Un abuelo que asiste con su nieto para que pueda aprender el oficio, un joven que busca capacitarse para insertarse en el mundo laboral y una mujer que aprende a usar la herramienta que siempre le interesó. Esos perfiles son los que se encuentran en el Taller de Soldadura de Rada Tilly, un espacio que funciona hace varios años en el camping municipal y que tiene una gran demanda por parte de la comunidad. 

Pablo Rodríguez es el encargado de este espacio que depende del Centro Profesional 652, y que conlleva un trabajo conjunto con el Municipio de la villa balnearia. Cada semana, de lunes a viernes, el soldador llega al taller para enseñar este oficio que descubrió a sus 30 años y que terminó convirtiéndose en su trabajo. 

“Mis inicios fueron como un hobby, pero una cosa fue llevando a la otra y hace 12 años es mi oficio principal”, cuenta Pablo a ADNSUR al explicar cómo se vinculó con el mundo de la soldadura. 

Rodríguez tiene 48 años y a los 30 aprendió a soldar como un escape a lo que era su actividad principal. Por ese entonces, era jefe de operaciones bancarias y pensaba que se iba a jubilar en ese rubro. Su rutina era distinta a la de hoy. Estaba lejos del overol y cerca de la camisa y la corbata. Sus herramientas principales eran la computadora y la calculadora, y su jornada laboral comenzaba bien temprano, a la mañana, y terminaba cerca de la tarde. 

Hoy es todo distinto, su día termina después de las 22 y su herramienta principal es la soldadora, mientras que el overol es uniforme trabajo y la corbata de su pasado.

Pablo era bancario, comenzó a soldar como hobby y decidió cambiar de oficio.

A la distancia, Pablo cuenta que una mala época, quizás de las peores que vivió Argentina, lo hizo cambiar de aire. “Yo era administrador bancario, jefe de Operaciones. Estuve en Banco Galicia, HSBC, que era la Banca del Lavoro, Standard Bank, pero sufrí la época del corralito y eso me desgastó muchísimo, entonces elegí otro camino totalmente distinto y más tranquilo”.

Fue en esa época en que la paridad cambiaria menemista estalló, cuando Pablo comenzó a soldar. Necesitaba un escape de la rutina, algo que pudiera golpear sin romper y comenzó a sumergirse en el mundo de los electrodos y las piezas metálicas.

En sus inicios, apuntaba a la decoración y la herrería artesanal, pero a poco a poco fue aprendiendo, y en 2009 decidió dejar la actividad bancaria y volcarse de lleno a la herrería. 

Pablo tuvo su propia herrería artesanal, trabajó como contratista y hace 8 años, cuando necesitaba el certificado para poder realizar otro tipo de tareas, descubrió el espacio que depende de la Municipalidad de Rada Tilly.

Con orgullo, cuenta que primero fue alumno y luego docente, el día que Alejandro Escobar dejó el espacio para continuar enseñando en la sede principal de la escuela de oficio. Desde entonces está a cargo del taller donde enseña lo que él mismo aprendió. 

“Eso es lo que hago acá: ‘enseñar lo que yo aprendí’, porque hacer lo que a uno le gusta por ahí llena un poquito el alma. Hoy me llena de satisfacción poder enseñarle a chicos y gente grande los primeros pasos para que comiencen en este mundo de la soldadura. Es un oficio muy rentable para el que lo hace bien y a conciencia, por eso tratamos de ofrecer un oficio que tenga una salida laboral más allá de que a veces el alumno viene tratando de concretar alguna materia que tuvo, u otra cosa, porque acá tenemos de todo”. 

Desde 2018 Pablo está a cargo del taller de soldadura de Rada Tilly.

Pablo cuenta que hay alumnos que buscan una salida laboral. Otros, en cambio, apuntan a aprender el oficio, mientras un tercer grupo lo ve desde un lado artístico. Como dice, hay de todo, incluso aquellos que, como él, se acercaron al taller para poder obtener el certificado que le permita realizar otro tipo de trabajos o ingresar a la industria petrolera. 

A diferencia de otros años, en este 2024 el taller tiene una cursada anual. En total 12 personas asisten de lunes a viernes para aprender los secretos de la herrería. El objetivo es que, una vez que terminen, los estudiantes puedan iniciar su propio emprendimiento sabiendo realizar los trabajos pero también conociendo la parte administrativa de un negocio de estas características.

