Una semana después de conocerse los resultados de las elecciones primarias, la espuma no sólo no baja, sino que va en aumento. Corren horas de mucha ebullición interna en el justicialismo, el radicalismo y el arcionismo: se suceden las reuniones de alto voltaje a puertas cerradas, donde la dirigencia se cruza pases de factura por la responsabilidad en la derrota.

Una de las lecturas más obvias del resultado del domingo es tratar de establecer quiénes fueron los ganadores y quiénes los grandes perdedores. Pero otro desafío, más interesante aún, es tratar de avizorar qué escenario queda planteado para lo que viene, y hablamos no sólo de las generales de noviembre, sino de 2023.

Durante los festejos en la noche del domingo, Ignacio “Nacho” Torres dijo una frase, en medio de la euforia: “no hay dudas de que el próximo gobernador va a salir de este espacio político”. La definición hubiera sonado bastante alocada antes del 12 de septiembre, pero ya no parece tan descabellada después del 40 % obtenido en las PASO.

La del PRO - una lista que tuvo como principal aliado y defensor en Chubut a Horacio Rodiguez Larreta- fue la lista más votada con casi 65 mil votos, que ascienden a 110 mil en la sumatoria de todo el frente. Es muy probable que no se haya tratado de un aluvión popular a favor de la figura de Torres por sí misma, sino que hayan jugado varios factores, entre ellos, la habilidad para capitalizar un gran porcentaje del voto bronca contra los oficialismos en Nación y Provincia.

Ignacio Torres y Ana Clara Romero fueron los dos precandidatos más votados de las PASO en Chubut.

Pero también es muy factible que haya habido votos “foráneos” traccionados por dirigentes de otras fuerzas que jugaron su propio partido en la interna de JxC. El resultado de Puerto Madryn, con una aplastante derrota de la lista del PJ que llevaba en diputados a la postulante del sastrismo es un ejemplo a analizar. También fue llamativo el triunfo de Torres en determinados barrios de Trelew, donde funciona muy bien la maquinaria del madernismo.

Y otro dato que no pasó desapercibido: el empujón de votos a Ana Clara Romero en Comodoro Rivadavia, consolidándola como la candidata a la intendencia por este espacio político en 2023.

En la ciudad petrolera, hubo una elección muy pareja entre Juntos por el Cambio y el justicialismo, algo inesperado en este territorio. ¿Hubo un desgaste innecesario en traccionar desde el propio PJ votos a la lista de Ongarato-Menna para que no gane la de Torres-Romero? Es un interrogante que circula en el ambiente político. Si de verdad fue así, estaríamos ante un grave error estratégico. El resultado podría variar con mayor cantidad de votos peronistas en la general; pero sería tarde, porque ya se despertó un monstruo.  

Ricardo Sastre y Juan Pablo Luque: dos potenciales candidatos a gobernador, que no obtuvieron el resultado esperado en sus territorios.

Con un gobernador como Mariano Arcioni, que no tiene reelección a la vista, y una gestión que sufrió un enorme desgaste, toda la atención previa apuntaba a las reuniones que hemos venido comentando entre la dirigencia –política y empresaria- del justicialismo de Comodoro Rivadavia y de Puerto Madryn, en la puja por quién encabeza la fórmula provincial dentro de dos años. Cuando parecía haber un camino allanado a Fontana 50 en el que sólo faltaba resolver si la boleta del PJ la iba a encabezar Juan Pablo Luque o Ricardo Sastre, el resultado de las urnas parece interrogarlos: “¿y ahora?”.

CONSECUENCIAS DEL NINGUNEO

Desde aquí explicamos en su momento que los cierres de listas dejaron un tendal de heridos en los principales espacios políticos, y como era de esperar, los “ninguneados” jugaron sus cartas el último domingo: algunos –en el mejor de los casos- se cruzaron de brazos y no movieron un dedo en la campaña; y hubo otros que en las sombras trabajaron para el bando enemigo, con aportes logísticos y económicos.

