deja su hogar en El Bolsón, Río Negro, y viaja miles de kilómetros por una sola causa: ayudar a rescatar a los inmigrantes que se embarcan escapando de sus países y terminan a la deriva en el Mediterráneo.
EL BOLSÓN (ADNSUR) - Dedica seis meses al año para trabajar con Médicos Sin Fronteras en el barco Ocean Viking: “Es gente que lleva años intentando escapar de la violencia”, contó el viernes Juan Pablo a varios portales argentinos que lo entrevistaron telefónicamente mientras se encontraba en Marsella, Francia.
La última vez que el médico voluntario y patagónico se subió al buque, junto a la tripulación, salvaron la vida a 104 libios que huían de la guerra civil. Les dieron atención médica y estuvieron 12 días navegando hasta encontrar un puerto seguro para desembarcar en la Unión Europea. Luego de luchar para que sean recibidos en algún lado, Médicos Sin Frontera logró encontrarles acogida en Pozallo, Italia.
“Uno de los mayores dramas que se vive en el Mediterráneo es que los barcos zarpan escapando de un determinado país, pero no saben cuál será su destino”, remarcó.
Según detalló, cada misión consiste “en buscar pequeñas embarcaciones, que llamamos ‘distress’. Son precarias y no tienen condiciones para realizar una travesía larga. No reciben asistencia y menos rescate; generalmente terminan en un desenlace fatal. Es gente que emprende una larga travesía, llevan años o meses intentando escapar de esas situaciones de violencia”.
No obstante, agregó que “si bien las imágenes del salvataje son por demás traumáticas, las historias que esas personas traen consigo son aún peor: En el último grupo, un chico de 17 años contó que desde los 15 había sido capturado y vendido como esclavo. No tenía ningún derecho ni trato humano”.
“Todas las personas que rescatamos tienen una historia terrible detrás –insistió-, que es lo que los motiva a escapar de esta situación”. Hasta el presente se han contabilizado más de 700 muertos por distintas circunstancias.
TRABAJO EN EQUIPO
Juan Pablo Sánchez se desempeña como especialista en terapia intensiva en el hospital de El Bolsón, aunque una vez arriba del barco se transforma en un médico multifacético: “Toda la tripulación cura, medica y hasta opera”, graficó.
“Somos 25 personas a bordo, y las condiciones de vida no son las mejores, pero la motivación es muy grande. En mi caso, me impulsa esa necesidad humana que está presente en todos lados y el hecho de poder ejercer la medicina donde más se necesita. Estuve en Camerún hace tres meses, donde hay un millón de personas desplazadas a la selva por la guerra civil”, aseveró en dialogo con Radio 3.
Además de la atención médica, el equipo también les brinda a los desamparados la posibilidad de bañarse, de cambiarse de ropa, de comer y de descansar en una cama.
La mayoría de los inmigrantes “llegan con hipotermia, deshidratación, intoxicación con combustible o afecciones en la piel, en razón de que muchos permanecen por varios meses capturados en una celda junto a otros presos. En ese pequeño cubículo, comen, duermen y van al baño”.
“Las historias que se cuentan son fuertes, pero lo más impactante es el momento de atender a los heridos. Lo primero que hacemos -una vez que los estabilizamos-, es darles un trato digno, muchos no han sido tratados así en años. Los miramos a los ojos, les preguntamos cómo están. Los empezamos a tratar como humanos”, indicó.
En su último viaje, Sánchez conoció el relato de “un joven que venía escapando con su hermana desde Bali. Cuando ingresó a Libia, su hermana fue violada y asesinada en frente de sus ojos. Estaba muy angustiado, no se desenvolvía de forma normal. Escucharlos atentamente los alivia un montón. Es increíble que estas cosas sigan ocurriendo el siglo 21”, concluyó.