De niños siempre pensamos que los superhéroes llevan capa, o por lo menos así nos hicieron creer las películas de Hollywood. Pero la verdad es que es una gran falacia y la historia de Norma lo demuestra.

Esta mujer de Comodoro Rivadavia, que hoy tiene 56 años, hace un lustro estaba vencida entre el alcohol, la desnutrición y la pobreza, tanto, que lo poco que tenía lo gastaba en alcohol. Sin embargo, gracias a aquellas héroes sin capa que existen en Comodoro venció su adicción, y hoy se encuentra emprendiendo, sabiendo que nunca es tarde para forjar su propio camino.

Hace apenas dos semanas, “La Abuela Norma'', como la conocen en la zona del Faro, aquel asentamiento que se encuentra próximo a Caleta Córdova, participó de su primera feria de productores. Para ella fue todo un acontecimiento, ya que marcó su primer paso para salir adelante, pero también su sueño de progreso y la posibilidad de seguir un camino lejos del alcohol.

Ese día estuvo acompañada por Natalia Delgado, una de las superhéroes sin capa que aparecieron en su vida. Como sucede desde hace tiempo, esta mujer de 39 años que estudia trabajo social, la acompañó al Centro de la ciudad. En el Centro de Información Pública (CIT), donde este viernes otra vez volvió a estar, vendieron juntas los chimichurri que Norma elaboró en la planta de Comodoro Conocimiento, y así vivieron un emocionante día.

Norma en su primera feria de productores.


EL PRINCIPIO DE TODO

Norma conoció a Natalia hace unos años, gracias a Abigail, otra superhéroe sin capa que la ayudó durante mucho tiempo. Luego del incendió en que la abuela perdió a su pareja, Abigail pidió ayuda a través de la red social Facebook, y al enterarse Natalia no dudó en acercarse a colaborar. 

Desde Kilómetro 8, la mujer viajó hasta la zona del Faro, colaboró con lo que pudo y conoció parte de la historia de Norma, esta mujer que se crió en el Pietrobelli y el San Martín, vivió en el Máximo Abásolo, y es madre de unos hijos de los que prefiere no hablar.

Como su estado no era el mejor, junto a Abigail decidieron llevarla al Centro de Atención Primaria de la Salud del barrio. Allí fueron derivadas al Hospital Alvear, donde Norma permaneció internada una semana y recibió el asesoramiento de la trabajadora social Vanina Gattari, otra superhéroe sin capa que fue fundamental en todo este proceso. 

Así Norma comenzó su recuperación, y una vez que recibió el alta, se fue a vivir con Abigail, quien con el único ánimo de ayudar la cobijó durante un año. 

Norma junto a Natalia, una de las mujeres que la ayudó durante todo este proceso.

En todo ese tiempo, Norma recibió la contención del CIT (Centro Integral de Tratamiento de las Problemáticas de Consumo), y continuó yendo a controles médicos. Una vez que se recuperó también fue en busca de su privacidad y decidió ir a vivir sola. Así, desde febrero de este año, habita en una pequeña piecita que construyó en el terreno de un vecino con ayuda de muchos 

Norma cuenta que solo le falta “el baño y arreglar un poquito mi piecita que es chiquita” para que esté en las condiciones que quiere para vivir tranquila y sin molestar a nadie.

Por supuesto, que el gran desafío es mantenerse lejos de ese enemigo que la ató por años, y para eso la mejor opción fue encontrar una ocupación. 

Para lograr ese objetivo fue fundamental el trabajo en red, tal como cuenta Natalia. “Cuando ella estaba mal con la psicóloga y la trabajadora social del CIT del Faro la fuimos ayudando a ver que era ella lo se sentía capaz de hacer y nos comentó del chimichurri que ella hacía hace años. Entonces, le dije vamos a buscar algún lugar donde nos puedan ayudar y fuimos a Comodoro Conocimiento. Nos atendió muy bien la señora Sandra Sánchez y tuvieron la predisposición para que pueda empezar”. 

Norma cumplió cada uno de los pasos para convertirse en productora. Primero sacó su carnet sanitario, luego hizo el curso de manipulación de alimentos, y después aprendió las técnicas para hacer su producto en forma artesanal.

Para ella fue como volver al pasado, a aquellos años en que estaba su abuela o cuando trabajaba en la Carnicería La Faisca, donde estuvo 9 años. “Yo hice siempre chimichurri. De mucho antes del incendio", cuenta a ADNSUR. "Mi abuela me enseñó a hacerlo y tenía mis clientas. Ahora es distinto porque estoy haciendo en un lugar donde está todo controlado. Estoy contenta porque la señora Sandra me ayuda mucho. Después empezaremos con otra cosita porque me van enseñando ahí”, dice con humildad.

Por supuesto, como toda productora tiene su receta, y un secreto muy especial que prefiere guardar. “Los preparo con ajo, cebolla, condimentos, vinagre y aceite; menos comino. Y tiene un secreto, hay una maña, pero no se dice”, cuenta entre risas ante la mirada de Natalia.

Mientras la mira, a Natalia se la ve orgullosa. Es que sabe que Norma, con su producto, está haciendo mucho más que vender. “No es mucho lo que vende, pero le ayuda con una bolsa de cemento. Con esto tratamos de que ella pueda tener un ingreso. No es mucho, pero le sirve. Ojalá la gente se de cuenta de todo el esfuerzo que tiene ese frasquito, ojalá le puedan comprar más”, dice esperanzada, esperando que el emprendimiento crezca y que cada vez Norma venda más chimichurri.

Natalia al igual que Norma, también está agradecida, porque el trabajo en red dio sus frutos, porque son muchos los que suman. Por ejemplo, hace poco hicieron una campaña para recolectar frascos y fue “impresionante cómo la gente donó", dice con alegría. 

En tiempos de redes sociales, la venta de los productos también tiene un stand permanente allí. Por esa razón, hace poco, Natalia le creó una página de Facebook a Norma. En “La Abuela Norma”, pública dónde va estar, o cómo se puede comprar un frasco de chimichurri, ya que no maneja WhatsApp pero si teléfono directo (297 513-4593). 

Norma, con tanta ayuda y contención recibida admite que está agradecida. “No tengo con qué pagarle. Estoy agradecida a toda la gente que me ha ayudado en estos días a tener lo mío. Todos me ayudaron mucho”, confiesa esta mujer que supo salir del alcohol, reinventarse, y ahora quiere hacer crecer su propio emprendimiento, aquel que tiene su propia historia en su esencia.

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