“Somos modelo 43”, dice Marcelino Dionisio Alaniz al contar que ya vivió 81 primaveras. Uno es de Tinogasta y el otro de El Puesto. Mientras que el tercero es español, pero ya siente Catamarca como si hubiese nacido allí. Ramón Heredía (81), Marcelino Alaniz (81) y Ángel Jesús Barredo (77) son los conductores de “Nuestro acervo nativo y de la Patagonia a Catamarca”, un programa de radio que hace 29 años comparte las tradiciones y la cultura de esa provincia, como un vínculo entre quienes vinieron a vivir a estas tierras y sus familiares y amigos; un verdadero homenaje a las tradiciones.

DE CATAMARCA A LA PATAGONIA

“Hace 60 años que estoy en la Patagonia”, dice Ramón. El hombre, conocido por su actividad social en Laprida, el Centro Catamarqueño y otras organizaciones, vino de Tinogasta con su madre, siguiendo los pasos de sus hermanos mayores. 

Por ese entonces, ya había terminado la secundaria como magisterio. Sin embargo, no era fácil conseguir trabajo en su localidad. Así, decidió migrar a la ciudad del petróleo para buscar un mejor porvenir. “A los 15 días comencé a trabajar en una ferretería y a los cuatro meses ingresé a YPF. Paralelamente, trabajé en la docencia. Eso ha sido mi vida”, dice con orgullo.

Marcelino llegó hace 63 años a la Patagonia. “Llegue un 23 de abril de 1961”, dice con una sonrisa. En su caso, una vez que terminó la secundaría se postuló para la Fuerza Aérea. Junto a otros 390 jóvenes del país rindió en Buenos Aires, sin embargo, a pesar de todo lo que le mostraron no le gustó la vida militar. “Te tenían a un metro del piso”, dice en alusión al baile. Marcelino se quedó en Buenos Aires dos meses trabajando de mozo con un tío que tenía un restaurante hasta que decidió venir a Comodoro. Caleta Córdova fue su barrio y Amoco el primer lugar donde trabajó. Luego llegaría Quitralco e YPF, donde se quedó hasta la privatización. 

El hombre trabajó en Producción en Cañadón Seco y luego en la División Electricidad en Comodoro. En paralelo estudió en la escuela industrial N° 1 de Caleta Olivia y se recibió de técnico electromecánico. Precisamente, ese amor por los libros fue lo que le permitió conseguir trabajo de docente cuando YPF lo despidió. Así, trabajó 10 años enseñando en Caleta Olivia y otros 15 en Comodoro. 

Ambos ya caminaban por el camino de la docencia cuando el programa llegó a sus vidas. El 2 de julio de 1995, el programa tuvo su primera emisión con Ramón como conductor. 

Por ese entonces, el recordado Lito Gutiérrez había fundado recientemente FM Punta Borja, y había surgido la posibilidad de hacer un programa que nucleara a todos los paisanos de esa provincia.

Ramón aún recuerda en su retina aquel día en que lo fueron a buscar los integrantes de los centros de residentes catamarqueños que había en la ciudad para que hiciera el programa que en un primer momento se llamó “Bajo la cruz del sur Catamarca se llama”.

“Me fueron a buscar una tarde de invierno, en el mes de junio y yo acepté de hecho poder hacerlo y construirlo”, recuerda Heredía.

Él ya tenía experiencia en radio. Había hecho “Por los rincones de la Patria” en Radio Nacional, auspiciado por YPF, y también había estado en LU4, difundiendo el folclore y las tradiciones. Así, puso primera y el programa “tuvo una gran acogida”.

ENTRE CASSETTE Y DOMINGOS 

Ramón comenzó solo, con el acompañamiento de los integrantes de esos centros que iban al programa a compartir anécdotas, historias y tradiciones. Así apareció Marcelino Analiz, quien luego fue elegido como representante del Centro de Residentes El Puesto. 

Eran otros tiempos. Las comunicaciones eran completamente diferentes a la actualidad. El teléfono fijo era para unos pocos y no había telefonía celular ni redes sociales. Internet recién daba sus primeros pasos y las cartas, por intermedio del cartero, y la cabina con cospeles eran los medios más sencillos para comunicarse con los parientes que estaban en otros lugares. Aunque no todos tenían los medios.

Así, la radio y el programa se convirtieron en un vínculo entre quienes estaban en estas latitudes y Catamarca. A fin de cuentas, ese era en parte el objetivo, cuenta Ramón.

