A Cristina Trabol le faltaban solo cinco materias para recibirse, cuando se dio cuenta que algo no funcionaba bien en su cuerpo. De un día para otro comenzó a notar que se perdía cuando estaba leyendo, que no recordaba haber subrayado un texto y hasta se iba del hilo de una conversación de sobremesa. 

Su preocupación era llevar adelante su carrera docente, pero también sus vínculos y su carrera universitaria, a tan poco del final.Mi caso fue desesperante para mi. Estaba en plan de terminalidad, me quedaban cinco finales para terminar la carrera y por un problema de salud que fue descubierto por casualidad, me encontraron que tenía signos de involución cerebral que me acarreaban problemas cognitivos”, contó a ADNSUR. “Yo había notado algunas cosas que no me estaban gustando. Por ejemplo, leía y no me acordaba que había leído, tenía que empezar de nuevo; señalaba las partes en un libro y después no le encontraba sentido; guardaba archivos y no sabía dónde estaban, y me costaba muchísimo organizar un trabajo. Pero no solo era a nivel académico, sino también a nivel personal; no recordaba veranos enteros”, dice a la distancia.

Cristina es una de las cientos de alumnos que pasaron por la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y que recibieron ayuda de la Comisión de Accesibilidad Universitaria, espacio que busca que la inclusión sea total en esa casa de estudios.

En su caso, tras una derivación a Buenos Aires y muchos estudios, los médicos descubrieron que por falta de oxígeno el cerebro había perdido parte de su capacidad. Su problema se denomina Síndrome de apnea e hipopnea obstructiva de sueño, y le cortaba el oxígeno hasta 30 veces en un minuto, lo que repercutió en su memoria. 

Su temor era no poder rendir dos finales en un año como pide el plan de terminalidad, y ante su situación, decidió hablar con la decana, contarle su problema, y también fue a la Dirección de Orientación Estudiantil, donde recibió la contención de la licenciada Carla Antola, con quien comenzó a construir su readaptación a la casa de estudios para asegurar su permanencia.

Cristina no la pasó bien en la última de su carrera por un problema de salud. Sin embargo, pudo graduarse.

Precisamente, eso es lo que hace la Comisión de Accesibilidad Universitaria: ayudar a quienes conviven con alguna discapacidad o tienen algún problema de salud a transitar su camino por la casa de estudios, garantizar su permanencia y acompañarlos para que en un futuro sean nuevos graduados.

La comisión se creó en 2011, primero como una subcomisión de la Comisión de Salud, y luego, ante su crecimiento, terminó siendo un espacio independiente. En la actualidad forma parte de la Secretaría Académica, y es encabezada por la profesora y licenciada en Ciencias de la Educación, Sandra Cambareri, directora de Programas y Proyectos Institucionales de la Dirección General de Servicios Académicos; y la licenciada en Psicología, Carla Antola, integrante de la Dirección de Orientación Educativa que depende de la Secretaría Académica.

Ellas junto a referentes de toda la casa de estudios y las distintas sedes, son las encargadas de llevar adelante este trabajo que a lo largo de estos años ha ido sensibilizando puertas adentro, y demostrando que una condición no determina a las personas, sino que las pone en un lugar diferente, y deben ser acompañadas por el entorno para desarrollarse y desenvolverse con naturalidad. aunque el camino no ha sido fácil, reconoce Antola.

“Hoy pertenecemos a la red interuniversitaria de universidad que depende del Consejo, pero ha sido un recorrido importante el que hemos realizado. En estos últimos cinco años fue generar normativas que generen pautas comunes porque al principio los casos eran experiencias de acompañamiento y quedaban como cuestiones particulares. Lo que tenemos que entender es que este tipo de situaciones atraviesan a la institución y se debe incluir dentro de sus normas y su forma de funcionar, entendiendo que más allá de quien transite debe estar garantizado”, dice la psicóloga. 

Cambareri, en tanto, asegura que se trata de garantizar la inclusión educativa a través de la conformación de redes con las distintas unidades académicas, facultades y cada una de las sedes. En definitiva, como dice, es aplicar "el derecho a la educación”.

¿Pero cómo se aplica en la práctica este acompañamiento? 

“Se trata de realizar ajustes en los modos de llevar adelante algunas prácticas pedagógicas, a través de acuerdos entre las facultades y las cátedras”, dice Antola.

“Pero también acompañamos al docente que tuvo que cambiar la manera de trabajar para que entienda que no es hacer excepciones que están fuera de la normativa, sino garantizar el aprendizaje de una persona en una situación particular y que estaba exigido en la ley de educación”.

Para que esto se realice de manera formal, en 2019 el Consejo Superior de la casa de estudios sancionó una ordenanza legislando las formas en que se iba a trabajar en este tipo de casos. 

Por ejemplo, se autorizó adaptar cursadas, instancias de parciales o finales, pero también se estableció realizar un acompañamiento desde el inicio de la vida estudiantil de la persona. De esta forma, quienes se inscriben en la casa de estudios tienen la posibilidad de informar previamente si conviven con alguna discapacidad; un mecanismo que le permite al estudiante decidir, pero también trabajar a largo plazo y ser parte, tal como le sucedió a Andrea Romero (39) el año pasado.

La joven de Sarmiento, es no vidente, y en 2020, quiso volver a la universidad. Fue luego de varios años de haber dejado abogacía, por las dificultades y la falta de acceso a ciertos contenidos que había en los inicios de la década del 2000. 

