COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) -  Días atrás, padres organizaron se manifestaron solicitando al Gobierno Provincial la apertura de las escuelas, cerradas desde marzo cuando comenzó el aislamiento obligatorio por pa pandemia de coronavirus. Casi al mismo tiempo, docentes hicieron visible la falta de mantenimiento de algunos edificios escolares, dando a entender que no es únicamente el peligro de transmisión de covid-19 o la imposibilidad de aplicar protocolos sanitarios lo que frena el inicio de las clases.

Este martes, un grupo de padres publicó una "Carta Abierta", explicando la situación que se vivió dentro de los hogares mientras los establecimientos educativos estuvieron cerrados, y la necesidad de que estos ámbitos vuelvan a habilitarse por la salud y la formación de los chicos.

El texto está firmado por Padres Organizados Comodoro Rivadavia, Comarca VIRCH Valdés (Dolavon, Gaiman, Trelew, Rawson, Puerto Madryn y PuertoPirámides).

CARTA ABIERTA

"Somos papás y mamás, pero durante el último año también nos convertimos en docentes, psicólogos, cocineros, amos de casa y malabaristas de la economía y del tiempo. Ya éramos papás, así que tenemos algunos conocimientos generales sobre cada área del trabajo del hogar y cuidado de los hijos. Pero no estábamos preparados para ser, en muchos casos, casi las únicas personas que nuestros hijos ven, su poco contacto con el mundo.

A nuestros hijos, el Estado les arrebató sus más fundamentales derechos: el de disfrutar de la niñez con sus pares, de jugar, de aprender, de ser educados. Les quitó el derecho a preguntar a alguien que no solo tenga “conocimientos generales” sobre las cosas, sino que tenga una respuesta cuando ven una flor e imaginan un bosque, o cuando ven un cerro y se ven a sí mismos en la cima de una montaña, montando una bicicleta. Les quitó el derecho a manifestar públicamente su opinión cara a cara, sin computadoras de por medio, y a cuestionar la autoridad paterna sin temor a ser censurado, que es lo que los papás hacemos, por más que juguemos un poco a ser maestros.

La escuela cerrada significa que nuestros hijos no pueden compartir con sus pares, más allá de su propia realidad, y aísla a los chicos en la falsa idea de que la única realidad que existe es la propia. Eso mella su autoestima, porque ninguna burbuja dura para siempre. La escuela cerrada significa una tortura cruel e indigna para chicos que encuentran en el colegio un escape a su realidad violenta e insensible con ellos, que han quedado a la deriva, y a las anchas de aquellos adultos que, en lugar de cuidarlos, los reducen a la nada.

La escuela cerrada significa el abandono del Estado al más vulnerable, victimizándolos aún más violentamente: o porque no tienen un lugar seguro para conectarse, o porque no pueden, simplemente, hacerlo. Los más pobres, los que tiene discapacidades, los que por cualquier circunstancia no pueden participar del único e ineficaz método que propone el Estado, ignorando la realidad del pueblo chubutense.

Aquí, entre estos padres, no hay nadie que quiera sacarse a sus hijos de encima. El que quiere sacarse a nuestros hijos de encima es el Estado, dejándolos, en el mejor de los casos, en las manos amorosas de sus padres, muchos incapaces de suplir a los docentes. Pero en el peor de los casos, los abandona a manos de cuidadores abusivos, maltratadores y violentos, o simplemente indiferentes o superados por la realidad, que no pueden acompañarlos de ninguna manera. Cuando no hay escuela ni docente que detecte y advierta estas situaciones, los niños quedan merced de situaciones indeseables y dañosamente irreversibles como abusos, violencia intrafamiliar, sobreadaptación, o trabajo infantil.

El Estado tiene una deuda con nuestros hijos, y por eso nos debe a nosotros. El cierre de jardines y de escuelas de todos los niveles y de todos los tipos de educación, coloca a nuestros hijos en una disyuntiva: sobrevivir al Mundo, o el que el Mundo se los coma. Argentina es un caso único, como lo es siempre. La Unesco dice que por la pandemia, 10.500.000 niños, niñas y adolescentes dejaron de asistir a clases. Mientras el resto del Mundo intenta no cerrar la escuela, nosotros la tenemos cerrada, por las dudas, y pese a la evidencia científica que afirma que no deben cerrarse los establecimientos educativos.

Nosotros somos papás y mamás, pero hoy también nos convertimos en los abogados de nuestros hijos, y vamos a dar la batalla que se necesite para reabrir el sistema educativo presencial, con cuidado y acondicionamiento, con responsabilidad, compromiso, y vocación por nuestro principal, fundamental, y más hermoso trabajo: el de ser papás y mamás".

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