Este sábado es el Día de las personas zurdas: mitos, prejuicios y verdades
Se sabe que en el Paleolítico, el 10 % de las personas eran zurdas, y esa proporción apenas varió a lo largo de la historia. Durante muchos años, quienes eran hábiles con la mano izquierda se vieron envueltos en mitos y prejuicios. Ahora, la ciencia trata de establecer los patrones que fijan esta prevalencia
En las cuevas de Europa occidental se encuentran siluetas de manos pintadas por humanos durante el Paleolítico superior, hace entre 35 000 y 10 000 años. La técnica consistía en apoyar una mano en la pared y soplar pigmentos a través de un tubo que se sostenía con la otra mano. Analizando con qué frecuencia aparece la silueta de cada mano, se sabe que la proporción de personas zurdas entonces y ahora no ha cambiado: en los países occidentales, entre el 10 % y el 15 % de las personas son zurdas.
Sin embargo, esta gran predominancia de personas diestras es una característica particularmente humana. Los animales muestran preferencia por un ala o una pata pero la elección varía entre unas especies y otras y también entre miembros de la propia especie. Aunque el porcentaje en humanos varía entre regiones geográficas, el porcentaje de personas diestras es siempre ampliamente mayoritario. Quizá por eso, preferir la mano izquierda sobre la derecha se ha asociado históricamente a la brujería y al diablo.
"A diestra y siniestra"... Este dicho popular refiere a ambas direcciones, pero incluso desde la palabra empleada tiene un tinte negativo cuando se refiere al lado izquierdo.
Una vez descartadas las causas sobrenaturales de la zurdera, ha habido muchos intentos de entender este fenómeno desde el punto de vista científico. Una teoría muy difundida entre las publicaciones científicas argumenta que la zurdera está asociada a cómo el cerebro procesa el lenguaje. Efectivamente, la mayoría de las personas procesa el lenguaje en un área situada en el hemisferio izquierdo del cerebro, hemisferio que también controla la mano derecha y, significativamente, los músculos que empleamos al escribir con esa mano. Por eso, según esta teoría, la evolución ha favorecido a los individuos que concentran todas las habilidades relativas al lenguaje en el mismo hemisferio.
¿El cerebro del revés?
Bajo este argumento, se esperaría que las personas zurdas procesaran el lenguaje con el hemisferio derecho del cerebro. Sin embargo, las observaciones del cerebro a través de la resonancia magnética funcional revelan que esto no es así. Si bien es cierto que la mayoría de las personas diestras procesa el lenguaje con el hemisferio izquierdo, más del 70 % de las zurdas también. Aun así, la activación del hemisferio derecho o de ambos hemisferios a la hora de procesar el lenguaje es más frecuente en las personas zurdas que en las diestras.
Independientemente del comportamiento del cerebro, se ha observado que la zurdera se transmite en las familias. Los hijos de padres zurdos tienen más probabilidad de ser zurdos que los de padres diestros, aunque, puesto que la prevalencia absoluta de la zurdera es bastante baja, la mayoría de los hijos de padres zurdos son diestros. Además, la concordancia en la preferencia de mano es más frecuente que los gemelos idénticos (monocigóticos) que en los mellizos (dicigóticos).
A medida que las investigaciones sobre el ADN comenzaban a explicar muchos patrones de herencia, se han puesto muchos esfuerzos para tratar de explicar la zurdera desde el punto de vista genético. Puesto que hay más hombres zurdos que mujeres zurdas, algunas investigaciones exploraron si el cromosoma X podía tener algo que decir en la preferencia de mano. Pero los resultados no fueron concluyentes. Es más, a día de hoy no se sabe por qué hay mayor prevalencia de zurdera en un sexo que en el otro.
Puede parecer sorprendente que un fenómeno que ocurre desde hace decenas de miles de años se resista a las explicaciones científicas. Sin embargo, el estudio de la zurdera refleja lo difícil que puede ser realizar investigaciones rigurosas sobre un tema tan complejo, lleno de mitos incluso denostado socialmente durante años.
¿Cuántas personas son zurdas?
