Tres chicos de diferentes escuelas se reúnen en un mismo aula. No tienen un vínculo previo, pero en el ambiente hay algo que los favorece, el estar uno al lado del otro. Gisel Murphy Lovecchio cuenta que no “se conocían pero se genera un vínculo que favorece el aprendizaje, que a veces los condiciona, pero que tiene que suceder, porque el aprendizaje se da con otros, para otros y contra otros”.

Eso es lo que propone Rubik, una academia que creó en la pandemia y que funciona en el edificio 6 del Complejo Las Torres. Allí junto al profesor de Letras Pablo Soto, la psicopedagoga ayuda a los chicos a tomar una de las decisiones más importantes de su vida, algo esencial en estos tiempos, donde es complejo estudiar, pero mucho más para aquellos estudiantes que están terminando un ciclo para comenzar otro. 

Según explicó Murphy Lovecchio, Rubik surgió el año pasado en pandemia. La idea era comenzar en la presencialidad, pero ante la imposibilidad de hacerlo comenzó a través de la pantalla ayudando a aquellos alumnos que buscaban orientación vocacional, y luego decidieron ampliarlo a todos los estudiantes que buscan apoyo fuera de la escuela.

Precisamente por ese lado va la primera pregunta. ¿Qué necesitan los estudiantes que buscan apoyo escolar fuera de la escuela? Murphy lo explica. “Las dificultades que se veían el año pasado y este año están relacionadas con la incertidumbre del contexto. La adolescencia y la juventud tienen la incertidumbre perse, pero lo pandémico acentuó esto más y el acompañamiento se hizo más necesario, entonces el pensar en un proyecto de vida para quienes terminan la secundaria en este contexto es incierto. Así en la búsqueda que debemos realizar en este momento no solo hay que despejar la mirada de papá, de mamá, un tío, los mandatos y lo que se espera de ellos, sino descubrir que quiere y que necesita y eso es complejo en este momento social”. 

Murphy asegura que muchas veces los chicos llegan con un “yo siempre quise ser”, y cuando empieza el proceso de acompañamiento, se da cuenta que su elección tiene que ver más “con una mirada sobre el médico, una mirada social”. Así, en ocho encuentros los jóvenes terminan encontrando muchas veces lo que quieren seguir, y dan respuesta a la pregunta con la que llegaron. 

Por supuesto también hay otros casos, el de aquellos estudiantes que sienten que están perdidos en medio de la pandemia, entre teléfonos, videollamadas y clases donde hay jodas, ni la interacción cara a cara con el docente; algo que los afecta mucho más de lo que creen, explica Soto. 

“Hay una escuela que se está transformando, y en esa transformación por supuesto se transforman los vínculos pedagógicos. Los estudiantes que vienen lo hacen para eso: reposicionarse dentro de un vínculo pedagógico, es decir para volver a pensar qué lugar ocupo yo como alumno en este nuevo vínculo que supone que el docente no me está escuchando cara a cara y que en el mejor de los casos está mediado por un soporte virtual. Entonces, vienen en búsqueda de eso, encontrar estrategias para encontrar ese lugar. Ellos te dicen ‘necesito egresarme, que me ayudes a trabajar con este trabajo que me está pidiendo el profe o hacía donde lo tengo que apuntar’, pero en realidad su necesidad es reposicionarse dentro de un vínculo pedagógico”.

El docente que da clases en la Escuela de Arte asegura que llamativamente los estudiantes están realizando muchas consultas de comprensión lectora, pero asegura que “ningún alumno tiene problemas en entender un contenido”.

“En realidad se enfrentan a la dificultad de cómo acercarse al contenido sin el soporte de la escuela tradicional; sin el profe que está al lado, que se sienta, que te explica. Se enfrentan al contenido sin la mediación que es la escuela concreta, el trabajar con el de al lado, preguntarle al profe, toda esa mediación entre contenido y el saber, porque se está reformulando”.

Otro problema que detectaron en esta práctica que comenzaron hace unos meses, y donde hay profesores de Contabilidad, Matemática, Física, Biofísica, entre otras disciplinas, son las dificultades que tienen aquellos estudiantes que están terminando de ciclo, tanto de primaria como secundaria. 

Al respecto Murphy explica. “Algunos padres nos dicen que su hijo empieza el primer año de la secundaria y no tiene el soporte final de la primaria. Entonces estamos tratando de trabajar con propuestas de apoyo escolar más integrales, que tienen que ver con retomar contenidos de primaria y retomar contenidos de secundaria para que no se sientan tan desfasados con el contenido. Pero también tenemos mucha demanda de estudiantes de universidad, de primer año que sienten que no tienen herramientas, sobre todo para las exactas: física, matemática, y vienen a preparar exámenes porque no saben cómo prepararse. Esto tiene que ver con que son estudiantes que el año pasado terminaron sexto año. Entonces aparece esto y se ve claramente con la demanda de ahora”.

En este sentido, Soto, asegura que “faltan eslabones para empezar el nuevo ciclo, pero también falta el cierre, porque hay toda una cuestión vinculada no solo a lo pedagógico, lo formativo, sino también los rituales. Entonces un estudiante que termina la secundaria lo termina en términos administrativos, pero en términos formativos, rituales y culturales, todavía está en tránsito”, reflexiona, sobre estos procesos interrumpidos que dejará la pandemia. 

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