Nació en Comodoro y en pandemia con 840 gramos, estuvo 75 días internada y el viernes recibió el alta
Isabella Jazmín Cuevas nació el último 6 de septiembre en Clínica del Valle con solo 26 semanas de gestación y 840 gramos de peso. Sus padres fueron a la clínica por una molestia que tenía Alejandra, su mamá. Sin embargo, al otro día dio a luz. La pequeña durante dos meses y medio estuvo en terapia de neonatología y este viernes recibió el alta.
COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - “Solitaria”, así describió Alejandra Alvarado (30) la experiencia de ser madre de una bebé prematura en medio de la pandemia. A la imposibilidad de ir a consultas y ecografías acompañada por Pablo Cuevas (32), su pareja, se sumó la internación de la pequeña que impidió que su familia pueda verla y tomarla en brazos; el deseo más grande que cada persona tiene cuando un niño nace.
Isabella Jazmín Cuevas nació el 6 de septiembre en Clínica del Valle con solo 26 semanas de gestación. Pesó 840 gramos y quedó internada en la terapia intensiva de neonatología.
Su cuadro era delicado, ella debía nacer recién en diciembre. Sin embargo, se adelantó y terminó siendo una de las pequeñas guerreras prematuras que pudo salir adelante. Este viernes luego de dos meses y medio Isabella fue dada de alta, justo en la Semana del Prematuro, una fecha especial para quienes tuvieron que vivir este duro proceso.
UNA MOLESTIA QUE TERMINÓ EN PARTO
Cuenta Pablo, su papá, que el día anterior al parto fueron al sanatorio porque Alejandra tenía molestias, pero nunca imaginaron que un día después iba a llegar la pequeña Isabella. “Nosotros fuimos por la molestia de mi señora pero nunca pensamos que al otro día íbamos a tener una beba, la esperábamos para diciembre. Fue una de las situaciones o momentos más difíciles que pasé en mi vida. El no saber si mi hija iba a pasar las primeras horas de vida o no, pero siempre tuvimos fe y esperanza de que iba a salir adelante”, admitió.
Todo comenzó el 5 de septiembre por la noche, cuando Alejandra estaba en la casa de su madre y sintió molestias y tuvo un pequeño sangrado. Por precaución decidieron ir al médico. En un sanatorio del Centro de la ciudad recibió la primera atención, pero como no había mayores complicaciones la medicaron y volvió a su casa en barrio Arenales.
Al otro día los dolores continuaron y cerca de las 18:00 horas decidieron volver al médico, esta vez a Clínica del Valle, tal como le habían recomendado en el otro servicio que había tenido que activar el protocolo Covid -19.
Alejandra quedó internada en observación y horas más tarde fue examinada nuevamente. Todo indicaba que podía ser una amenaza de parto y decidieron que permanezca en la clínica hasta el domingo. Pero el destino tenía otros planes y tres horas más tarde comenzó con contracciones. Al ser evaluada por una partera advirtieron que la pequeña Isabella ya venía al mundo. La madre lo recuerda como si fuese hoy.
“Como a las 10 comencé a sentir contradicciones. Yo ni sabían que eran, pero vino la partera y tenía dilatación. Fuimos hasta sala de parto y yo le pedí por favor que dejaran entrar a Pablo. Él por suerte me pudo acompañar. El parto fue natural, pero no pudimos ver a Isabella porque se la llevaron directamente. Al otro día recién supimos de ella y el médico dijo que tenía que ser sincero, que no sabía si iba a pasar la noche. Fue una noche bastante trágica para nosotros”, admitió.
Los primeros días fue todo incertidumbre, el paso a paso irremediable que requieren este tipo de casos. Lo solitario que cuenta Alejandra se hacía evidente, aún no habían podido ver el rostro de la bebé, que por cuidados médicos lo tenía cubierto y tampoco la había podido alzar, algo que sucedió recién al cuarto día.
El panorama era desolador. Por un lado, la bebé estaba sola dentro de una incubadora con oxigeno y sondas; por el otro, ellos no podían recibir la contención de su familia, por el riesgo de contagio que impuso esta maldita pandemia.
A eso se sumó la vuelta a casa. “Tuvimos que volver a nuestra casa solos, con una habitación que la esperaba y que la habíamos ambientado para ella. Y ahí empezó el proceso de ir dos o tres veces por día a la clínica para llevarle alimento y poder estar con ella. Es muy duro tener un bebé internado porque lo ves rodeado de cables. Y tener que esperar los partes médicos que a veces son alentadores y a veces no tanto es sumamente difícil, sumamente complicado”, cuenta Alejandra.
Tal como dice Pablo son “momentos muy difíciles que uno no piensa nunca vivir, pero Dios sabrá por qué toca”.
DOS DUROS MESES
Cuenta Alejandra que cuando Isabella nació sus brazos eran como un dedo de ella. Los primeros días le costó ganar peso, aumentaba de 10 a 20 gramos, y a eso se sumaron las apneas que obligaban a estimularla continuamente. “Eso era tremendo”, recuerda la madre.
Lentamente con el paso de los días Isabella se fue haciendo más fuerte hasta alcanzar el 1 kilo. Ese día en neo hubo festejo con carteles alusivos para la ocasión. La pequeña de a poco iba saliendo adelante.
“El primer mes fue difícil, pero el segundo fue bastante bien. Estaba con alimentación con sonda, después el gavaje, después el pecho. La verdad que fue una evolución rápida, pero en el primero fue muy complicado, nos lloramos la vida”, recuerda Alejandra.
La pequeña tenía que alcanzar los 2 kilos para recibir el alta y estos últimos días, en la Semana del Prematuro que se celebra en Argentina, la pequeña iba irse a casa. Los médicos habían pautado fecha para el miércoles. Sin embargo, la bebé bajó un poquito de peso y decidieron esperar, hasta que finalmente este viernes pudo ir a casa con sus padres, luego de una despedida que le hicieron las enfermeras del servicio.
Los chicos no tienen más que palabras agradecimiento para los profesionales que los acompañaron durante estos dos largos meses. “No tenemos más que palabras de agradecimiento para nuestros doctores y nuestras familias que nos apoyaron desde el día uno”, dice Alejandra. “Tuvimos altos y bajos en esta situación, pero siempre contamos con el apoyo familiar y el apoyo del equipo médico”, agrega Pablo.
“Por eso solo hay palabras de agradecimiento para la Clínica del Valle y todo el equipo que ha colaborado y brindado su granito de arena para que mi hija salga adelante. Día a día uno se va a dormir más tranquilo porque sabe que deja a su hija en manos de gente que se dedica a esto, que está muy capacitada, pero además tiene vocación y le gusta lo que hace. Isabella además es un ángel, quizás la gente que no le ha tocado pasar esto no sabe la fuerza de voluntad que tienen estos angelitos para salir adelante”, sentencia orgulloso.
Y vaya que tiene que estarlo. Su pequeña nació en pandemia, con solo 26 semanas de gestación y pudo salir adelante. Bienvenida al mundo pequeña guerrera.