“Todo el entorno que nos rodea puede modificar nuestro laboratorio interior para bien o para mal”, dice Virginia Pasotti (47) cuando explica de qué se trata la Psicoinmunoneuroendocrinología (PINE). La disciplina se estudia desde la década del 70, pero en los últimos años tuvo un notable crecimiento abriéndose camino incluso en el campo de la medicina, una ciencia donde los saberes tienen rigor científico y están alejados de cuestiones más naturales. 

Virginia de alguna forma está en ambos lados del camino. Conoce de cerca ciertas prácticas, como el chi kung, el yoga, la ayurveda, pero también la composición, estructura y propiedades de la materia que impone la química. 

Por supuesto, es una defensora de la PINE, esta disciplina que aún es resistida en el campo académico, pero que ella logró que tenga un espacio en la carrera de Medicina de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB). Y, si bien por ahora se trata de una currícula optativa en el último año de la carrera, sueña con que en algún momento forme parte del plan de estudios tradicional.

Virginia es doctora en bioquímica y da clases en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.

Virginia es testigo directo de los beneficios de la PINE. Dos veces estuvo cerca de la muerte, y en la segunda oportunidad encontró una salvación a través de la Psicoinmunoneuroendocrinología. “Yo siempre digo cuando empiezo una charla que tuve dos eventos graves cercanos a la muerte porque, de alguna forma, eso fue lo que me terminó llevando a esto”, dice a ADNSUR

“De muy chiquita tuve un politraumatismo en un accidente de tránsito que me llevó un año y medio de recuperación, muchas cirugías, y a los 33 años tuve otro evento de salud muy importante. Estuve internada en Comodoro, me quisieron trasladar a Buenos Aires porque no encontraban qué tenía y todo eso me llevó a meterme en la PINE”.

Cuando lo cuenta, Virginia no ahonda en detalles. Sin embargo, a lo largo de la charla se va explayando poco a poco sobre lo que le sucedió y lo significativo que fue la PINE en este proceso. 

Cuenta que el primer accidente ocurrió cuando tenía 15 años. Sufrió un choque automovilístico y, producto del golpe, sufrió diversos politraumatismos y tuvo que ser intervenida en más de una ocasión. 

Por supuesto, el proceso de recuperación demandó mucho tiempo, tanto que perdió el año escolar debido a la rehabilitación. Pero ella quería salir adelante y lo hizo. Por eso, una vez que se recuperó rindió las materias libres que debía para volver con sus compañeros.

A la distancia, asegura que fueron un combo de cosas que la llevaron a salir adelante. “En ese momento era chica, pero quería salir adelante, entonces como que no lo dimensioné mucho. Después continué mi vida, comencé a estudiar, me recibí, fui madre, pero creo vivir toda esa adrenalina me llevó a tener un episodio a los 33 años, porque creo que ahí terminé de caer y fue volver a empezar, terminar de cerrar el ciclo”.

Virginia había sido madre por segunda vez cuando sufrió el segundo evento grave de su vida. Un año antes había conocido lo que era la PINE a través de una conferencia en VHS del doctor Robert Ader. Sin embargo, nunca imaginó que esa sería su salvación. 

“Lo que me pasó fue que con cualquier cosa que comía con exceso de grasa tenía descompostura y vómitos. Me terminaron haciendo una cirugía de vesícula, supuestamente convencional, pero se complicó y una vez que me operaron no toleraba el alimento, cualquier cosa que comía, lo devolvía. Los médicos no encontraban qué hacer acá y me dijeron ‘te derivamos a Buenos Aires’. Pero yo dije ‘no, me voy a mi casa’”. 

“Yo ya tenía mis dos hijos, eran chiquititos y no me quería ir de Comodoro, y no sé si fue intuición o qué, pero dije ‘yo tengo que resolver esto de alguna manera’. Me acuerdo que los médicos me dijeron ‘no te podés ir’, porque pesaba 35 kilos y estaba con suero. Pero dije ‘me voy a mi casa con mis hijos’. Me hicieron firmar un documento de que me hacía cargo y en mi casa me recuperé’. 

Virginia junto a su familia en la actualidad.

Cuenta Virginia que su idea fue aplicar lo que venía aprendiendo. “Empecé a comer lo que ya venía practicando. Una dieta a base de vegetales, frutas, sin carne, sin lácteos, sin harina. Empecé a cambiar primero mi alimentación, luego mis hábitos, bajar el estrés, el cortisol, hacer yoga, hacer chi kung y dejar de decir ‘¿por qué me pasa a mí?’, sino decir ‘si me está pasando a mí es porque tengo que hacer algo con eso’, y así empecé a curarme.

A la distancia, admite que fue algo intuitivo. No tiene explicación pero sí reconoce que fue fundamental la gente que la acompañó en ese proceso. “Fue como un camino marcado, porque encontré en la psiconeuro una salvación, y a partir de ahí empecé a buscar dónde formarme”.

Finalmente, luego de realizar un doctorado en bioquímica, Virginia, en plena pandemia comenzó a capacitarse en PINE. Sabía que la formación estaba en la Universidad Favaloro, la Universidad Tech de España y la Universidad de Salamanca del mismo país. Sin embargo, eligió Fundación Salud, de la doctora Stella Maris Marusso. 

“Ella escribió el libro ‘Laboratorio interior’, donde cuenta los casos de pacientes que tenían enfermedades terminales y se salvaron a partir de aplicar este nuevo paradigma de salud", cuenta. 

"Se trata de ver cómo el interior de nuestro cuerpo puede regular las hormonas, las enzimas y como la epigenética, es decir nuestros estados de ánimo y todo el entorno que nos rodea, puede modificar nuestro laboratorio interior para bien o para mal, entonces decidí estudiar con ellos”.

Virginia logró que PINE tenga un espacio en el último año de la carrera de Medicina. Es una matería optativa para los alumnos que quieren saber más sobre la especialidad.

“Es un nuevo paradigma de salud, recién ahora se está dando a conocer y aceptando en las universidades como materia. Los médicos que hacen el posgrado ya lo están aplicando en consultorios y es una disciplina integrativa, por lo tanto, interdisciplinaria; trabajan psicólogos, psiquiatras, médicos clínicos, médicos cirujanos, todos en conjunto”, agrega. 

El último sábado, Virginia dio un taller sobre PINE en un espacio de Km14. Allí, compartió con otras personas sus saberes y divulgó esa especialidad, tal como hace con sus alumnos de quinto año en la Carrera de Medicina.

Su deseo, por supuesto, es seguir inculcando estos conocimientos a otras personas y se ilusiona con que en algún momento pueda formar parte del plan de estudios de la carrera. “Ese es mi sueño, poder poner esta materia en la currícula de la carrera de Medicina. Ojalá más médicos se sumen. Mientras tanto, continuaremos dando charlas, talleres y ojalá podamos hacer un equipo interdisciplinario para poder ayudar”, dice la especialista que incentiva a conocer más el laboratorio interior.

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