Pablo está conforme con el espacio y asegura que “se trabaja muy bien. La Municipalidad está siempre atenta a todas las necesidades que tengamos, e inclusive los trabajos que requiere la municipalidad se los hacemos. Se han hecho trabajos a beneficio de la comunidad como, por ejemplo, la escuela 718 y ahora vamos a realizar algo para el jardín 4407. Ya está en proyecto y se están tratando de conseguir los materiales para que los chicos puedan tener una práctica profesionalizante: que hagan el presupuesto, el diseño y lo puedan construir”.

Para Pablo, el oficio es rentable y requiere de aprendizaje, pero sobre todo perseverancia para poder avanzar. “Uno tiene que ser perseverante, prolijo, cumplidor y saber que esto es un oficio que si no le metés horas de trabajo, no sirve. Pero es lindo, la satisfacción que ves en el alumno cuando aprendió a hacer algo y le sale bien, es algo que no tiene precio”, dice el docente.

Al taller asiste gente de todas las edades.

Mientras Pablo habla, Rubén Lapa mira un video en su celular. El hombre, jubilado, está viendo en Youtube un ejemplo para continuar con un trabajo. Rubén tiene 74 años, fue maquinista de barco pesquero y comenzó el taller junto a su nieto, un joven de 20 que está haciendo sus primeras armas en el mundo del trabajo. 

“A mí siempre me gustaron todo lo que son las manualidades y herramientas”, cuenta Rubén a ADNSUR. “Y como han salido tecnologías nuevas me gustaba la idea de poder conocerlas, así que vine con mi nieto, que tiene 20 años. Él nunca tuvo experiencia y ahora está aprendiendo a cortar, soldar y organizar”.

Rubén asegura que se encontró con un grupo excelente. “Somos muy buenos compañeros, unidos. Nos asesoramos entre nosotros, nos cuidamos y nos protegemos, principalmente por la seguridad para que nadie se lastime y no comprometamos nuestro trabajo”.

Conocedor del mundo de la soldadura, lo que más le llamó la atención fue la posibilidad de hacer cálculos y proyecciones para poder encarar un proyecto, un trabajo sencillo que puede ser muy útil para quien quiere emprender. 

Rubén junto a su nieto, quien está aprendiendo los secretos de este requerido oficio.

Mientras Rubén habla y mira el video, Gabriela Guillén trabaja en el salón de soldadura, entre chispas y ruido de amoladoras. La técnica en seguridad, el año pasado asistió al curso de soldador básico y este año decidió continuar con la cursada de herrería: un sacrificio grande para una persona que trabaja durante todo el día y debe estudiar de noche.

“Era una asignatura pendiente que tenía, porque me gusta todo lo que sea arte en metal. En mi caso, trabajo en una empresa de servicios que hace movimientos de suelo y quería aprender a soldar. Siempre veía a los hombres de la familia hacer trabajos de esto y dije ‘¿por qué no aprender a hacerlo?’. Y me gusta. Demanda mucho tiempo porque es salir del trabajo y venir rápido para acá, pero vale la pena”.

Con lo aprendido, Gabriela ya ha hecho un mueble para guardar lavarropas, banquetas y herramientas, por ahora es un hobby, pero no descarta que pueda convertirse en algo laboral. 

Gabriela el año pasado realizó el curso de soldado básico. Este año decidió hacer el de herrería.

Francisco Moreno tiene las mismas expectativas. Con 24 años es uno de los más jóvenes de la clase y quiere aprender para poder obtener una salida laboral. “Es lo que me gustaría, aprender y el día de mañana poder seguir con este oficio para trabajar. El año pasado arranqué con auxiliar metalúrgico, pero empecé a trabajar y tuve que dejar. Ahora arranqué herrería y me gusta. Quiero hacer mis propios muebles y entrar a una empresa donde pueda ser soldador”. 

Lo cierto es que cada uno asiste por un motivo distinto, con el afán de poder aprender este oficio que se termina convirtiendo en una salida laboral, un hobby o un espacio para poder seguir aprendiendo, más allá del motivo.

Francisco tiene 24 años, quiere aprender a soldar para poder encontrar un trabajo.
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