Renace el Bosque Milenario de la Patagonia: voluntarios restauraron el ecosistema de la Araucaria tras un incendio devastador
La ONG Amigos de la Patagonia ha logrado plantar más de 50.000 árboles en el Parque Nacional Lanín, revitalizando el bosque de Araucaria araucana, un patrimonio natural único.
El bosque de Araucaria araucana, conocido en la región como pehuenes, es uno de los ecosistemas más antiguos y exclusivos del mundo, ya que estos árboles sólo crecen en la cordillera de la Patagonia argentina y chilena. Sin embargo, los incendios forestales y el cambio climático han amenazado gravemente su existencia. En este contexto, desde 2017, la organización Amigos de la Patagonia (AAP)ha trabajado incansablemente para restaurar este invaluable entorno natural, plantando más de 50.000 árboles en diversas áreas afectadas por incendios.
Uno de los proyectos más desafiantes fue la restauración del bosque de Ñorquinco, ubicado en el Parque Nacional Lanín. Este bosque, devastado por un incendio en 2013 que afectó 3.000 hectáreas, ha sido el objetivo principal de la ONG en su esfuerzo por revitalizar las áreas quemadas. Sebastián Homps, director de AAP, recuerda la primera vez que visitaron la zona tras el incendio: “Era todo un páramo, sólo pastizales. Cuando llegás a un bosque incendiado, sentís la falta de ese cobijo que los árboles ofrecen”.
El proyecto Hacemos Bosque contó con el apoyo de más de 500 voluntarios, empresas y organismos gubernamentales, quienes trabajaron juntos para restaurar decenas de hectáreas. En 2020, la alianza con el Parque Nacional Lanín permitió que el trabajo se expandiera a una superficie de 412.000 hectáreas, con un enfoque especial en la preservación de especies endémicas y sus hábitats.
El vivero local Ruca Choroi, fundado en 2009, ha sido un aliado fundamental en este proceso, pues se encarga de cultivar plantines nativos de Araucaria araucana, ciprés, lenga y ñire, los cuales son utilizados en las labores de reforestación. La colaboración con las comunidades locales ha sido clave, y los vecinos han sido capacitados para trabajar en el vivero y producir plantines de calidad, protegiendo así las semillas de araucarias, cuya recolección está prohibida en ciertas áreas por su valor cultural y ecológico.
La comunidad mapuche, que considera a la araucaria un árbol sagrado, ha sido una pieza clave en la protección de este patrimonio natural. El piñón, fruto de la araucaria, forma parte fundamental de su dieta y rituales, lo que ha convertido a la defensa de este árbol en un símbolo de la lucha por preservar tanto la biodiversidad como las tradiciones culturales de la región.
Gracias a estos esfuerzos conjuntos, el bosque de Ñorquinco y otros ecosistemas de la Patagonia tienen ahora una oportunidad de regenerarse, y la región, uno de los pulmones verdes más importantes del planeta, comienza a renacer con la ayuda de los voluntarios y la comunidad local, comprometidos con la conservación del entorno natural y cultural.
Con información de LN+ bajo supervisión y edición de un periodista de ADNSUR.