El peronismo “sobró” la elección, no tiró toda la carne al asador como es habitual en estos casos, pensando que el momento clave iba a ser en las generales de noviembre. Las bases estuvieron desmovilizadas, y uno de los más claros ejemplos fue lo que ocurrió con los gremios, que no “jugaron” y la vieron desde afuera, tal como ya hemos analizado esta semana.

Jorge Ávila, José González y Jorge Taboada. Tres de los dirigentes sindicales que cuestionaron a la dirigencia del PJ que los dejó afuera de la discusión.

Otra lectura equivocada y soberbia fue la que tuvo la dirigencia del Chusoto en relación al Pich, partido al que ninguneó en el cierre de la alianza queriendo imponer toda su lista y dando un portazo. Una decisión a todas luces perjudicial, viendo el resultado de la lista 151, que obtuvo 20 mil votos -histórica elección- con una campaña muy austera.

De cara a la general, surgen ahora diferentes estrategias para salir a buscar nuevos votos. En el PJ y en el gobierno admiten que sus campañas fueron muy malas, que no trabajaron como debían. En las últimas horas, se escucharon todo tipo de versiones, una de las cuales pudimos chequear: efectivamente hubo sondeos de parte de voceros del gobierno nacional dirigidos al gobernador Arcioni. Ofrecieron cerrar un pacto, consistente en una asistencia económica extraordinaria a la provincia a cambio de que se baje la lista de Chubut Primero que encabezan Federico Massoni y Fabián Puratich.

La estrategia es obvia: la diferencia entre Juntos por el Cambio y el Frente de Todos fue de 36 mil votos, exactamente lo obtenido por los candidatos del arcionismo. Si bien esto no es matemática, es de suponer que una lista integrada entre candidatos de ambos espacios hubiera peleado mano a mano con Cambiemos.

Mariano Arcioni apuesta a levantar el resultado en noviembre con su lista encabezada por Fabián Puratich y Federico Massoni.

De todos modos, la respuesta de Arcioni volvió a ser una negativa rotunda. Está totalmente descartado que eso ocurra, y además hubo el jueves una reunión de gabinete con una bajada de línea explícita a los funcionarios de ponerse el overall y arremangarse por los candidatos de la gestión. Y especialmente, una directiva expresa a Federico Massoni para que agache la cabeza y acate las indicaciones del equipo: el diagnóstico fue que hizo una campaña muy mala, equivocada, personalista y en solitario, y que tiene que haber un cambio de discurso si se pretende levantar en noviembre.

MALA LECTURA

En el PJ eran conscientes de que afrontaban una elección compleja por el escenario nacional, pero hubo una lectura errónea de la famosa “unidad”, con acuerdos de cúpula monitoreados desde Buenos Aires que dejaron conformes a la mayor parte de la dirigencia del PJ. Pero, ¿alguien pensó en lo que querían los votantes?; ¿fue la mejor lista que el peronismo podía presentar al electorado? Más allá de la justificación por la oleada de votos contra la gestión de Alberto Fernández que se vio en todo el país, sería un error creer que por allí pasa la única explicación del resultado en Chubut.

Nos podemos plantear esta duda legítima, porque no estamos hablando con el diario del lunes, sino porque que la planteamos en la previa. Meses antes de saber el resultado, escribimos que la candidatura de Carlos Linares era un dilema para buena parte del justicialismo, porque muchos sabían que tenía un “techo bajo” y no aseguraba un triunfo. Era algo que se preguntaban en voz baja muchos dirigentes, pero que no pudieron o no se animaron a contrarrestar luego a la hora de los bifes, máxime cuando el cacique comodorense fue respaldado por la líder del movimiento, Cristina Kirchner.

La decisión de que Carlos Linares encabece la boleta del Frente de Todos la tomó Cristina Kirchner.

En la previa de los cierres de lista, también desde esta columna destacamos que había un tono especial que se estaba dando en esta campaña, marcado por la aparición de figuras jóvenes con otra manera de hacer política, con una lógica que no estaba atada a las viejas estructuras. Y lo ejemplificamos en dos caras: “Nacho” Torres, quien se impuso con holgura ante toda artillería que le tiró la dirigencia de la UCR con apoyo de dirigentes de otras fuerzas; y en Julián Leunda, quien hizo un ruido enorme en el armado previo de la lista del PJ, hasta que fue corrido del mapa a último momento por decisión, una vez más, de la jefa del espacio, Cristina Kirchner.

