Creó el alfajor petrolero y la rompió en la Expo Turismo: vendió 70 docenas en menos de dos días
“Es un gran logro porque fue con mucho esfuerzo y de a poco”, dice Antonella Salamone y aún no puede salir de su asombro. La joven formoseña llegó hace cinco años a Comodoro siguiendo a su madre y buscando trabajo. No tuvo suerte pero se animó a emprender, creó su propia marca de alfajores y ahora sueña con seguir creciendo.
Antonella Salamone no puede ocultar la gran sonrisa que aparece en su rostro por este momento que está atravesando. El último fin de semana, participó de la Expo Turismo 2023 e Ivonka, su marca de alfajores, causó furor, tanto que el domingo se quedó sin productos para vender.
La joven admite que para ella significó tocar el cielo con las manos. “No podía creerlo. Llevé 70 docenas y el domingo me quedé sin alfajores”, dice a ADNSUR. “Para mí fue un gran logro porque esto fue con mucho esfuerzo y de a poco. Me siento muy orgullosa, muy feliz”.
Anto admite que “no quería que termine la expo”, quería que ese fin de semana siga porque, para ella, fue algo muy lindo. La joven no oculta su emoción. Está feliz, contenta y satisfecha por el trabajo realizado. Cuenta que su familia la acompañó todo el fin de semana y, a la distancia, su abuela siguió el minuto a minuto de su stand. “Se largaba a llorar de la emoción. Imaginate para ella que su nieta esté en un evento así con su propios alfajores y empezando de abajo. Yo tampoco imaginaba que podía pasar”.
“No quería que termine la expo, quería que el próximo fin de semana siga porque para mí fue algo muy lindo”.
Anto tiene 29 años y hace cinco que llegó a Comodoro Rivadavia desde Formosa. Vino siguiendo a su madre y buscando un futuro mejor, porque en el norte es difícil encontrar trabajo. Admite que le costó mucho adaptarse y que todavía no se termina de acostumbrar al viento y al frío. Sin embargo, está cerca de los suyos.
Respecto a Ivonka, cuenta que empezó hace unos años, pero lo había dejado y hace unos meses volvió a arrancar. “Empecé hace rato, pero lo dejé un tiempo. Hace cinco meses lo volví a retomar y arranqué con todo con la marca. Pero todo empezó por mi abuela, porque a ella siempre le gustó la pastelería y a mi mamá también, y a mí de chiquita siempre me gustó la cocina. Trabajé con mi mamá, ella también es pastelera y fue quien me dio la iniciativa de empezar con los alfajores. Me ayuda muchísimo”, reconoce con agradecimiento.
Como cuenta Antonella, siempre estuvo cerca de la batidora y las cremas. De chiquita le atrajo la cocina, pero su primer acercamiento fuerte lo tuvo en la adolescencia cuando quiso conocer Brasil.
“Estaba estudiando y quería irme de viaje a Río. Entonces le ayudaba a mi mamá y ella me pagaba para poder ahorrar. Ahí fue que me empezó a gustar mucho más la pastelería. Tenía 19 años y me fui a Río. Todo ayudando a mamá haciendo bizcochos, la parte de las mesas dulces. Fue todo muy loco cómo empezó, pero siempre me gustó cocinar con mamá”.
En Formosa, Antonella estudiaba ingeniería, carrera que intentó continuar en esta ciudad aunque su objetivo principal era encontrar un trabajo. Pero como no salió nada, decidió volver a la fuente.
“Vine a trabajar, a buscar trabajo; busqué un tiempo, pero como no había caso, dije: ‘ya que soy maestra pastelera y me dediqué siempre a las cosas dulces, voy a hacer alfajores’. Primero empecé a vender a conocidos de mi mamá, por ahí me iba a otros lugares y a ofrecer a negocios. También tenía pedidos de gente que sube al campo. Vendí unos cuantos meses, me iba bien, pero después dejé; estaba cansada porque aumentaba todo y era muy difícil poder hacer una diferencia. Y hace unos meses, cuando retomé, fue invertir la poca plata en algunos productos para comenzar a hacer los alfajores. Me acuerdo que la primera vez que fui a una feria vendí 9 mil o 10 mil pesos. Yo estaba re contenta porque era un montón a pesar que no vendía hace mucho, y ahora cada dos o tres semanas tengo que hacer un pedido”.
Antonella lo repite una y otra vez. “Empezar de abajo cuesta mucho”. La frase aparece a lo largo de la entrevista y es su mayor orgullo, porque construyó su marca con poquito y ahora sueña con que siga creciendo.
“La primera vez tenía cinco variedades y ahora tengo 15 sabores. Me muevo mucho en ferias. Todos los fines de semana estoy en alguna. En Standard, por ahí en zona sur. También me hacen muchos pedidos en Instagram. Trato de hacer un punto de encuentro. Pero siempre estoy en contacto con los clientes y publicito que estoy en la feria. Ahora, gracias a dios, se me dio la oportunidad de ir a la expo y eso me ayudó muchísimo. La gente habló mucho de los alfajores, principalmente del alfajor petrolero, pero no esperaba que fuera tan así, quedé impactada”.
El alfajor petrolero es “la estrella de Ivonka, el favorito de todos”, dice Antonella. Tiene licor de Baileys y dulce de fruto del bosque. Su nombre es en homenaje a la ciudad, tal como sucede con otros sabores como: Viento 240, Comodoro, o los próximos que se vienen, Ruta 3 y Cerro Chenque.
Es que no solo los alfajores son 100% artesanales, sino también atractivos en su denominación. Tienen nombres que los hacen muy atractivos, entre ellos: Argento, Marroc, Tropical, Café, Mata penas (un alfajor de cerveza) y el Chocomaní.
Antonella está feliz y quiere seguir creciendo. “A mí me apasiona mucho esto y lo hago con mucho amor, es algo que me llena el alma. Estoy muy agradecida con la gente de Comodoro que te ayuda muchísimo, que te da la posibilidad de que te conozcan con los productos que uno vende, porque es lindo que te conozcan como ‘la chica de los alfajores’ o ‘la chica que vende alfajores riquísimos’. Haber empezado de cero y que a la gente le guste es algo que me llena. Sé que cuesta mucho, principalmente cuando uno empieza de abajo, ahí estamos, pero nos gustaría tener una fábrica, ya hemos hablado de algún momento, a eso apuntamos, ojalá que sea pronto”, augura la joven que se animó a crear su propia marca de alfajores y homenajear a Comodoro.