La dura historia de la primera capitana de pesca de Chubut y el país
Nancy Jaramillo nació en Chubut y es la primera capitana de pesca recibida en la única escuela que hay en Argentina. Este lunes, aprovechando su estadía en tierra, dialogó con ADNSUR, recordó su dura infancia, la pobreza y el embarazo adolescente que lo cambió todo. También contó lo duro que fue la primera vez que se embarcó y los prejuicios que tuvo que romper y que debe seguir rompiendo. “Hace poco quise cambiarme de empresa para ver qué pasaba, pero a pesar de mi experiencia no conseguí trabajo”, señaló, admitiendo que para las mujeres la pesca sigue siendo un rubro difícil al cual acceder.
COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR / EXCLUSIVO) – Nancy (43) lo tiene claro y quizás por eso está haciendo historia en la pesca argentina y de Chubut: “el trabajo dignifica”, tal como se lo enseñó su padre, quien a ella y a cinco sus hermanos les inculcó que si veían a una persona mayor limpiando le pidan trabajo sin vergüenza, pero sin preguntar que iban a recibir a cambio. Toda una filosofía de vida.
Nancy no tiene reparos en admitir que de chica vivió en la pobreza, que tuvo que vender cosas en la calle y que cuando quedó embarazada sabía que no quería lo mismo para su hijo.
Esa misma necesidad fue lo que la llevó a buscar suerte en la Armada, sin saber que un 'no' como respuesta por ser madre la llevaría a la Policía, y luego a Prefectura, donde sin querer iniciaría su vida en la pesca, siendo una pionera en la industria argentina.
EL INICIO DE UN LARGO VIAJE
Fue en un edificio de esa última fuerza donde inició su aventura en el mar. Un curso de camarera fue su boleto para su primera experiencia, un viaje de ida que nunca más se detuvo.
“A los 17 fui mamá, tuve un varón, Ammiel, y siendo una madre tan joven salí a buscar un futuro para darle. Yo vengo de una familia muy humilde. Nosotros nos criamos comiendo en mi casa hasta donde podíamos y en comedores infantiles. Pasamos mucha pero mucha pobreza, entonces no quería que mi nene pase lo mismo”, contó Nancy a ADNSUR desde Puerto Madryn.
Previo a ser madre, Nancy ya había cosechado una extensa trayectoria laboral pese a ser menor. Había vendido hilos y agujas en la calle, limpiado casas cama adentro y también había cuidado a una abuela en Sierra Grande, un pueblo que se encuentra a 134 kilómetros de Puerto Madryn, la ciudad que eligieron sus padres para vivir luego su nacimiento en Trelew.
“Donde se me presentaba una oportunidad de trabajo ahí me iba”, contó al recordar esa época.
Pero cuando su hijo cumplió un año, Nancy decidió que era momento de volver al ruedo. El destino la llevó al curso de camarera pesquera en Prefectura.
Durante cuatro meses aprendió “de todo un poquito” y una vez que obtuvo su certificado tuvo su primera oportunidad en Conarpesa, empresa para la que trabajó dos años.
EL DOLOR DEL PASO DEL TIEMPO
Nancy recuerda como si fuera hoy aquella primera vez en el barco. “Para mí fue una novedad. Si bien nosotros vivíamos frente al mar estábamos totalmente alejados de la vida marítima, así que cuando me llamaron le pregunte a mi mamá ¿qué llevo?. Ella me dijo ‘no sé, lleva tu mejor ropa’, que sería lo que hoy uso para tirar, y cuando llegue me estaba esperando una trafic para llevarme a Mar del Plata. Yo no entendía nada pero tampoco quería preguntar. Pensaba que toda las noches iba entrar a puerto, pero estuve 60 días en el barco y mi nene se quedó con mi papá y mi mamá. Tenía un añito”.
Nancy confiesa que fue difícil dejar a su hijo, “pero la necesidad era muy grande”, casi “desesperación”. Sin embargo, lo más duro vino después, cuando volvió a tierra luego de dos meses.