Surgen perfiles que desafían la manera tradicional de jugar a la política, y son mucho más versátiles y pragmáticos. El caso de Torres fue el mejor ejemplo, habló con todos, ofreció acuerdos, se movió por la provincia más que ningún otro en la campaña, y manejó de manera más hábil un discurso simple en un terreno que al resto le sigue costando una enormidad: las redes sociales.

La lectura que hicimos desde este espacio de análisis, evidentemente no fue la misma que hizo el PJ al cerrar su lista, como tampoco la que hizo el radicalismo, que sufrió una paliza de su boleta de apellidos de “experiencia” ante las caras del PRO. La política tradicional “ninguneó” a los que vienen con las nuevas formas a romper los esquemas. El domingo, cuando contaron los votos, los dirigentes que integraron los “acuerdos de cúpula”, tuvieron un baño de realidad, y se dieron cuenta lo lejos que estaban de interpretar la mirada de los vecinos.

EL VOTO A FAVOR DE LO NUEVO

Uno de los que entendió el tono de la discusión que se está dando fue Mario Cimadevilla, aunque parado del lado menos favorecido. En sus declaraciones al salir de emitir su voto, dijo a la prensa –apuntando claramente contra Nacho Torres- que “la nueva política es un desastre. La edad por sí sola no es un mérito. Un joven sin ideas, sin valores ni principios no sirve para nada. El almanaque no te da virtudes”.

Si la democracia es el gobierno de las mayorías, lo del veterano dirigente sonó a un enojo anticipado con lo que llamó el "cambio cultural" en el país, y un lamento por la falta de valoración de las figuras que desde la política lucharon por defender los derechos en otras épocas. Horas después se terminó de confirmar que Torres arrasaba en el primer lugar, mientras su lista con base en la experiencia y la historia, corría la suerte contraria.

Mientras los dirigentes políticos tradicionales muestran su enojo con la manera de votar de la ciudadanía, otras nuevas figuras les ganan el lugar tratando de adaptarse a los cambios sociales y leyendo mejor el descontento popular.

En la UCR, aunque parezca increíble, hubo dirigentes que fueron a discutir a la Convención Provincial sobre volver a la histórica lista 3 en soledad, aquella que ganaba elecciones hace 30 años. Una mirada nostálgica, totalmente alejada de la lucha por el poder actual, que está más bien apuntada a un asado de correligionarios que a atraer la voluntad popular.

En el PJ ocurre otro tanto: en declaraciones pos cierre de listas, Carlos Linares destacaba que al final el acuerdo de la lista se cerró -como toda la vida- en la casa del “Vasco” (José Salvador) Arrechea, aludiendo a otro histórico dirigente peronista. Hay que recordar –sin adjetivar, sólo con datos- que Arrechea, actual presidente del Congreso Provincial del PJ, en la última interna a intendente de Rawson por esa fuerza, salió cuarto entre cinco aspirantes. ¿Es la imagen de una dirigencia ganadora?

Carlos Linares y José Arrechea ocupan los dos máximos cargos en el PJ chubutense.

En aquella elección general en Rawson en 2019, el candidato peronista Edgar Gort sacó en la capital la mitad de votos que Damián Biss, quien evitó el escudo de la UCR, y armó un frente amplio con partidos municipales, acudiendo incluso a peronistas desencantados, bajo un nombre de fantasía. Biss es uno de los pocos que demostró entender por dónde va la cosa. Pensó una propuesta apuntada a lo que quería votar el vecino de la capital, no lo que se opinaba en una mesa chica de comité.

No es casualidad que Biss haya sido el único intendente de Chubut que haya quedado bien parado el último domingo: no sólo ganó por paliza allí su fuerza política, sino que además logró traccionar más votos para su lista de Juntos por el Futuro dentro de la interna. Demostró liderazgo, algo que no pudo conseguir ni el mismo Sergio Ongarato en Esquel, donde perdió ante su propia gente. Pensando en el 2023, no aparece otro nombre en el horizonte del radicalismo capaz de pelear una candidatura provincial ante la fórmula que tendrá el PRO con Horacio Rodríguez Larreta como presidente y Torres como gobernador.

