Una joven de 21 años comenzó a salir con un muchacho algo mayor que ella. Se preparaban para conocer el departamento donde él vivía, en el barrio porteño de Once. 

Antes de entrar, ella le preguntó con quién vivía. El le respondió “con mi hermano”. Cuando entraron al departamento no había nadie, pero había fotos familiares. 

Si novio le explicó que su hermano tenía 18 años y ambos vivían solos desde que su madre había muerto. El chico se había tomado un año sabático para viajar por Europa, y volvería luego de seis meses. 

"Durante esos seis meses la relación se puso muy seria. Me presentó a toda la familia, se quería casar conmigo, o sea, todo lo que se supone que una quiere que le pase. Hasta que el hermano volvió del viaje”, explicó la mujer a Infobae. 

Cuando el chico apareció en la casa, “sentí que me explotaba el cuerpo. Nunca había sentido algo así”, confesó. 

Soledad Silva Fernández fue actriz, donde trabajó en tiras muy populares -fue española en “Verano del 98″, prostituta de “Poliladron”, participó en “Perla Negra”, en “Los Machos”.

Llevaba varios años haciendo teatro, buscando castings, y alguien le presentó al muchacho. Ella no tenía muchas ganas, según relata, pero “dije que si de aburrida”. Ellos vivían a media cuadra y comenzaron a salir. 

“Era como un amigo cómplice. No era atracción, no era algo sexual tampoco, no era de ese tipo de amor, pero yo me conformé, era lo más serio que había tenido en mi vida”, explica. 

Era 1997, y cada vez que el hermano del muchacho llamaba por teléfono pedía hablar con Sol. “Me decía ‘qué lindo conocerte’, ‘qué alegría que estés ahí’, una onda demasiado extraordinaria para tener con un desconocido del otro lado del mundo”.

Hasta que se cumplieron los seis meses y el hermano volvió a Buenos Aires. No había reunión familiar en donde no se sentaran uno al lado del otro: hablaban con la complicidad de quienes se ven a través. Todo, inevitablemente, se tornó indisimulable.

“Empezamos a escribirnos cartas, poemas, se nos notaba todo en la cara cuando el otro aparecía. Sexo no teníamos entonces yo no sentía que estaba siendo infiel, se suponía que el sexo era lo que estaba prohibido pero salir a caminar con el otro, no. Tener una relación con el otro, no. Pero la relación ya era imparable. Yo no quería lastimar a mi novio pero tampoco podía ocultar lo que me pasaba con su hermano”.

La mujer cuenta que quien era su novio en vez de dejarla trató de negociar: “Me decía ‘casémonos’, o ‘vamos a vivir los tres juntos a un pueblo’, o ‘resuélvanlo y vuelvan’, como si sólo se tratara de un asunto pendiente de sexo". 

Consciente del caos que podía desatarse, un día el hermano menor se paró frente al mayor y se lo dijo: “Estoy enamorado de tu novia”, recuerda. “Yo era chica, todavía trataba de negar mi propia voz. Trataba de negarlo pero igual se lo decía de otras maneras: ‘Sueño con tu hermano, pienso en él, me desmayo cuando lo veo’”.

Todo cambió una noche de 1998 cuando fueron los tres a un restaurante, y una mínima escena fue la gota que colmó el vaso. 

“Habíamos salido a comer, mi novio se me sentó a la derecha y el hermano a la izquierda. En un momento el hermano pinchó una papa frita con su tenedor y me la dio en la boca. Cuando salimos mi novio dijo ‘se acabó, no aguanto más. Me duele en el alma, lo intenté, pero esto es imposible’”.

"Empezó a decirle a toda la familia que se iba a suicidar, acusó al hermano de haberle robado a la novia. Le fue a hablar al padre y el padre era de esos tipos materialistas, un avaro, un controlador”.

Esa noche pasaron la primera de muchas juntos, y días después se enteró que estaba embarazada. Pero la historia de amor duró muy poco tiempo, ya que el joven de 18 años comenzó a dudar si el embarazo era suyo o de su hermano. 

Soledad Silva Fernández

Poco a poco dejó de sentirse enamorado de Sol, y decidió volver a Europa, dejando a la chica parir sola siendo madre soltera. “Yo le dije que el amor era libertad, y si quería irse que se vaya. Ya no veía el brillo del amor en sus ojos”. 

Sol cree que el joven también se fue obedeciendo una orden de su familia, entre tanto caos. Ella fue mamá, y luego tuvo dos hijos más junto a otras parejas. Pero después de 20 años, decidió ir a buscar a aquel viejo amor a Suiza.

La mujer atravesó el mundo para ir a verlo, pero cuando llegó el hombre seguía negando ser el padre de su hijo. Para su decepción, le dijo “no se en que pensaba cuando le robé la novia a mi hermano. Fue una locura”. 

Sol junto a su familia actual.

Lejos de sentirse arrepentida de la historia de amor, Sol explica que todo fue un aprendizaje para su vida, y hoy vive plenamente junto a sus tres hijos. 

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