El trabajo del Observatorio dirigido por el economista César Herrera permite “piantar un lagrimón” de nostalgia. ¿Sabés cuánto se pagaba un kilo de asado sin hueso en mayo de 2020, en plena pandemia? 520 pesos por kilo, mientras que en julio último trepaba hasta 1.554,90, es decir un 199% de aumento.

Los precios al público en esta región subieron muy por encima del IPC oficial para alimentos y bebidas no alcohólicas, que en el mismo período de 26 meses acumularon un 157%.

¿Y un kilo de carne picada común? Allá por mayo del 2020 el valor era de 350 pesos, contra los 1.129 relevados en julio de este año, con un salto del 223%. El Roast beef, otro corte popular, se pagaba a 450 pesos, contra 1.309 registrados el mes pasado, lo que significa un 191% de aumento.

El Bife angosto por encones valía 500 pesos por kilo, contra los 2.144 ,90 relevados el mes pasado, lo que representa una suba del 329%. La nalga, para milanesas, se conseguía entonces por 395 pesos el kilo, mientras que en julio ya picaba en 1.889,90, lo que implica un 378%. El salto más grande lo tuvo la cuadrada, con un 448%, al pasar de 381,33 pesos a 2.089,90 pesos.

Por supuesto que no se puede desconocer la inflación acumulada en los 26 meses, pero precisamente resulta llamativo, según advierte el Observatorio, que los precios de la carne crecieron en Comodoro y Rada Tilly por encima del IPC acumulado en el período, que registró un 157% de aumento para el rubro alimentos y bebidas no alcohólicas.

Además, el supermercado relevado ubica los cortes también por encima de la suba promedio del precio del Novillo en el mercado de Liniers, que acumula un 222% entre mayo de 2020 y julio de 2022.

“No es sólo por la inflación ni el precio del trigo”

El informe del Observatorio cita además un trabajo del “Monitor de precios de la carne bovina”, del Centro de Estudios de Economía Política Argentina (CEPA) en Mayo de 2022. En ese trabajo se concluye que la suba de precios en el período no es atribuible sólo a la inflación ni tampoco a la suba del precio del trigo, sino a un componente de especulación de todo el sector productivo de carnes, en aras de sostener la rentabilidad:

“El aumento de precios de la carne no lo explica ni la evolución de la inflación, ni la falta de oferta, ni la limitación a las exportaciones. Si bien el aumento del maíz y el efecto del ternero como reserva de valor tienen efecto sobre precio, ambas razones no dan cuenta de la sensible alza de precios. ¿A qué se debe entonces el actual nivel de precios? Tres elementos juegan un papel en esta coyuntura: el precio del maíz y el uso del ternero como reserva de valor se combinan con un escenario internacional que exhibe elevados niveles de  precios de alimentos junto con la demanda creciente de exportaciones y el efecto ‘contagio’ sobre las categorías no exportables. A ello se agregan cuestiones estructurales históricas como la poca transparencia del mercado de Liniers, la informalidad y la estructura altamente concentrada. Esta conjunción de factores habilita un escenario de especulación cuyo objetivo se orienta a mantener niveles máximos de rentabilidad”, concluye el informe del CEPA, citado por el Observatorio de Economía de esta región.

Caída del consumo

“Para contextualizar los incrementos –añade el trabajo, firmado por Sylvia Bucci y César Herrera- citamos un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y derivados de la República Argentina que informa sobre el mes de abril de 2022 como el peor consumo de carne en 100 años. CICCRA indicó en su informe económico mensual que el consumo fue de: 45,2 kilogramos por habitante por año”.

“La disminución de la cantidad demandada depende directamente del precio, a mayor precio menor cantidad demandada y también podemos citar que otros determinantes influencian a la demanda como los cambios en los gustos de consumo, disminución en el ingreso disponible de las unidades y la compra de productos sustitutos (Carne de cerdo, pollo)”, señala el informe.

Las subas en lo que va del año fueron del 41% promedio

El trabajo también advierte que en lo que va de 2022 las subas de los precios de la carne fueron menos pronunciadas que durante el año pasado. Entre enero y julio de este año, la suba promedio es del 41%, notándose los saltos más fuertes en los cortes cuadrada y bola de lomo feteada a granel, ambas de la marca Best, con casi un 61% y la aguja fraccionada, con un 51,5%.

El informe indica además que la incidencia de la carne vacuna creció en esta región, al pasar del 30% al 42% sobre el total del gasto de la canasta básica alimentaria. 

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