Damián Biss logró una excelente elección en su localidad, mientras que Sergio Ongarato perdió la interna en su propia ciudad.

Estos ejemplos sirven para analizar cómo se va dando un cambio de paradigma, al que se resiste la vieja clase política, acostumbrada a antiguos dogmas que no quiere soltar y a la rosca de las mesas chicas. Todos –incluidos los analistas- debemos cambiar el chip, ya que estábamos acostumbrados al folclore que rodeaba a los congresos peronistas y las convenciones radicales, en otras épocas en las que allí se discutía poder. ¿Alguien sabe cuántos participaron de la decisión de la candidatura de Nacho Torres? Fue un encuentro por zoom con veinte dirigentes del PRO que nadie conoce. Pero el resultado de las urnas demuestra que a la gente poco le importa la cocina de la política.

NUEVAS FUERZAS

El resultado de las PASO fue una enseñanza para muchos dirigentes que siguen atados a la pertenencia a una estructura que en su momento fue carta de triunfo, y que hoy ya no garantiza nada por sí sola. Por eso, empieza a tomar forma la idea de avanzar en partidos provinciales por fuera de esos sellos del justicialismo y el radicalismo que son manejados por una mesa chica de caciques. La bronca más puntual se da en el PJ: Carlos Linares fue candidato a gobernador, luego designado presidente del partido y trascartón seleccionado para encabezar la lista de Senadores. La queja repetida es la falta de pluralidad: son siempre los mismos.

Hay varios trámites en marcha en la justicia electoral, de algunos que buscan emular aquella maniobra que creó en su momento el Provech en 2007, que supo salir en segundo lugar en la elección provincial en un frente con el dasnevismo. O el mismo nacimiento del Chusoto, fuerza local que se salió de la estructura del PJ y le ganó tres elecciones seguidas al peronismo entre 2015 y 2019.

Un ejemplo concreto de esto que está pasando, es el partido Ciudadanos por Chubut, que ya casi logró la personería, y que fue armado por una de las sorpresas de estas elecciones, como el emprendedor César Treffinger, quien logró 20 mil votos siendo un absoluto desconocido en la lista del Pich.

Y sumamos un dato clave: hay un partido que ya inició los primeros trámites, en el que figura como apoderada la madrynense Milagros Badaloni, mano derecha de los hermanos Ricardo y Gustavo Sastre.

La relación política entre los hermanos Ricardo y Gustavo Sastre con el joven Julián Leunda se sigue afianzando.

No por casualidad se habló mucho en estas horas posteriores del escenario 2023, de los contactos que se están dando por fuera del PJ entre los Sastre, el trelewense Adrián Maderna y el joven asesor presidencial Julián Leunda. Son las caras de un grupo que quedó desencantado con el cierre de listas que hubo en las PASO dentro del PJ, un partido al que ven como un sello manejado por unos pocos. La misma queja que hicieron esta semana los dirigentes gremiales.

Muchos en el peronismo advierten con alarma que si la dirigencia justicialista no se renueva y no cambia a tiempo, va a camino a convertirse en la UCR, un partido que jamás volvió a ganar una elección provincial desde 2001, y que hoy, como en una profecía autocumplida, ve como la dirigencia del PRO le gana el territorio, la calle, y las bancas.

Se vienen meses de muchos trámites legales ante la Secretaría Electoral en Rawson, para avanzar en la personería de nuevas fuerzas locales que buscarán un armado más plural y participativo para dentro de dos años. El escenario apunta a una nueva estructura de partidos, más amplia y repartida, con una multiplicidad de fuerzas que jugarán sus propios armados que cruzarán a peronistas, chusotistas, radicales, larretistas. El resultado de las PASO marca un poder mucho más repartido, con algunos liderazgos locales pero ninguna figura por encima del resto. Varios espacios deberán barajar, y dar de nuevo.

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