De la flor a la miel: el viaje sensorial de Valle Andino en la Patagonia
En Trevelin y Esquel, Huenú Mastronardi y Carlos Juan producen cuatro variedades de miel con la biodiversidad de la región. Pero su labor va más allá: son apicultores que brindan un servicio clave al ecosistema, a través de la polinización, y ofrecen experiencias agroturísticas y terapéuticas en su chacra.
Para sentir el aroma de las flores de Trevelin y de Esquel no existe otra opción que viajar hasta allá, recorrer el valle 16 de Octubre, en las cercanías del Parque Nacional los Alerces, y maravillarse con el aire y los colores de esa parte de la Patagonia. Pero la naturaleza es sabia y bondadosa y ofrece una forma de capturar al menos una parte de esa esencia para llevarla a otros lados. Eso es lo que hacen desde 2016 Huenú Mastronardi y Carlos Juan en su empresa Valle Andino, que con 700 colmenas distribuidas en 20 campos de esa zona produce cuatro variedades de miel que se podrán degustar del 6 al 9 de julio en la feria Caminos y Sabores, en la Rural de Palermo.
"Los dueños de los campos nos piden que pongamos colmenas porque les interesa la polinización, hacemos un acuerdo por el que les entregamos miel. En cada uno de estos lugares hay distintos tipos de floraciones. En algunos de ellos se hace pastura y en otros es simplemente la floración silvestre o nativa que hay en el lugar", explicó Mastronardi en diálogo con Clarín Rural.
MIELES MONOFLORALES Y MULTIFLORAL
Huenú es psicóloga y realizó una maestría en Desarrollo Humano. Carlos es Ingeniero Agrónomo y cuenta con más de 32 años de experiencia en la apicultura. Son pareja y desde hace ocho años manejan una chacra agroecológica en Trevelín, donde crían animales de granja, tienen una huerta biointensiva, realizan actividades terapéuticas, educativas y turísticas, y están terminando una sala de extracción y fraccionado de miel.
Para aprovechar la gran biodiversidad que ofrece el entorno, la familia tiene sus colmenas distribuidas en distintos campos haciendo acuerdos con sus propietarios y se beneficia de la floración de diversas especies. Valle Andino cuenta con tres mieles monoflorales y una multifloral.
"La primera miel que ofrecemos es una de vicia, una pastura muy común en las chacras de Trevelín. La miel tiene un color clarito, es suave y es la más dulce", describió la productora.
Otra variedad que ofrecen es de melilotus -otra pastura que se utiliza en una estancia de Gualjaina, a 80 kilómetros de Trevelín. "Esa es la miel que mandamos al concurso de Caminos y Sabores. Normalmente sale muy clarita, de un color amarillo. El melilotus es un trébol aromático, le llaman trébol de olor, y la miel es suave pero bastante perfumada", dijo Mastronardi.
En tercer orden, en las degustaciones de miel ofrecen la variedad multifloral, que es de la que más cantidad tienen porque en determinado momento del verano, en la mayoría de los campos del valle se concentra mucha oferta floral. "Se hace un pico de floración de silvestres nativas mezcladas con pasturas, y entonces cuando hacemos análisis de laboratorio nos da que es multifloral", dijo, y explicó que para que una miel sea catalogada como monofloral tiene que tener más del 45 por ciento de un tipo de flor y guardar las características de esa flor.
"La última que damos a probar, que es como la más rara que tenemos, le pusimos Mancacaballo, que es el nombre vulgar de una planta nativa que hay acá. Es de floración temprana, más o menos de diciembre. Son plantas nativas y dan una miel color ámbar, un color particular, un poquito más oscura que las otras, pero es súper aromática y tiene un dejo más amargo, es más intenso el sabor", comentó la productora.
UN SERVICIO AL ECOSISTEMA
La producción de miel es una actividad que despierta pasiones pero no es el único don que ofrecen las abejas, ni tampoco el más importante. "El 80 por ciento de los alimentos vegetales que consumimos dependen de la polinización de insectos y la abeja es de los más eficientes que hay en la polinización. Es el único insecto con estas características que el ser humano ha podido pseudo domesticar", explicó Mastronardi.
Luego comentó que en el caso de Valle Andino, por ejemplo, la instalación de colmenas en campos de melilotus en Gualjaina se dio por iniciativa del dueño de la estancia, que necesitaba polinizadores para mejorar la productividad de la pastura. "Ya llevamos cuatro o cinco años ahí, hay varios lotes nuevos y sigue mejorando el rendimiento", aseguró.
Además brindan servicio de polinización en plantaciones de cerezas en Los Antiguos. "Hay estudios que indican que tanto en las cerezas como en las frambuesas y las manzanas las abejas mejoran alrededor del 90 por ciento la producción de frutas. O sea que es indispensable en muchas de las plantaciones", destaca Mastronardi.
TURISMO, EDUCACIÓN Y BIENESTAR
Huenú Mastronardi y Carlos Juan son conscientes de que viven en un lugar privilegiado y que cuentan con saberes que pueden ser enriquecedores para las personas, y tienen la vocación de abrir las puertas de su chacra para distintos fines.
Además de la sala de extracción de miel y de un jardín mandala que están terminando de construir, Valle Andino cuenta con un parque temático en el que recibe grupos durante la primavera y el verano. Allí se puede hacer exploraciones sensoriales y aprender sobre sistemas agroecológicos y sobre el mencionado rol de los polinizadores. Además, obviamente se realizan degustaciones de miel y se brindan capacitaciones para la iniciación a la apicultura, y en el horizonte está el proyecto de construir cabañas ecológicas para poder hospedar a los visitantes.
Valle Andino forma parte de una iniciativa llamada Ruta de las Chacras de turismo sostenible, que nuclea a diez mujeres productoras que están desarrollando diversas propuestas agroturísticas enmarcadas en un grupo de cambio rural. "Ofrecemos experiencias personalizadas vinculando el contacto con la naturaleza de manera respetuosa. Las producciones abarcan: cultivo de peonias y jardines, permacultura y producción de harina de trigo y hortalizas agroecológicas con hospedaje de bioconstrucción, sidra con manzanas silvestres, yogurt y queso de cabra, frutillas y gastronomía, dulces con frutos silvestres, aceite esencial de lavanda y cosmética natural, y todo lo que hacemos en nuestra chacra. Además se está proyectando un cultivo de olivos", describe Huenú.
A su vez, Mastronardi vuelca su formación como psicóloga y facilitadora del desarrollo humano en actividades y terapias para el bienestar de las personas. "Dependiendo del clima estamos afuera o adentro del invernáculo y el objetivo principal es conectar con la naturaleza, más allá de si estamos haciendo algo en la huerta. Esto tiene que ver más con una relajación dinámica, que es poner las manos en la tierra. Acá en el campo hay mucho silencio y ayuda a que la gente baje un cambio, el ritmo es mucho más lento, más tranquilo. Permite conectar con los procesos, con los ciclos, entrar en un espacio reflexivo donde todo el entorno ayuda a estar en contacto con la vida, a bajar los niveles de ansiedad. Los estímulos de la naturaleza ayudan y favorecen a que las personas puedan entrar más en contacto consigo mismas y con el entorno de una manera más presente. Las aves, los aromas, todos los estímulos que ofrece la naturaleza ayudan a acompañar esos procesos", afirma.