“Recuerdo que cuando me fui mi hijo gateaba no más y cuando volví ya caminaba. Cuando entre a casa me miró y se dio vuelta y se fue. Fue una de las cosas más dolorosas que me pasó, pero bueno no quedaba otra”.
El nene de Nancy en la actualidad tiene 25 años, es padre de dos hijos y espera un tercero. Para Nancy es su orgullo, no solo porque “es buena madera”, sino también porque nunca le reclamó nada pese a que ella se perdió la mitad de los momentos importantes de su vida.
Es que, como ella dice, eso es lo más difícil de este oficio que supo construirse. Perderse cumpleaños, momentos y hasta una operación de su hijo a cambio de un bienestar económico; la contracara del sacrificio y de estar meses y meses en barcos
Por supuesto, esa no fue la única dificultad para Nancy, que luego de dos años como camarera decidió sacar su libreta de marinera. “Imagínate lo que me costó. Estaba como ley que marinero solo podían ser los hombres, pero en un momento dije la ley no dice hombre o mujer, dice tripulante, entonces yo podía ser marinera”.
“Lo nuevo asusta y la primera reacción fue ponerme una trabita. Lo logre y después quise ser patrón de pesca donde también encontré una resistencia, pero gracias a la ayuda de un profesor, Luis Martín, lo logré. El me dio un empujoncito diciendo que si no me aceptaban porque había sacado el mejor promedio, él iba a tomar cartas en el asunto porque me estaban discriminando. Pero bueno, entré y me dejaron hacer una patente cuando a mis compañeros se les permitía hacer las dos”, agregó.
LA DIFICULTAD DE SER MUJER
En la actualidad, Nancy, la primera capitana graduada de la Escuela Nacional de Pesca Comandante Luis Piedrabuena -donde en su museo hay un retrato de ella-, trabaja en la Vieria, una empresa donde comenzó como oficial y marinera.
Fue allí que en 2013 le permitieron salir como capitán de relevo y luego de manera efectiva.
Este año, luego de más de un lustro en la empresa, quiso cambiar de aires y le pidió a su jefe un tiempo para buscar otra alternativa. La respuesta fue un cachetazo al orgullo, todo seguía como si el tiempo no hubiera pasado.
“Quería conocer otras pesqueras, pero no pude conseguir trabajo viviendo en el sur, de Chubut, donde me conoce mucha gente y con seis años de capitán; habiendo sido oficial, y habiendo estado en langostinos y merluza como marinera. La conclusión es que no importa tu capacitación, nada, solo que sos mujer”, lamentó.
Luego de ese duro revés, Nancy volvió a su anterior empresa. Un llamado de su jefe para saber cómo estaba la devolvió al puesto que tanto había deseado, el mejor ejemplo de que no todo está perdido.
Nancy asegura que así como ella, quien puede llegar a ser la primera capitana recibida y en ejercicio de Sudamérica, hay otras mujeres que pasan a diario por esa misma situación. Algunas directamente no pueden “manchar nunca su libreta”, y otras en cambio a pesar de su experiencia no vuelven a conseguir trabajo.
“La realidad es que no hay oportunidades. Entonces te preguntás cómo podes incentivar a navegar a otras mujeres si las pocas que estamos no tenemos trabajo o yo que tengo el titulo más alto salgo a buscar y no puedo conseguir. Entonces le tenés que decir ‘dedícate a otra cosa porque no vas a conseguir trabajo’. Pero lo que nosotros queremos es una igualdad de oportunidades, no queremos nada más que eso”, señaló.
Por lo pronto, Nancy quiere seguir siendo la capitana del Erin Bruse y sueña con jubilarse en la pesca, aunque todavía no sabe cómo será cuando llegue el momento, ya que podría ser la primera mujer de carrera que se retira de la actividad.
Mientras tanto espera, sabiendo que pronto conocerá a su tercer nieto, que hace tres años volvió a encontrar el amor en una profesión que no todos entienden y que en la pesca no se piensa a futuro, porque se sabe cuándo se sale pero no cuando se vuelve. Una realidad que no distingue géneros.