La segunda década del siglo pasado se vio manchada por la sangre de más de 1500 peones rurales que murieron en manos del Ejército Argentino, en el intento de acallar una huelga donde trabajadores de estancias de todo el continente sur, tanto argentinos como chilenos, se habían alzado contra los terratenientes en reclamo de mejores condiciones laborales y una justa remuneración.

Desde El Calafate y Río Gallegos, pasando por Puerto Santa Cruz, Puerto San Julián, Puerto Deseado, Jaramillo y hasta Caleta Olivia, puntos donde el conflicto se extendió, hasta culminar con un genocidio. Por este hecho, en estos días se espera que el Congreso de la Nación sancione que estos acontecimientos históricos sean considerados como crímenes de Lesa Humanidad.

A lo largo de los años, muchos fueron los puntos de vista que se enfocaron en estos cruentos hechos. Investigaciones, trabajos de campo, que no solo hicieron visible la historia desde su revisionismo, sino también desde diversas expresiones artísticas, culturales, académicas, que fueron adoptadas como parte de la identidad del pueblo del sur de la Patagonia.

Por estos días se conmemoran los cien años de aquella huelga que marcó con pólvora y sangre los designios del hombre de campo, el peón rural, el que evidenciaba las insalubres condiciones a las que se sometía para poder subsistir, paradójicamente, en medio de la cúspide de la explotación lanar, donde terratenientes y estancieros ingleses, llenaron sus bolsillos de libras esterlinas, a costa del sudor obrero.

LAS MIRADAS

Sin lugar a dudas, uno de los baluartes de la tarea de visibilización de esta historia fue Osvaldo Bayer, autor de “Los Vengadores de la Patagonia Trágica”, publicación que casi le costó la vida y le obligó a mudarse a Alemania, en condición de exilio; y guionista de la película de Héctor Olivera “La Patagonia Rebelde”.

Conferencia de prensa con Esteban Bayer, acompañado por la Mg. Patricia Sampaoli.

Otro invaluable libro fue el que publicó unos pocos años después de la guerra, José María Borrero: “La Patagonia Trágica”, uno de los escritos que fue motivación y precursor de un trabajo que se extiende hasta hoy, con grupos de vecinos agrupados en redes, procurando todos los datos que existan sobre las consecuencias de la huelga, sobre los obreros fusilados, y la búsqueda de los restos de quienes aún no han sido hallados tras su crimen perpetrado por el Ejército, durante un gobierno constitucional.

Sin embargo, desde el noreste de Santa Cruz, un equipo de investigación integrado por docentes de la Unidad Académica Caleta Olivia de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, integrado con especialistas de historia, arqueología, arquitectura, turismo, economía, gestión del ambiente y comunicación audiovisual, comenzó hace más de veinte a trabajar en el patrimonio cultural del noreste de Santa Cruz, y en los avances de la investigación sobre el mundo rural y su revalorización se dieron con las referencias de lo que fueron las huelgas de 1921, redireccionado su interés y alcanzando testimonios de historia oral y datos para comenzar a trazar una red que trascendió las fronteras santacruceñas y de la Argentina, y que hoy se deja ver en la posibilidad de organizar las Jornadas Internacionales por el Centenario de la Huelga Rural Patagónica – Conflictos Obreros de principios de Siglo XX.

A ese equipo pertenecen la Mg. Patricia Sampaoli (UNPA UACO) y el Dr. Miguel Ángel Zubimendi (CONICET – UNLP – UNPA UACO), quienes escribieron que:  "Si bien no fue un objetivo inicial del proyecto de investigación, al analizar el mundo rural, las huelgas rurales de comienzos de la década de 1920 son insoslayables y a lo largo de los años fueron abarcadas de distintas formas dentro del equipo de investigación. En los últimos años, se ha comenzado a trabajar activamente en la recuperación de la memoria y la ubicación de diferentes hitos de la huelga; así como realizar actividades conjuntas con distintos niveles estatales (Archivo Nacional de la Memoria, Comisión de Fomento de Fitz Roy y Jaramillo, entre otros) tendientes a la puesta en valor del patrimonio rural y a recuperar la memoria de estos trágicos sucesos que constituyeron un elemento vertebrador de la sociedad de este territorio, a pesar de los silencios impuestos al mismo con posterioridad a los hechos”.

