Susana Torres, la historiadora de Comodoro que marcó un camino en la investigación y la docencia universitaria
Susana Torres fue más que una docente en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Con sus investigaciones intentó conectar la Patagonia con el mundo, ayudó a colegas e hizo que cientos de alumnos se enamoraran de la historia y la investigación. Este domingo en ADNSUR recordamos a esta docente de alma que sigue enseñando aún después de su muerte, a través del legado que dejó en sus discípulos y la colección de libros que donó post mortem a la Biblioteca Municipal de la ciudad,
Generosa, profesional, perfeccionista, y amante de los viajes y la Patagonia. Así describen a Susana Torres quienes la conocieron en la intimidad. Todos coinciden en su gran corazón, y la pasión que multiplicó entre miles de estudiantes de historia.
La historiadora de Comodoro Rivadavia fue más que una docente en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Con sus investigaciones intentó conectar Patagonia con el mundo, ayudó a colegas e hizo que cientos de alumnos se enamoraran de la disciplina. Lo bueno es que aún hoy, a 9 años de su muerte, sigue educando, a través de la colección de libros que donó post mortem a la Biblioteca Municipal de la ciudad.
En ADNSUR te invitamos a conocer a esta docente que por cosas del destino cambió la ingeniería por la historia, y terminó marcando un camino en la investigación y la docencia universitaria, dejando un legado que hoy es inigualable.
DE COMODORO A ESTADOS UNIDOS
Susana nació el 18 de marzo de 1956. Hija de un padre platense y una maestra comodorense, fue la mayor de dos hermanos, Miguel y Adriana. De chica estudió en la Escuela 83 y la secundaria la realizó en el Colegio Perito Moreno.
Buenos Aires, fue la ciudad que eligió para seguir sus estudios universitarios en la Facultad de Ingeniería. Sin embargo, en tiempos dictadura, cierre de facultades y complicaciones académicas, dejó su carrera para volcarse a la Historia en una universidad privada, siguiendo los pasos de su compañera de departamento que estudiaba abogacía.
La Universidad del Salvador la terminó sumergiendo en la historia, la disciplina a la que le dedicó la vida. En esa casa de estudios incluso comenzó su camino docente.
A mediados de la década del 80 Susana regresó a la ciudad de campamentos, como la denominó en un libro. Comenzó dando clases en secundaria y en 1986 ingresó ad honorem, como investigadora a la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
Sin embargo, ella quería ir más allá de las fronteras de la región, y en la década 90 decidió estudiar en el extranjero. Primero hizo el Master in Arts en Rutgers the State University de New Jersey, y luego realizó el doctorado del Programa de Historia en Latinoamérica, con especialización en inmigración europea en Argentina.
Allí fue donde conoció a Marcelo Borges, un historiador que estudió a la inmigración portuguesa en Argentina, centrando su trabajo en Comodoro Rivadavia y Villa Elisa, dos polos migratorios para los portugueses.
Desde Pensilvania, Borges dialogó con ADNSUR y recordó a su amiga, con quien compartió diferentes proyectos e incluso un programa de intercambio, que permitió que estudiantes de la Universidad de Dickinson College vengan a Comodoro Rivadavia para trabajar en investigación, y viceversa.
“Susana era un individuo de una extrema generosidad”, dijo Borges. “Era generosa como amiga, como profesional, como todo. Eso era lo que la caracterizaba. También era curiosa en el sentido intelectual de la palabra. Eso lo ves en los trabajos que realizó, porque siempre tuvo interés en vincular la historia de la Patagonia con el mundo. Eso caracteriza el tipo de trabajo que tenía como historiadora. Pero era súper generosa, cualquier investigador que iba a Comodoro iba a poder contar con la ayuda de Susana. Ella daba con las manos llenas”, dice con nostalgia.
Borges sabe de lo que habla. Junto con Susana abrieron decenas de cajas para trabajar en sus investigaciones; trabajos individuales que luego se complementaron en diferentes proyectos. También vivió en su casa cuando ella estaba en Estados Unidos, y la historiadora fue un pilar fundamental para la realización de su tesis de doctorado. Por esa razón, su libro “Cadenas de oro”, que recientemente fue publicado en español, está dedicado a ella.
