El testimonio de indignación, dolor y desesperanza de una damnificada por las lluvias en Comodoro
Una mujer que vive desde hace más de 40 años en la zona del Barrio Pueyrredón contó lo que sintió durante la lluvia de la madrugada y recordó el drama que ocurrió en la tormenta de 2017.
La madrugada del domingo, las intensas lluvias que azotaron Comodoro Rivadavia dejaron una estela de inundaciones que afectaron a numerosos barrios, entre ellos el de Pueyrredón, donde la angustia y la frustración se palpan en el aire.
"No han hecho nada. Ni siquiera lo mínimo para solucionarlo. No limpian ni las bocas de tormenta ni los desagües. Se ve basura, mugre y la lluvia arrastra todo. Parece un río", expresó la vecina del barrio a ADNSUR.
La mujer recordó que enfrenta situación similares desde hace más de 40 años.
Así, destacó la falta de mantenimiento que exacerba cada tormenta: "Están abiertos los pluviales, no le ponen rejilla. Están arreglando Kennedy y Juana Azurduy, pero eso no soluciona nuestro problema".
A medida que las lluvias se intensifican, los recuerdos de inundaciones pasadas regresan con fuerza.
En 2017, su hijo tuvo que rescatarla de una situación desesperante, un episodio que la dejó marcada.
"Quedamos traumados. Me caigo de sueño pero no puedo dormir hasta que no para. Es terrible porque quedas afectado para siempre", confiesa con voz entrecortada.
El agua, que en ocasiones supera la altura de la cintura, se ha convertido en una constante preocupación.
"En 2017, el agua llegó a los dos metros y superó el cerco. Nadie se preocupa por nosotros. Para cobrar los impuestos son rapidísimos, pero para hacer obras, nada", lamenta.
La falta de respuesta por parte de las autoridades es un tema recurrente entre los vecinos.
Recordó que en 2017, el Gobierno Nacional había enviado fondos para realizar obras que nunca se concretaron.
"Si tuviera los medios económicos, me iría a otro lado", sostiene, reflejando la desesperanza que sienten muchos en la comunidad.
Este nuevo episodio de inundaciones pone de relieve un problema histórico en Comodoro Rivadavia, donde la falta de infraestructura adecuada ha dejado a los vecinos en una situación de vulnerabilidad constante.