Conociendo su condición se comunicó con la casa de estudios, averiguó que carreras podían ser más accesibles y decidió anotarse en la Tecnicatura en Gestión e Inmediación Cultural. Sin embargo, la pandemia frenó todo y Andrea quedó en el limbo. 

“Me estaba anotando en la universidad y me agarró la pandemia”, contó a ADNSUR al recordar su caso. “Entonces no alcance a llevar ninguno de los papeles e intérprete que quedé afuera. Pero en abril me llamó de la universidad Carla Antola y me preguntó si me había alcanzado a anotar. Le explique, me preguntó si estaba interesada en estudiar, y al otro día comencé a estudiar”, dice con alegría.

Para Andrea, el trabajo de la Comisión y la Dirección de Orientación Educativa ha sido muy valioso y le ha hecho más fácil la cursada. “Ese sector a mi sinceramente me ha prestado un apoyo tremendo porque me ayudó a retomar mis estudios, pero también me ayuda en el día a día. Por ejemplo, con la asistencia en biblioteca porque necesito que los textos estén en un formato accesible. Ellos siempre que necesito una orientación o algo están ahí para ayudarme. Los profesores también han tenido predisposición porque es una carrera a distancia y algunos contenidos o tareas tienen que ser adaptadas, más que nada en los trabajos, porque no es lo mismo que a uno le describan una imagen que alguien lo vea”, asegura.

Andrea en su primer año promocionó casi todas las materias, y ahora se encuentra cursando el segundo, dedicando muchas horas de su día a la universidad. Se la escucha contenta, sabiendo que esta vez sí va a poder culminar sus estudios. “Cuando yo estudié abogacía, la tecnología era otra y no pude con el ritmo de la carrera porque siempre alguien tenía que estar para leerme y no siempre contaba con esa persona. Cada uno tiene sus obligaciones y sus tiempos, y una carrera universitaria lleva mucho tiempo, y necesitaban que me lean unas cuentas horas de lectura. Ahora por suerte me está yendo bien, promocione todas las materias que me anote, estoy cursando seis materias y las llevo bastante bien, y el desafío es terminar la carrera en tres años", dijo, optimista.

CADA CASO UN MUNDO

Las especialistas aclaran que no siempre es necesario un acompañamiento. Si la persona tiene autonomía, se la deja que transite con la mayor naturalidad posible su camino universitario, caso contrario se intenta generar las condiciones a través de un acta acuerdo con las diferentes cátedras para garantizar un acompañamiento, tal como le sucede a Tomás Santander, que estudia Biología en Puerto Madryn, y convive con el síndrome de asperger.  

A modo de ejemplo, el joven amante del buceo y de la biología, contó a ADNSUR, cómo se han adaptado formas de estudio para que pueda cursar en forma adaptada. “El profe de Matemática 2 me dio la posibilidad de dividir los temas de un parcial en cinco partes. Estoy por la tercera parte, tratando de sacarla. Y la de Química orgánica me deja usar la notebook y para mi es mucho más sencillo estudiar de esa forma”. 

Tomás nació en Neuquén, pero decidió estudiar en Puerto Madryn, a donde suele ir su familia a vacacionar, y un lugar ideal para practicar su pasión, el buceo. 

Cuenta que para él fue toda una experiencia ingresar a la Universidad, le costó pero lo supo sacar adelante. “Me dijeron este va a ser el mejor año de tu vida. Estaba muy emocionado, empecé a hablar con más gente, dije voy a tratar de hablar, conocer más gente y hacer amigos. El primer tiempo fue así, y las materias me resultaron interesantes. Algunos profesores eran muy estructurados y otros no tanto, pero también sentí que me estaba matando la cabeza por nada y cuando me llegó la nota del primer parcial me frustre mucho. Pero después me di cuenta que fui aprendiendo”, indicó.

Tomás cuenta que así como algunos profesores adaptan los contenidos de estudios para que sea menos complejo para él estudiar, también cuenta con ayuda de algunos compañeros, quienes acompañan su proceso de estudio para que no sea tan complicado. 

Cambareri, aclara que “se trata de ajustes curriculares” y no facilitar la carrera, sino adecuarla. “La idea es que el estudiante universitario curse su carrera sin modificaciones de contenido, pero con apoyo. La propuesta exige acompañar al estudiante pero también acompañar al docente porque a veces se encuentra en una situación en la que desconoce cómo proceder para poder estar en el aula. Ese también es el rol de la comisión, poder generar capacitaciones para pensar alternativas pedagógicas de enseñanza que tengan que ver con la necesidad de ese estudiantes”. 

JORNADAS LATINOAMERICANAS 

En julio todo este trabajo que se realiza en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco será presentado a nivel Latinoamérica. Por primera vez la casa de estudios será sede de la XI Jornadas Nacionales y II Jornadas Internacionales “Universidad y Discapacidad”, donde se planteará la accesibilidad en la educación superior y los derechos de las personas con discapacidad. 

Desde febrero la comisión viene trabajando en la organización de la actividad que tendrá lugar el 1 y 2 de julio y contará con la participación de expositores de México, Colombia, Chile, Uruguay, Guatemala.

Allí seguramente se contará los casos de Cristina, Andrea y Tomás, pero también alguna otra experiencia, ya que alrededor de 130 alumnos con alguna discapacidad actualmente cursan en la San Juan Bosco, y muchos como Cristina terminaron convirtiéndose en profesionales.

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