LA HISTORIA DE LA HUELGA

En la actualización de las investigaciones en Patrimonio Cultural realizadas en Santa Cruz, Sampaoli y Zubimendi publicaron “La Patagonia Rebelde: Las causas de la conflictividad social en el mundo rural”. Allí cuentan sobre varios aspectos de su trabajo, pero fundamentalmente hacen un recuento de los acontecimientos más importantes sobre la vida de los estancieros en la segunda década del siglo pasado, el contexto de postguerra y la precaria situación por la que atravesaban los establecimientos, ya alejados de los tiempos dorados de la producción de lana, y con una crisis en ciernes que sumergía principalmente al trabajador rural.

Las estancias del noreste de Santa Cruz no fueron ajenas a estos hechos económicamente, desde la afectación de la variación del precio en el mercado internacional de la lana, y social y políticamente por el “auge de los movimientos de izquierda revolucionarios que se venían gestando desde fines del siglo XIX y comienzos del XX en Europa, y que tuvieron un fuerte impulso luego de la victoria de los revolucionarios soviéticos rusos en el año 1917, y el auge de la conflictividad social mediante huelgas y boicots”.

Así fue que el conflicto con los peones rurales en 1920 profundizó e hizo sopesar las ganancias de los productores del noreste del territorio de Santa Cruz, por lo que fácil fue que estancieros y varios sectores civiles se recostaran en las decisiones expansionistas del gobierno nacional contra los trabajadores rurales, quienes vivían de manera precaria, en su mayoría eran hombres solos, que habían llegado al sur en búsqueda de trabajo y mejores posibilidades, pero que caían en una explotación injusta de mano de obra.

Sumado a que las condiciones de salubridad eran paupérrimas, los salarios eran magros y debían someterse a larguísimas jornadas de trabajo, los peones se fueron agrupando para reclamar mejores condiciones. Así comenzó la huelga.

“Desde 1918 existía la Sociedad Obrera de Oficios Varios de Río Gallegos –de tendencia anarquista- la cual propulsaba una campaña de sindicalización de peones rurales, quienes trabajaban bajo condiciones sumamente precarias e inhumanas. Las demandas de los obreros rurales incluían mejoras en sus condiciones laborales, tales como un sueldo, alojamientos en menores condiciones, un paquete de velas por mes, un día de descanso por semana, mejor alimentación, botiquines con indicaciones en español -y no en inglés-, etc. Los obreros hicieron asambleas y resolvieron elevar a los estancieros los pliegos que contenían esas peticiones. Estos los rechazaron, lo que desencadenó la primera huelga rural en Santa Cruz en el año 1920, la cual se extendió por todo el territorio, aunque su incidencia en el noreste fue menor que, por ejemplo, en la zona sur”, explican Sampaoli y Zubimendi en su escrito.

De esta manera, se conoció cómo desde el gobierno nacional, con la presión de la Sociedad Rural, además de los intereses de los hacendados ingleses, se avanzó con el envío de tropas para controlar una situación que podría haberse solucionado mucho tiempo antes.

Allí aparece la figura del Teniente Coronel Héctor Benigno Varela, como jefe del décimo regimiento de Caballería que llegó a Santa Cruz a intimar a los huelguistas y hostigarlos para que depongan su actitud.

EL FATÍDICO FINAL

En su publicación, los investigadores de la UNPA en Caleta Olivia detallan claramente los acontecimientos y sucesos que desencadenaron las muertes de más de 1500 peones rurales, las persecuciones, los engaños y la violencia con la que se puso fin a un reclamo, pero no la historia que, contada por el bando que perdió, hoy muestra un rasgo de la historia que parece repetirse de forma cíclica hasta la actualidad.

Descripción textual:

Varela primero se concentró en las zonas centro y sur, hasta aproximadamente el 10 de diciembre. Luego se trasladó a la zona norte, arribando a Puerto Deseado el día 18 de diciembre con el objetivo de encontrar y detener a Facón Grande y su grupo, y con ello poder dar por terminada la huelga en todo el territorio de Santa Cruz. Al noreste de Santa Cruz la huelga del año 1921 llegó en sus momentos finales, cuando los grupos más numerosos dirigidos por Antonio Soto, Ramón Outerelo y Albino Arguelles ya habían sido reprimidos y sus cabecillas fusilados o habían huido a Chile. Un grupo de huelguistas al mando de Facón Grande avanzó desde el noreste de la actual localidad de Gobernador Gregores y actuó por la zona denominada Las Sierras –en la meseta central del Deseado-, juntando gran cantidad de caballada, víveres y tomando prisioneros a algunos administradores y hacendados de las estancias por las que pasaban y levantaban en huelga a los peones. El día 13 de diciembre, los huelguistas asaltan las poblaciones de Pico Truncado y Las Heras, donde toman víveres y ropas de los comercios Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia y la Sociedad Anónima Mercantil de la Patagonia. Mientras, columnas de huelguistas siguen recorriendo estancias cercanas a las vías del Ferrocarril Patagónico que unía Puerto Deseado con Las Heras, interviniendo también en zonas como Caleta Olivia, que es asaltada el 17 de diciembre.

El día 21 de diciembre de 1921 ocurre el llamado enfrentamiento o combate de Tehuelches, el único verdadero combate entre las tropas del Ejército Argentino y los huelguistas que aconteció durante la huelga. En éste, los huelguistas derrotaron a las tropas nacionales, quienes se llevaron herido al conscripto Pablo Fisher, que fallecería a las pocas horas. Por parte de los huelguistas, tuvieron varios heridos y tres muertos. Al día siguiente del combate, Facón Grande envía una comisión a negociar su rendición ante Varela. Como resultado de la misma, Varela les promete que si se entregaban serían respetadas las vidas de los cabecillas involucrados. Este pliego de condiciones es discutido por los huelguistas en una asamblea realizada en su campamento y se vota mayoritariamente por la rendición y entrega de las armas. Al día siguiente, una columna de aproximadamente 200 huelguistas se entrega en Jaramillo ante Varela y su tropa. Sin embargo, el militar no cumple con la palabra empeñada y ordena la detención de todos los huelguistas. Posteriormente libera a aquellos que fueron recomendados por los estancieros de la zona, otros son llevados detenidos a Puerto Deseado, y un grupo de entre 15 y 50 personas –entre ellas Facón Grande- son conducidos a un cañadón cercano a Jaramillo donde son fusilados, y sus cuerpos parcialmente quemados y enterrados. Desde ese momento, el lugar donde fueron fusilados pasó a ser llamado por la gente de la zona como Cañadón de los Muertos. Durante el tiempo que los huelguistas estuvieron detenidos en esta localidad se ha mencionado que algunos de ellos, pero especialmente Facón Grande, fue torturado por las tropas nacionales.

En resumen, se puede afirmar que la huelga afectó a todo el territorio de Santa Cruz, con la excepción del extremo noroeste, en la zona del Lago Buenos Aires. En el noreste, donde el equipo de investigación realiza las indagaciones, si bien la huelga llegó en sus momentos finales, afectó de forma significativa a sus habitantes, ya que no sólo ocurrieron hechos traumáticos –como los fusilamientos masivos de Jaramillo- sino que también un número importante de estancias se vieron involucradas. Todos estos hechos quedaron grabados en la memoria colectiva de los distintos actores que intervinieron de forma directa o indirecta en la huelga. Durante 50 años no se volvió a hablar de la huelga hasta que el historiador Osvaldo Bayer rescató del olvido los trágicos sucesos (EL MUNDO RURAL Y LA PATAGONIA REBELDE EN EL NORESTE DE SANTA CRUZ A COMIENZOS DEL SIGLO XX. Miguel Ángel Zubimendi y Patricia Sampaoli)

ESTEBAN BAYER

En el marco de las Jornadas Internacionales Centenario de la Huelga Rural Patagónica. Conflictos obreros de Principios del siglo XX, que se llevaron a cabo en la Unidad Académica Caleta Olivia de la UNPA, en las modalidades presencial y virtual, la conferencia inaugural estuvo encabezada por el Mg. Esteban Bayer, hijo del periodista  historiador Osvaldo Bayer.

Ante una muy buena concurrencia de público, Bayer (H) se encargó de poner en valor y brindar detalle del trabajo investigativo de Osvaldo Bayer y la responsabilidad del historiador, haciendo un recuento de sus años de tareas y de misión con este tema, desde aquella conversación con Félix Luna, los años de exilio en Alemania y sus últimos días. Su archivo, carpetas y documentos, y el legado para con muchos investigadores y su propio hijo Esteban, quien se transformó en una especie de “curador” de toda su obra.

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