La definición más común que suele utilizarse para describir a un presupuesto anual, es que consiste en un dibujo de lo que se estima hacer en el año; y lo que está viviendo Chubut lo refleja a las claras: el actual era el primer presupuesto que estimaba superávit en muchos años, pero la realidad marca que, a causa de la inflación y la alta demanda de los salarios, va a terminar nuevamente con un déficit importante.

Lo alarmante es que el actual ejercicio económico vuelve a mostrar que hay una tendencia que se mantiene y que ya hemos explicado en otras oportunidades: el peso del costo salarial en la provincia se vuelve cada vez mayor, y va abarcando una parte cada vez más grande de la torta general de los recursos propios.

En 2022, el gasto en salarios ya asciende en agosto al 90 % de los ingresos de libre disponibilidad. Esto significa que, de cada 10 pesos que ingresan de manera genuina como recaudación a Chubut, 9 se gastan en pagar sueldos de los trabajadores estatales. 

El dato surge de un informe oficial, elaborado por el Ministerio de Economía, y presentado a todos los miembros del gabinete en la última reunión del martes a la tarde en Playa Unión, al que tuvo acceso ADNSUR.

Allí, el ministro Oscar Antonena hizo un pormenorizado detalle de las cuentas públicas a sus pares, indicando que, si el gasto sigue subiendo de esa manera, la provincia deberá aumentar nuevamente su endeudamiento luego de un período de relativa tranquilidad y equilibrio. Sería un mal fin de año, en la previa de un 2023 que ya asusta por el regreso de los vencimientos de la deuda en dólares, que superan los U$S 30 millones trimestrales, un número que hoy no está impactando en las cuentas públicas.

Antonena habla durante la última reunión de gabinete el martes en Playa Unión.

Lógicamente, Antonena no fue el único orador el martes, y la voz cantante la tuvo el gobernador Mariano Arcioni, a quien varios de los asistentes coinciden en describir con un discurso duro, con un mensaje central a su equipo: “dejen de jugar al sindicalismo, en vez de ser voceros de los gremios, cuiden las cuentas públicas, y dejen que las paritarias las conduzcan Ayala y Antonena”, en alusión a los ministros de Gobierno y Economía.

Al mandatario no le estarían cayendo bien algunas movidas internas de funcionarios que buscan cerrar acuerdos de manera sectorizada sin consultar los números provinciales. Hay casos en los que se ha avanzado en recategorizaciones automáticas sin aval de los altos mandos, en acuerdos firmados que no fueron homologados y quedaron en la nada. Por eso la señal de advertencia, y la palabra usada tanto por Arcioni como por Antonena: Chubut está en “alerta amarilla”.

La calificación por color fue la manera gráfica de decir al gabinete que, si esto sigue por este camino, Chubut volverá al rojo en sus cuentas en el corto plazo, como ya le ocurrió tristemente en 2019, con un desfasaje que llevó dos años acomodar. El color amarillo es de advertencia, una indicación en el semáforo de que hay que empezar a apretar el freno, porque después ya va a ser tarde.

Tener a mano el informe oficial es una oportunidad que tenemos de evaluar cuál es el estado de las cuentas chubutenses en estos momentos, pero especialmente, cuál es el impacto que significa el gasto salarial, en el marco de una negociación paritaria permanente con los gremios estatales, que obliga a establecer nuevas actualizaciones todos los meses.

SUELDOS VS INGRESOS

El informe de Economía pone de relieve que la masa salarial en Chubut subió de $ 8.164 millones en enero, a $ 11.900 millones en agosto, acumulando $ 87.300 millones en lo que va del año. El número total contempla el pago a activos con aportes y contribuciones, más el déficit que todos los meses se debe cubrir para que el ISSyS pueda pagar las jubilaciones (la caja es cada vez más deficitaria según ya lo hemos explicado más de una vez), y sumando el Impuesto a las Ganancias, los fondos a las comunas rurales, las pensiones y los préstamos.

De acuerdo a estos datos oficiales, este acumulado anual alcanza ya el 90 % de los recursos propios, que en el año suman $ 96.733 millones. Del 10 % restante, el 2 % se destina al pago a los proveedores, otro 2 % en gastos de funcionamiento, un 1 % en pago a las ART, y el porcentaje restante a otros destinos.

De acuerdo al resultado neto para lo que va de 2022, en todos los meses, a excepción de abril, los egresos superaron a los ingresos, siendo los meses más deficitarios -como mostramos en el cuadro más abajo- junio, con $ 5.675 millones (incluye el pago del medio aguinaldo), febrero ($ 3.122 millones) y mayo ($ 2.796 millones).

Extracto del informe de Economía sobre ingresos y egresos en 2022.

En el acumulado hasta agosto, salta el marcado déficit entre ingresos y egresos: a las arcas de Chubut ingresaron $ 84.452 millones, mientras que se gastaron $ 96.733 millones.

Hay que diferenciar claramente a qué se llama ingresos genuinos, de dónde provienen y cuánto corresponde a cada fuente para arribar a esos $ 84.452 millones. Si bien Chubut es la única provincia que no cobra ingresos brutos, algo que delegó en los municipios, hay un dato que puede llamar la atención a más de uno: la principal fuente de ingresos proviene de la recaudación de la Dirección General de Rentas, con un 34 %.

