La diseñadora de ropa para Barbies de Comodoro: “Me creé mi propia fuente laboral”
A Graciela siempre le gustó coser, desde esos tiempos en que veía a su madre usar aquella máquina que hoy ya está en desuso. Cosió, diseñó, sin embargo, nunca se animó a hacerlo para otros; hasta que hace tres años vio en un puesto de ventas ropa para barbies de origen chino. Graciela es la diseñadora de indumentaria para muñecas, un emprendimiento que la rompe entre el público más pequeño con ropa de personas en miniatura.
“No me voy a olvidar nunca la primera vez que participé en una feria municipal", dice Graciela. La emprendedora recuerda la fecha con la precisión que da la importancia. Ese 8 de mayo del 2022, por primera vez mostró a la comunidad el trabajo que hace: ropa de personas en miniatura, un trabajo textil, puntilloso, detallista y a pequeña escala para un público que se vuelve loco cuando ve sus productos.
“Fue el 8 de mayo del año pasado”, recuerda Graciela volviendo el tiempo. “Fue algo muy lindo porque conocí mucha gente, me permitió llegar a más personas y también crecer con un emprendimiento, porque me ayudó a que crezcan las ventas”, admite.
Hace cuatro años Graciela Unquén comenzó con la producción de indumentaria para muñecas. Empezó como un hobby. Sin embargo, poco a poco terminó convirtiéndose en un trabajo.
“Yo hago costura desde que tengo 7 años”, cuenta. “Empecé con las máquinas a pedal, mamá me enseñó porque siempre le gustó confeccionar ropa. Entonces me enseñó a costurar, a tener idea de cómo se corta y ahí fui aprendiendo. Siempre me hice ropa para mí porque no soy modista, nunca me consideré ni me animé a hacerle a otras personas, sino por gusto familiar; pero hace unos cuatro años comencé a hacer ropa a muñecas, soy nuevita en esto”, dice con orgullo.
EL ORIGEN DE SU EMPRENDIMIENTO
Cuando era chica, Graciela se hacía su propia ropa para sus muñecas. Cosía, armaba y con ayuda de su madre vestía a modo de juego a aquellas muñecas que acompañaban sus tardes. Quizás por eso, ese día de hace tres años que fue a La Saladita y vio la ropa de origen chino para muñecas que una mujer vendía en su stand, se enojó mucho y decidió animarse a coser ropa a pequeña escala.
“Sin menospreciar, eran tres vestiditos en un envase, tres rectángulos con agujeros y abrojos. Yo me acordé que cuando era chica le hacía ropa a mis muñecas y le dije a mi esposo: ‘mirá lo que le venden a las nenas. Está bien que sea para jugar pero no es para faltarle el respeto así’. Así que le dije ‘lo voy a intentar’. Y me dijo que sí, que debería hacerlo”.
Así, Graciela terminó dando origen a su emprendimiento y comenzó a elaborar indumentaria ofreciéndola por Marketplace, la plataforma de ventas de Facebook. Hacía poco stock y publicaba cada tanto. Sin embargo, lo que sucedió ese primer día del niño la sorprendió.
“Me dejaron hasta las muñecas desnudas”, dice entre risas. “No quedó nada. Les gustó mucho a las nenas, les encantó. Así que empecé a hacer ropa sport, jean a la moda, camperas de jean, camperas de cuero, inflables de invierno, con todos los detalles”.
Graciela dice con orgullo que hace “ropa de personas en miniatura”, toda una definición de cómo trabaja cada prenda y a lo que apunta en materia estética. Para las pequeñas es una invitación a un mundo real, con ropita a pequeña escala que les permite ampliar la variedad de su juego.
La emprendedora admite que es un trabajo de mucha paciencia, y en su caso cuenta con el acompañamiento de su familia. “No le voy a mentir a la gente. No es para cualquiera el trabajo, requiere mucha práctica, porque es muy difícil para una persona que no está acostumbrada a coser o coser en una orilla a un milímetro. Pero con el tiempo he logrado tener mucha práctica. Todo lo que hago es cosido a máquina, no hago nada cocido a mano. Pero esto es darse maña. Gracias a Dios, también tengo el apoyo de mi familia. Mi esposo me acompaña en todo, me ayuda con el armado, y mi hijo me ayuda a recortar los moldes porque cada vez tengo que hacer más”.
En tiempos de inflación y bolsillos ajustados, los valores que manejan son también diminutos. Una remera simple estampada o lisa cuesta 300 pesos la unidad y una cartera común $200. Sus productos más caros pueden ascender a los 2000 pesos en el caso de un vestido u 800 una cartera más elaborada.
“Trato de que sea accesible porque soy consciente de que el bolsillo hoy no da para comprar ropa a una muñeca, por eso trato de que se adapte a diferentes bolsillos, y lo vendo en forma individual para que cada uno lo acomode a su necesidad. Esa es la idea y estoy vendiendo bastante. No es que me voy a hacer millonaria, pero a mí me sirve y puedo llevar un ingreso a mi casa, pero lo más lindo es la mirada de las chiquitas cuando ven de lejos el stand. A las nenas les encanta y es impagable. Yo las escucho gritar de lejos y pienso ‘esa es mi próxima clienta’”.
Graciela está agradecida de esta oportunidad que construyó a sus 51 años. Durante gran parte de su vida fue empleada de comercio y hoy esa experiencia le sirve para poder vender mejor sus productos. Reconoce que tiene alma de artista por herencia de su padre y su madre, un albañil que sabía trabajar la madera y una ama de casa que siempre supo de coser, y admite que creció en una casa donde todos son corajudos. “Si había que tapizar algo se veía cómo se hacía y se hacía. Si había que pintar lo mismo”, dice entre risas y con sencillez.
Mientras habla se acuerda de Alicia, su otra compañera en el Cultural que se dedica a hacer ropa tejida para muñecas y también de aquellos productores que fabrican muebles para las barbies.
Y a la hora de proyectar espera que el próximo año traiga alivio al bolsillo y a los emprendedores, pero también sueña con que se abran más puertas para ella. “A mí me gustaría poder poner el producto en los negocios. Sería lindo que nos dieran la oportunidad y que el comercio se nutriera del producto local. Me gustaría seguir, crecer y algún día poder darle trabajo a más gente, que sea una fuente laboral, que trabaje alguien conmigo. Todavía no consigo alguien que cosa tan chiquito, pero me encantaría darle la oportunidad a otras personas de trabajar; pero veremos qué depara el futuro, por ahora paso a paso”, dice esta mujer que encontró en sus recuerdos un hobby y un emprendimiento, un oficio que lleva felicidad a otras niñas.