“Nuestro objetivo siempre fue llegar allá con el mensaje de los catamarqueños que vivían en la Patagonia y compartir los mensajes que venían de Catamarca. En esa época mandábamos los cassettes con cinta, los enviábamos en el transporte que va para Catamarca y ellos los llevaban a gente amiga que los llevaba a las radios para que los transmitieran. Después vinieron los CD, los enviábamos con la empresa Ortiz; después se sumó la empresa Robledo y en una gran cantidad de pueblos de Catamarca se difundió el programa.” 

El programa se difundió en diferentes pueblos de Catamarca. Radios como “La Voz” en Tinogasta, “FM Soft” de Capital, “Valle Viejo”, “FM Norte” de Belén y “San Francisco” de Fiambalá han transmitido los programas de Heredia y compañía.

Su labor ha sido tan significativa que los llevó a ser premiados con el Lanín de Oro en Neuquén, el Santa Fe de Oro y la Gaviota de Oro en Mar del Plata. Además, recibieron reconocimientos de las municipalidades de la ciudad capital de Catamarca, Tinogasta, Belén y Comodoro Rivadavia, y en el caso de Ramón, recibió el Tinogasta de Plata, que distingue a los tinogasteños que se destacan en el mundo.

Por el programa han pasado varios colaboradores, entre ellos Marita Macías, Nicolás Carrizo y uno de los últimos que se sumó fue Ángel. El reconocido panadero que en 1984 abrió las puertas de La Hispano Argentina, se sumó hace 9 años al programa y fue un cable a tierra para él.  

“El 26 de octubre se cumplieron 9 años desde que estoy con ellos. Después de que falleció mi señora, vine una vez. Ya conocía a Ramón y a mí siempre me gustó la poesía. Vine de visita, hicimos dos o tres poesías y me invitaron a venir cuando quisiera. Dejé pasar dos domingos y dije: ‘voy a ir una vez’ y empecé a ir todos los domingos. Lo tomé como una cosa que me hacía bien a mí, como un cable a tierra”.

Con orgullo Ángel dice que ya ha recitado más de 1500 poesías, algo inédito para un programa de folclore. En el ciclo se han leído fragmentos de todas partes del país divulgando la cultura y las tradiciones de cada rinconcito de Argentina.

En la actualidad el programa se emite en la 100.1 MHz. Foto: ADNSUR.

A lo largo de estos 29 años, el programa ha pasado por diferentes emisoras, siempre con un nombre distinto. Estuvo en Borja donde se llamó “Bajo la cruz del sur Catamarca se llama”, por elección de Juanito Carrizo. Estuvo en Fm Plus donde fue “Nuestro acervo nativo” y ahora se llama “De la Patagonia a Catamarca”, por recomendación de Antonio Bonfi. Es que siempre el nombre del programa lo eligieron los mismos oyentes, en virtud que como dice Marcelino, el “programa es un reconocimiento a los primeros catamarqueños que llegaron a la Patagonia Argentina y a todos los que han poblado estas tierras”.

La última en sumarse al staff fue María Eugenia, la operadora, una joven de 27 años 100% patagónica, que comenzó en pandemia, en tiempos en que tuvieron que hacer el programa por teléfono y que valora mucho el trabajo que el trío realiza.

“Yo no conozco Catamarca pero la conocí por ellos, tanto escuchar la radio, es muy valioso lo que hacen”, dijo con agradecimiento.

Equipo completo junto a María Eugenia, la última en sumarse al programa. Foto: ADNSUR.

Con orgullo, sus integrantes cuentan que el programa se ha transmitido desde Catamarca, desde el Festival de la Vendimia, desde las Termas de la Aguadita, entre otros lugares, siempre ad honorem y gracias al apoyo de las radios que cedieron el espacio para que el programa se realice sin necesidad de pagar un canon. 

“Siempre tuvimos esa suerte y tenemos que agradecer”, dice Ramón. Por supuesto, no se olvidan de sus paisanos, sus oyentes fieles, como aquella señora que los escuchaba desde el baño cuando su familia iba a su casa los domingos, o aquellos que lo acompañaron con un mensaje desde Catamarca en alguna mañana. 

¿Pero qué es lo que ha hecho cada domingo? Se levantan y van al programa, incluso modificando parte de su mediodía. Ramón lo sabe. “Nosotros realmente llevamos a Catamarca muy metido en nuestro corazón. Pensamos todos los días en Catamarca. Lo hacemos por amor, por cariño. Llegamos tarde para almorzar los domingos, pero siempre ha sido así y la familia lo aguanta”.

“Lo hacemos por amor, no por interés”, agrega Ángel. “Y seguiremos hasta que Dios nos dé vida y salud, por amor al terruño”, cierra Marcelino, un verdadero homenaje a las tradiciones y a sus pueblos.

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