En el año 1897, Florencio Basaldúa, secretario general de la Gobernación del Chubut, le presenta al presidente de la Nación, José Evaristo Uriburu, un proyecto para traer al Golfo San Jorge a 10.000 familias del país vasco, con la idea de fundar una colonia semejante a la de los galeses. 

El sueño de Basaldúa es trasladar "Eskal Berri" entre el sur de Chubut y el norte de Santa Cruz, una tierra en la que los pueblos vascos se reunirían del otro lado del atlántico, reafirmando las diferencias que los separan de España y de Francia.

“¿Ha muerto aquel pueblo Eskadum cuyas brillantes tradiciones acabo de exponer? ¿Es tan cobarde que acepta la vil esclavitud que le han impuesto, dividiendo la Patria Eskalerría en dos mitades, sin más razón que la fuerza?, publica la revista La Baskonia de Buenos Aires un encendido discurso de Basaldúa de 1912.

Basaldúa, quien llegaría a ser un ciudadano ilustre de Rawson –defendió la capital provincial tras la inundación de 1899-, proyecta radicar una colonia vasca en una superficie de 166.000 km2 desde el Golfo San Jorge hasta la cordillera, que poblarían unas 50.000 "almas" al cabo de tres años.

Basaldúa imaginó la nueva tierra de los pueblos vascos al sur de la colonia galesa en Chubut.
Basaldúa imaginó la nueva tierra de los pueblos vascos al sur de la colonia galesa en Chubut.

El plan denominado “Reservas Fiscales, Proyecto de Colonia Vasca en la Patagonia”, que nunca llegaría a concretarse, se enmarca en la Ley de Tierras, Inmigración y Colonización de 1876.

Basaldúa, ingeniero y agrimensor, traza un mapa de "Eskal-Berri" en el que imagina a Bilbao en las costas chubutenses y a Pamplona en el interior, entre otras ciudades del país vasco. Piensa hacer 26.640 concesiones de tierras de 625 hectáreas cada una.

El secretario de la Gobernación sostiene que, a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo, los vascos de Chubut y de Santa Cruz “no vendrán a hacer dinero e irse, sino a trabajar y establecerse definitivamente”.

Para asegurarse de que esto suceda, Basaldúa propone que cada una de las 10.000 familias debe pagar 1037 pesetas o francos para comprar los insumos que necesitan para trabajar la tierra.

El vasco hace una lista detallada de los animales, granos y herramientas, con los precios correspondientes, que cada familia necesita para comenzar a producir. Calcula que los pioneros tardarán unos cinco o seis meses hasta ver los primeros frutos de sus cosechas.

El listado de incluye: dos vacas lecheras ($30), dos yeguas o caballos mansos ($20), dos cerdas preñadas ($20), veinte ovejas mestizas Lincoln ($5), diez cabras mestizas del Tibet ($5), un arado de acero ($30), 1000 kilogramos de semillas, trigo y cebada ($0,10), clavos, zinc, pino y herramientas.

El mapa de Eskal-Berri en Chubut y Santa Cruz, donde Basaldúa proyectaba fundar la colonia de los vascos.
El mapa de Eskal-Berri en Chubut y Santa Cruz, donde Basaldúa proyectaba fundar la colonia de los vascos.

Basaldúa, quien se codea con Florentino Ameghino, Rafael Hernández y otros influyentes dirigentes del país, lo tiene todo planeado: esboza los borradores de la “Compañía Eskal-Berri”, que llevará adelante la colonización, y del “Banco Eskal-Berri-Argentino”, que otorgará beneficios a los nuevos pobladores.

El sueño del nacionalista vasco, quien se cartea con José Martí y apoya la independencia de Cuba de España, no parece descabellado a la luz de los datos poblacionales que arrojan las estadísticas.

El Censo Nacional de 1895 muestra que en la Patagonia había 29.043 habitantes –excluyendo a los pueblos originarios-, de los cuales la mitad se encontraba en Neuquén y 8.886 eran chilenos. En Chubut había, según los datos oficiales, 3.748 habitantes de los cuales 352 eran chilenos y en Santa Cruz 1058 pobladores, con 352 nacidos en el país trasandino.