Esto significa que un tercio de los ingresos de Chubut provienen de impuestos locales. En segundo lugar, le siguen los ingresos por coparticipación federal de impuestos, que representan un 32 %. Y en tercer lugar, bastante detrás (cuando en otra época tenían un peso mayor) figuran los ingresos por regalías hidrocarburíferas, que significan un 24 %. Es decir que estos tres ítems representan el 90 % de los ingresos provinciales.

Los anticipos del Banco del Chubut son la principal fuente todos los meses para cubrir el desfasaje en el pago de sueldos.

Si los egresos superan a los recursos, es interesante el repaso de cómo fue la provincia cubriendo ese rojo a lo largo del año. Según el informe de Economía, estos desfasajes se cubrieron principalmente a través de los anticipos del Banco del Chubut, que llegan a $ 18.765 millones; luego a través del FUCO (Fondo Único de Cuentas Oficiales), que aportó unos $ 8.200 millones; luego las fuentes afectadas, como la 426/441/358, con $ 6.500 millones; y finalmente a través del programa de Letras, con $ 7.059 millones.

ESTIMACIONES EN ROJO

De acuerdo a las estimaciones de economía, y aún sin saber todavía el monto de los aumentos salariales en el último tramo del año, ya con los valores actuales, la diferencia entre la masa salarial y los ingresos propios se hace cada vez mayor.

Los cálculos indican que, manteniendo los valores actuales, el incremento de la masa salarial en un año llegaría al menos al 81 %, mientras que, en ese mismo lapso, los ingresos subirán un 59 %. Es una proyección estimada, en la que surge un dato terrible: el promedio de la participación de la masa salarial bruta ante los ingresos netos llegaría al 97,5 % del total.

El resultado final se ve venir a las claras, ya que si se comparan las curvas, la flecha que grafica los sueldos sube mucho más rápido que la de ingresos. Estando pendiente aún el cálculo de los aumentos de la última parte del año, no es muy difícil prever que, si hoy demanda el 97,5 %, la masa salarial se “comerá” el 100 % de los ingresos netos.

Para decirlo en palabras más claras: al final del año, el monto total de lo que se pagará en salarios, será igual a todo el dinero lo que la provincia recauda de manera genuina. O dicho de otro modo: todo lo que ingresa a Chubut, va a parar a sueldos de agentes públicos, más allá de que hay otras fuentes de financiamiento que permiten que no se haya cortado la obra pública, que sigue en marcha de una manera marcada.

Ministros de Economía, Oscar Antonena y de Gobierno, Cristian Ayala: el mandato del gobernador es que sólo ellos manejen la paritaria.

Más datos que marcan el desfasaje entre la curva del costo salarial y la curva de ingresos: en diciembre pasado, la masa salarial era de $ 10.074 millones y los ingresos fueron de $ 8.394 millones, un 17 % más bajos; en junio, la masa fue de $ 14.643 millones, y los ingresos $ 11.329 millones, un 14 % menos; y para el próximo mes de diciembre, aún sin saber los nuevos aumentos, la masa ascendería a $ 18.190 millones y los ingresos $ 13.378 millones, un 26 % menores, dato que seguramente será una diferencia aún mayor.

Esto significa que Chubut, sin haber negociado aún paritarias para el último trimestre, va a tener un desfasaje a fin de año de 7 mil millones como mínimo, ya que el estimado de gastos en salarios (masa salarial bruta con aportes) para todo 2022 a valores actuales, es de $ 134.753 millones, mientras que el acumulado de ingresos netos de rentas generales está previsto que llegaría a $ 127.698 millones.

Finalmente, resta mencionar la parte del informe que desagrega el impacto del gasto salarial por sector de la administración. El mayor impacto lo tiene la educación, con el 38 % del total del gasto salarial, seguido por Salud con el 18 % y la policía, el 12 %.

De acuerdo a estos datos, entre enero y agosto, la masa salarial que mayor suba acumuló en Chubut es la de Educación, con el 77 %, seguida por salud, con un 71 %. El resto de las áreas reúne una suba promedio del 65 % y la policía un 49 %, que cuando se computen las subas de antigüedad, llegará al 59 %.

Docentes cortaron la ruta 3 en el acceso a Trelew este jueves, en reclamo por el adicional de 18 mil pesos otorgado por decreto.

Los números son fríos, son un dato de la realidad que refleja el impacto de políticas públicas, que tampoco son nuevas, sino que se vienen acentuando con el correr de los años. El diagnóstico es claro: si Chubut sigue gastando más de lo que le ingresa, va a volver a caer en un pozo del que cada vez le va a costar más salir

El mensaje hacia adentro del gabinete, realizado por el área de Economía, fue claro y contundente. La cuestión es si fue entendido por el resto de los funcionarios y, lo que es más importante, si podrá ser comprendido por los gremios que representan a los trabajadores estatales. El reclamo es lógico, ya que se pretende que el aumento de la inflación no impacte en los bolsillos de los trabajadores. Pero el riesgo es enorme, ya que si los ingresos no acompañan, se vuelve a agitar el fantasma de 2019 y el regreso del pago escalonado.

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