Incluso tratar de averiguar la proporción de personas zurdas no es tan fácil como parece. Las personas que escriben con la mano izquierda no tienen por qué lanzar una pelota con la misma mano. E, incluso, quienes prefieren hacer una tarea manual con la mano izquierda no siempre se les da mejor con esa mano: más de la cuarta parte de las personas que escriben con la izquierda lanzan mejor una pelota con la derecha. El caso contrario, escribir con la derecha y lanzar mejor la pelota con la izquierda, ocurre en menos del 2 % de los casos.
La tradición de “corregir” a las personas zurdas para que escribieran con la derecha, que continúa practicándose en algunas culturas, también ha interferido con las estadísticas que pretenden estudiar la base biológica de la zurdera: no todas las personas que escriben con la mano derecha nacieron diestras.
Peor aún, las investigaciones sobre la zurdera han sido víctimas de los mitos que la rodean. Ahondando en las supuestas consecuencias negativas de esta condición, varios estudios muestran que la prevalencia de algunas enfermedades autoinmunes o psiquiátricas es mayor en las personas zurdas que en las diestras. A partir de ellas, se ha tratado de buscar causas comunes de estas enfermedades y de la zurdera, y, gracias a una revisión de estudios de 2013, sabemos por qué apenas tuvieron éxito: en muchas ocasiones se produjo un sesgo de publicación.
Preguntar si la persona es zurda o diestra es un añadido fácil a cualquier encuesta sobre alguna enfermedad. Si se encuentra una asociación entre la zurdera y la enfermedad, se publica por novedosa. Sin embargo, si no se encuentra, no se publica. Este es solo uno de los problemas que acarrea la preferencia de las revistas científicas por los resultados positivos, es decir, los estudios que llegan a alguna conclusión destacable: la falta de asociación entre unos fenómenos y otros nunca llega a conocerse.
Influencias genéticas
En muchos de los casos, la asociación entre zurdera y alguna enfermedad no se ha podido replicar en estudios posteriores con muestras más grandes. Sin embargo, los avances logrados en la genética han permitido entender que, al menos en el caso del Párkinson, sí hay una influencia genética común a esta enfermedad y a la zurdera.
Además, el mayor análisis de ADN y zurdera nunca realizado, con medio millón de participantes, identificó 41 regiones del ADN asociadas a esta preferencia de mano. El estudio se realizó en 2021 y encontró que hay otros mecanismos (llamados marcas epigenéticas) capaces de silenciar partes del ADN de manera temporal, regulando cuándo está activo, y que también contribuyen a la zurdera.
Todas estas investigaciones, es de esperar, contribuyen a eliminar el estigma que ha rodeado a la zurdera durante tanto tiempo. Las posibles muestras de torpeza de esta minoría se pueden atribuir a tener que utilizar herramientas diseñadas para personas diestras (las tijeras de cocina, los abrelatas o las fundas de teléfono tipo libro son solo tres ejemplos).
Pero cada vez está más claro que la zurdera puede suponer una ventaja, ya que el factor sorpresa para una persona diestra de tener un contrincante zurdo puede decidir la victoria. Efectivamente, en las ligas profesionales de deportes interactivos como el tenis, la esgrima o las artes marciales hay mayor prevalencia de personas zurdas. Aunque, en la élite del deporte, precisamente su sobrerrepresentación puede poner en jaque la ventaja que las llevó hasta la cima.
DERRIBANDO MITOS
Hablando de mitos: usar un hemisferio u otro del cerebro para hacer ciertas tareas como controlar el lenguaje o algún músculo no tiene nada que ver con el mito del cerebro izquierdo y derecho. Según el mito, cada persona domina un lado del cerebro y, según cuál sea, la persona razonará de manera lógica o será más creativa. El mito es falso, ya que los hemisferios del cerebro están conectados por una estructura (llamada cuerpo calloso) llena de fibras nerviosas que transmiten información de un lado a otro. Las imágenes cerebrales muestran que la mayoría de las funciones están distribuidas entre los dos hemisferios.
Fuente: La Razón