El vasco Florencio Basaldúa fue secretario de la Gobernación del Chubut.
El vasco Florencio Basaldúa fue secretario de la Gobernación del Chubut.

SE INUNDA RAWSON

No se sabe por qué nunca prosperó el proyecto de Basaldúa en 1897 de poblar con 50.000 familias vascas el sur de Chubut y el norte de Santa Cruz. 

Dos años más tarde, sucede la gran inundación de Rawson, que pone a prueba a Basaldúa, quien era entonces gobernador interino del Chubut, cuando trasladan la capital a Trelew, lo que desata una puja política entre ambas localidades.

La historia la reconstruye Patricia Lorenzo, coordinadora de Patrimonio Histórico y Museo de Rawson, en un trabajo de investigación sobre la vida y obra de Basaldúa.

La capital debía regresar a Rawson para antes del 20 de septiembre del 1900, pero como el traslado se dilataba –¿presiones de Trelew mediante?-, el juez de Paz, Pío Pérez, y 42 vecinos le dirigen una carta a Basaldúa solicitándole que se cumpla el decreto.

“Por su posición geográfica Trelew es un pueblo anti-higiénico, ubicado a una legua del río, en un bajo, rodeado de salitrales intransitables, sus habitantes se proveen de agua por caños que la llevan a un estanque donde se calienta y descompone por acción del sol; beber esa agua, señor Gobernador, es exponerse a una enfermedad que debe evitarse, teniendo en cuenta los escasos recursos de la ciencia médica en este territorio, y de modo como se la administra”, dice el documento firmado por los rawsenses.

Florencio Basaldúa y su esposa Juana Canut.
Florencio Basaldúa y su esposa Juana Canut.

Basaldúa cumple con el decreto del presidente Julio Roca, y regresa la capital a Rawson el 20 de septiembre de 1900.  

El Gobernador interino escribe en una de sus cartas, que le solicitó al Presidente de la República que “confirmara a Rawson en su histórico rango de capital de Chubut, que gentilmente ratificó, a pesar de las intriguillas de un núcleo de mercachifles extranjeros”.

Basaldúa preside el acto en el que restituyen la capital provincial a Rawson; los festejos comienzan a media mañana y se extienden hasta el anochecer.

 “Como el fénix de la fábula renacía del fuego a la nueva vida, así Rawson, arrasada hasta sus cimientos por la inundación de hace un año, emerge del fondo de las aguas, vigorizada por su fértil limo, mejor construida, más grande, más bella y sus habitantes con nuevos anhelos y energías, que aseguran su propia grandeza”, dice Basaldúa a quien los vecinos lo condecoran con una medalla de oro.

"Al Gran Basko y Patriota Argentino", dice la lápida de Basaldúa cuyos restos descansan en el Cementerio de Rawson.
"Al Gran Basko y Patriota Argentino", dice la lápida de Basaldúa cuyos restos descansan en el Cementerio de Rawson.

VASCO ARGENTINO

Basaldúa pasa sus últimos días en Rawson, en la estancia "Sol de Mayo", junto con la primera maestra de la capital, Juana Canut, con quien se casó en segundas nupcias. Se sabe que tuvo cuatro hijas de su primer matrimonio con Tomasa Nuñez.

En Rawson, Basaldúa desarrolla un fervoroso sentimiento patriótico por nuestro país. Tal es así que en la casa iza diariamente el pabellón nacional y los peones deben realizar una reverencia en señal de respeto.

En sus expediciones por la Argentina, Basaldúa había sido distinguido con el título "Ciudadano Honorario de Yapeyú", por haber adquirido y donado el solar del Libertador San Martín.

En su estancia, el vasco escribe el ensayo "Prehistoria e Historia de la Civilización Indígena de Amérika", en colaboración con Juana Canut, cuyos tomos se encuentran resguardados en la "Colección Arancibia" de la Biblioteca Agustín Álvarez de Trelew.

Basaldúa fallece el 25 de Mayo de 1932, en la estancia "Sol de Mayo", a los 79 años, y cuentan que antes de dejar este mundo le pide a su esposa, Juana Canut, que toque en el piano el Himno Nacional Argentino.

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