Un pastor de Puerto Madryn estuvo en Ucrania liderando un grupo de 20 argentinos que viajaron a la guerra como ayuda humanitaria. En diálogo con ADNSUR, comentó como es vivir esta experiencia en primera persona, reflexionando acerca del dolor que viven las personas que perdieron todo en el conflicto bélico. 

Ucranianos en una de las carpas
Ucranianos en una de las carpas

Jorge Ríos fue responsable de 20 personas argentinas que nunca habían ido a una guerra como voluntarios. “Estuvimos en Kiev y Leópolis ayudando a refugiados de la guerra. Escuchamos con el poco idioma su dolor, la tristeza y el enojo. Su silencio también habla mucho de lo que están pasando, se quedan pensando sin saber que decir”, declaró. 

En ambas ciudades los voluntarios trabajaron construyendo casas de familias que lo perdieron todo. En total colaboraron con la construcción de 270 hogares, hasta que decidieron emprender su regreso a causa del inminente bombardeo en ambas ciudades. “Estuvimos con la gente brindándoles un plato de comida, el único que tienen en el día. En situaciones así uno se pregunta, ¿Cómo es posible que en este siglo existan casos de barbarie, de muerte, de abuso, injusticia?. Ver a esta gente, sentir lo que sienten ellos, sentir su dolor y desesperanza es terrible. No tienen esperanza, perdieron todo. Por eso quisimos estar ahí y darles un poco de esperanza”. 

Jorge Ríos comentó que junto con los voluntarios se sumaron a los campamentos, y de a poco se fueron acostumbrando a las sirenas a medida que pasaron los días. “La mentalidad de la gente es que están constantemente en guerra y alerta”, dijo. Por otro lado, comentó que el ejército ruso localiza de forma satelital la ubicación de grupos grandes de personas. “Nosotros con los voluntarios estábamos con un grupo de 80 personas. Entonces todas las luces se apagaban y teníamos que dormir con la ropa puesta para escapar en cualquier momento”. 

Los últimos días que pasaron en Leópolis, fue cuando ocurrió uno de los bombardeos más fuertes. “El 9 de septiembre a la madrugada, las bombas ya caían cerca”. 

Los voluntarios con una familia ucraniana.
Los voluntarios con una familia ucraniana.

Jorge comentó que la Embajada Argentina estuvo pendiente de los grupos constantemente. De la misma forma comentó el cálido acercamiento que tuvieron con los ucranianos, no solamente brindándoles comida y abrigo, sino -en la medida de lo posible por la barrera idiomática- palabras de aliento y consuelo ante un evento de tal magnitud. 

Retratos de la ciudad de Leópolis, devastada por los bombardeos.
Retratos de la ciudad de Leópolis, devastada por los bombardeos.

Al ser consultado acerca de su reflexión en su vuelta a Argentina, dijo que “El ser humano tiene mucho para reflexionar. Desde el lugar donde esté tiene que meditar mucho si es la persona que verdaderamente dice ser”.

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