“Desde que tengo memoria me gustaba tocar la guitarra de juguete”, dice Camila Ferreira. La nena tiene 12 y sueña con ser cantante. “Me encanta cantar, empecé hace unos seis años, pero siempre canté”, cuenta a ADNSUR.

La historia de Cami y la música comenzó a sus cuatro años. Su madre, Mariela, cuenta que iba a cumplir años cuando la nena pidió que le compren “una guitarra que suene bonito” en vez de celebrar en un pelotero. Al conocer su pedido su tía y su abuela decidieron cumplir con su deseo y le compraron una guitarra criolla con la que empezó con las primeras melodías.

Su mamá asegura que nunca pensó que la nena se iba a entusiasmar tanto con la música. Pero fue dando pequeños pasos que la llevaron por ese recorrido. “Yo pensé ‘se le va a pasar y va a querer otra cosa’, pero un día me dijo ‘quiero ir a guitarra. Probamos y le encantó. Después le dijimos que podía empezar cantó y comenzó. Se ponía muy contenta cada vez que iba y al año siguiente la inscribimos a una academia”.

Cami con su primera guitarra de juguete.

Camila asiste a la Academia de Laura Matosín en Kilómetro 5. No solo realiza el profesorado en guitarra sino también en canto. Sobre sus gustos, cuenta que su “cantante favorita es María Becerra pero también me gusta el rock: Queen, Bon Jovi, Elvis Presley”.

Los gustos viene por herencia. A su papá, Diego, también le gusta Bon Jovi y la música. 

Sin duda el gusto de Camila viene de familia. Su papá integró una banda en Alta Gracia, Córdoba, y la familia de su madre es amantes de la música y las peñas e incluso sus primos integran un importante grupo de Paraguay.  

En su caso Camila recién está dando sus primeros pasos. Ha tocado en cumpleaños familiares y en espectáculos de la academia, como cuando tocaron en el Teatro María Auxiliadora o Ele. Ella asegura que le gustaría cantar en cumpleaños. Por eso, inició un microemprendimiento para poder comprarse instrumentos. 

“Dulce Cami”, comenzó hace un tiempo y próximamente tendrá su sitio web. Se trata de un espacio de venta de budines y cosas dulces que aprendió a hacer en los cursos de cocinerito a los que asistió cuando era más chica. 

“El proyecto es para tratar de ahorrar plata para comprar sus instrumentos musicales, más que nada porque le gusta la parte de pastelería. Fue e hizo cursos de cocineritos. Así que la idea es comprar instrumentos musicales para ver si puede formar para hacer presentaciones en cumpleaños, casamientos”, cuenta su madre al respecto.

Por el momento, el emprendimiento funciona boca a boca y próximamente tendrá su web y redes sociales. Mientras tanto, ella sigue aprendiendo, sabiendo que una vez que termine sus estudios continuará una carrera universitaria y en paralelo continuará con su sueño, la música. 

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