Hace casi un siglo, un joven japonés llamado Tomizu Hiroki llegó a Neuquén con la ilusión de trabajar la tierra en "América". Poco podía imaginar que su legado se convertiría en uno de los espacios verdes más queridos por la comunidad.

Nacido en 1927 en Ibaraka, Japón, Tomizu Hiroki se embarcó hacia Buenos Aires en 1940 con el objetivo de ahorrar lo suficiente para llegar a este lado del mundo. Al arribar, se estableció en Neuquén, donde alquiló tierras para cultivar verduras. Con el tiempo, adquirió una extensa chacra de 50 hectáreas que abarcaba desde la actual intersección de las calles Los Álamos y Boerr hasta la punta de la península que hoy lleva su nombre.

Con minuciosidad y emprendimiento, Hiroki convirtió el terreno en un oasis de frutas, nogales, frambuesas y árboles que servían como defensa del río Limay. Su visión y dedicación lo llevaron a convertirse en su propio jefe, abandonando el trabajo asalariado.

La Península Hiroki: de chacra familiar a tesoro verde en la Patagonia

La familia Hiroki, compuesta por Tomizu, su esposa Cho Kobayashi, y sus siete hijos, dejó una huella imborrable en la región. La casa de los Hiroki se convirtió en el epicentro de la "Asociación Japonesa del Comahue", que congregaba a la comunidad nipona.

Con el tiempo, la familia Hiroki cedió parte de sus tierras para el desarrollo del Paseo Costero y la preservación de la Península. Aunque dejaron de producir la península, nunca abandonaron su cuidado, permitiendo que el lugar se convirtiera en un pulmón verde de la ciudad.

El legado de Tomizu Hiroki vive en la península que lleva su nombre, un espacio público que conecta a los neuquinos con la naturaleza y la historia de una familia que, hace casi un siglo, llegó con sueños y transformó la tierra en un regalo para la comunidad.

La Península Hiroki: de chacra familiar a tesoro verde en la Patagonia

ÁREA PROTEGIDA

Con estos antecedentes, ya durante la gestión del intendente Mariano Gaido,el 3 de diciembre de 2020 el Concejo Deliberante sancionó la ordenanza N° 14.147, que declara como área protegida al Parque Ribereño de la Confluencia (Península Hiroki), en pos de “la conservación del suelo, la biodiversidad, el mantenimiento de las funciones ecológicas y el equilibrio de procesos ecosistémicos, con un adecuado plan de manejo”.

Hoy este predio de ocho hectáreas es una especie de bosque encantado, que alberga numerosas especies vegetales y animales, en donde pueden verse cisnes de cuello negro, garzas, biguás, patos, gansos, zorros, comadrejas, coipos, hurones, gatos de los pajonales, ejemplares arbóreos de moras negras, sauces criollos, álamos y eucaliptus, entre otros.

Para seguir poniendo en valor este lugar mágico, la municipalidad de Neuquén inauguró el Portal de Ingreso a la Península Hiroki, un edificio con una superficie cubierta de 550m2, que cuenta con una sala multipropósito destinada a charlas, conferencias y exposiciones artísticas; oficinas para informes turísticos; dependencia de seguridad, guardia ambiental y sanitarios. El lugar puede visitarse todos los días, de 8 a 20 hs.

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