MUCHO MÁS ALLÁ DE LA UNIVERSIDAD
Quienes la conocieron aseguran que Susana fue una investigadora de raza, la docente con mayor formación académica de la universidad hasta su muerte, pero nunca tuvo el reconocimiento que merece.
Es que ella no solo formó docentes e historiadores, sino que fue una de las impulsoras de las investigaciones en esta parte del mundo. Dos datos reafirman este concepto: cuando regresó de Estados Unidos armó los primeros equipos de investigación, convocando a jóvenes estudiantes y graduados. Y también encabezó las primeras Jornadas de Investigaciones y divulgación que hizo la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco en Comodoro Rivadavia. Incluso fue quien estuvo a cargo de su apertura.
La actividad se realizó en 1996, organizada en conjunto con un equipo de docentes integrado por recién graduados, entre los que estaban Daniel Márques, Graciela Ciselli, Edda Crespo, Sonia Ivanoff, y estudiantes de segundo y tercero año, como Fabiana Nahuelquir y Silvana Dos Santos.
En el periodismo Susana también dejó su huella, colaborando con publicaciones históricas, como “El libro del Centenario” que publicó Diario Crónica al cumplirse los 100 años de la fundación de Comodoro Rivadavia.
La periodista Elvira Córdoba, en diálogo con ADNSUR aseguró que Torres tuvo un rol fundamental y fue de gran ayuda tanto para ella como para Raúl Figueroa, columnista de este medio. “Nos apoyó muchísimo. Supervisaba nuestros textos, nos hacía sugerencias, siempre de manera amorosa y muy respetuosa. Ella escribió la presentación de ese libro”, recordó.
Córdoba conoció a Torres más allá de la investigación. Juntas forjaron una amistad a través del trabajo. La periodista asegura que fue casi como una asesora, pero también una excelente amiga. “Era una amiga muy leal, de esas personas que trabaja todo el tiempo. Le gustaba cocinar y agasajar con delicado menú a sus comensales y hasta en eso intervenía la historia y los cruces culturales de la gastronomía”, recuerda Elvira. “Lúcida, tenía buen humor y le encantaba viajar, sea a Bahía Bustamente, Los Antiguos, a Buenos Aires, Nueva York, España, Francia… donde sea. Le encantaba ser anfitriona de quienes visitaban Comodoro, el devenir de las Company Town (pueblo de compañía), término que acuñó para referirse a los ‘pueblos/barrios” que crecieron alrededor de los yacimientos, era su tema favorito para contar sobre nuestra ciudad”.
Córdoba asegura que Susana no “tuvo ningún otro amor más fuerte que su trabajo académico”. Nunca se casó, no tuvo hijos y multiplicó su cariño entre sus sobrinos y los hijos de sus amigas, tal como recuerda su hermana, Adriana.
“Ella amaba a sus sobrinos. Su pasión era viajar, recorrer el mundo, pero siempre pensando en ellos", dijo a ADNSUR. "Era una persona que nunca tenía maldad con nadie, super servicial, siempre al servicio de los demás. Creo que por eso no se casó. Era la hermana mayor, la que siempre protegía a los otros, siempre cuidaba”.
SU LEGADO MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Susana le dedicó hasta sus últimos días a la historia, cuando por tercera vez luchaba contra el cáncer. Es que ella no quería abandonar a colegas ni a alumnos, y como pudo supervisó escritos, acompañó trabajos y apoyó investigaciones.
La historiadora Silvana dos Santos, quien primero fue discípula de ella y luego compañera de trabajo, fue testigo de ese momento. Por ese entonces habían iniciado un proyecto que derivó en el libro “Los españoles y descendientes en Patagonia Central en el Siglo XX, huellas culturales y experiencias identitarias”, y Susana continuó hasta que su cuerpo dijo basta.
“Ella continuó hasta el final. Su manera de estar vinculada era consultar sobre qué se estaba escribiendo. Ella sugería textos, y también era una forma de sacarla de esos lugares de rutina de ir al médico y meterla en su lugar que era lo académico. En 2009 empezamos el proyecto y lo terminamos publicando luego de su muerte”, recordó la docente e investigadora, quien compartió tardes completas con Torres, no solo investigando sino también disfrutando y charlando de la vida, en su amistad que supieron construir.
Para ese trabajo, Torres reunió a un gran equipo que juntó a Dos Santos, Viviana Bórquez Granero, Guillermo Williams, Luciana Lago, Florencia Barrionuevo, Laureana Morales, María Luján Ortiz y Alexandra Beleiro. Sin embargo, el 3 febrero de 2012, el cáncer pudo más y le arrebató la vida a Susana.
Frente a esa situación, el equipo se encontró frente a una disyuntiva: terminar o seguir, y eligieron seguir, recuerda Dos Santos. “Nosotros teníamos la posibilidad de cerrar el proyecto por el fallecimiento del director o buscar un director externo, y se decidió mantener el equipo, buscar el asesoramiento de Marcelo Borges y yo pase a ser la directora. Se sumó Norma Lorenc y terminamos publicando el libro que fue producto de ese proceso de investigación. Se publicó en 2014, y en la tapa sale Susana con autorización de la hermana, porque nos parecía imprescindible que estuviera, ella fue la maestra de todos nosotros”, dice la doctora, sintetizando un poco lo que Susana Torres significó para toda una generación, pero también para ella.
“Para mi fue una gran maestra y una amiga. Si comencé a investigar fue con ella. Básicamente lo que sé de investigación, un 80% tiene que ver con la práctica que aprendí hacer con ella en campo. Fue una gran maestra, nos enseñó el oficio de investigador y junto a otro colega fueron quienes abrieron los procesos de investigación en historia. Marcó en términos de decir que si somos universitarios no solo damos clases, sino construimos conocimiento, y eso es trabajar con lo que pasa a nivel social. Para la carrera fue el inicio de pensarnos con investigación”, aseguró la docente.
Lo cierto es que Susana Torres continúa construyendo su legado aún después de su muerte, y en la actualidad, cualquier persona puede acceder a su colección de más de 2400 ejemplares.
La misma se encuentra en la Biblioteca Municipal de Comodoro Rivadavia y fue donada por su hermana, Adriana, asesorada por los amigos de Susana, quienes le contaron el deseo que tuvo en algún momento de donar libros a esa institución.
Se trata de una colección de más de 2000 ejemplares, entre libros de Patagonia, revistas científicas y demás. Por supuesto, incluye los libros de su propia autoría: "Labor and Migration Networks among European immigrants in the oil fields of Patagonia, Argentina, 1907-1933", “Selección matrimonial e identidades étnicas: españoles y europeos del este en Comodoro Rivadavia (Patagonia) 1901-1947”; y “Two Oil Company Towns in Patagonia. European Inmigrants, Class, and Ethnicity (1907-1933)”.
Para su donación, la historiadora Viviana Bórquez Granero tuvo un papel fundamental, ya que se encargó de catalogar y ordenar los ejemplares que hoy están exhibidos en la sala de investigación de la biblioteca.
A la distancia asegura que fue la mejor decisión que pudo haberse tomado con su material, ya que refleja lo que Torres fue en vida. “Para mi Susana fue la mejor profesora que tuve. Por fuera del aula súper generosa, buscando que siempre el alumno tenga lo mejor. Yo la conocí en 2006, empecé a cursar con ella en una de las materias de la universidad y hubo una primera reunión informativa porque no iba a poder estar en la cursada porque se iba a Estados Unidos. Me acerque a ella preguntándole por el Chalet Huergo y me dijo veinte a mi casa y buscamos a ver que tengo. Así era ella. Con los años empezamos a viajar juntas a congresos, me sumó a equipos de investigación, me enseñó un montón de cosas. Ella era así, de compartir su conocimiento, de abrir las puertas de su casa a estudiantes. Entonces qué mejor que llevar eso a una gran escala y permitir que su biblioteca esté disponible para todo el mundo en la biblioteca municipal. Estamos hablando de más de 2000 ejemplares, una de las mejores bibliotecas de historia de Patagonia, de historia Argentina y de historia latinoamericana. No hay otra cosa así”, dice Borquez Granero, orgullosa de esta docente que marcó a más de una generación e hizo de la investigación una disciplina en sí misma, un legado para seguir construyendo la historia de los Company Town.