Comenzó su emprendimiento de lencería erótica con 2000 pesos y en San Valentín tuvo que rechazar pedidos por la demanda que tuvo
Damaris Castro tiene 24 años, es de Comodoro y en pandemia decidió comenzar a construir ese anhelo que tenía de chica: hacer lencería. Aprendió con videos y cursos virtuales y su hobby terminó convirtiéndose en un emprendimiento de lencería erótica con diseños exclusivos: una historia de emprendedurismo, detalles y el animarse a hacer y usar.
Pasó San Valentín y ella respira luego de un mes que no tuvo horas libres ni descanso. El Día de los Enamorados fue un exceso de pedidos, tantos que incluso tuvo que rechazar algunos, algo que no le gusta para nada.
Cuenta que en su cuaderno tiene anotada cada una de las prendas que le encargaron. El nombre, las medidas, el estilo y algún que otro detalle que hace tan único a ese conjunto. Sin embargo, a esta altura ya no recuerda la cantidad de lencería que tuvo que confeccionar para dar respuestas a sus clientas.
Lo cierto es que Damaris Castro está contenta, por primera vez se da cuenta que su emprendimiento, aquel que inició con fuerza hace un año, creció más de lo esperado y los pedidos cada vez son más frecuentes.
Cuando lo piensa no puede evitar emocionarse. “Pienso el crecimiento que tuvo y no lo puedo creer”, dice a ADNSUR. “A veces uno ve muy natural las cosas que te van pasando y no se pone a pensar en cómo arrancaste. Ahora miro mi avance y me pone contenta”, dice con una emoción real que entrecorta su voz.
Damaris tiene solo 24 años y es la creadora de “Confidente”, un emprendimiento de lencería erótica de diseño que crece a paso firme con prendas exclusivas que ella misma dibuja y diseña en el taller de su casa.
“Esto lo arranqué hace 2 años”, cuenta al hablar sobre sus inicios. “Lo venía haciendo como hobby. Estaba estudiando en la uni y desde febrero del año pasado que me dedico y me mantengo con esto. Tengo todas las pilas metidas acá”, dice con orgullo.
La emprendedora cuenta que siempre le gustó la lencería, desde chiquita. Tenía 14 años cuando ya soñaba con tener su propio local. “Tenía el nombre, todo. Se iba a llamar Dulce tentación, pero cuando me puse a hacer esto no me cerraba y un día estaba escuchando una canción y la letra dijo ‘Confidente’. Dije ‘cierra, está bueno’ y quedó”.
“Confidente” de alguna forma nació gracias a la pandemia. A la joven siempre le había gustado la lencería. Quizás porque su madre se dedicaba al rubro cuando era chica. Soñaba con tener su propio local y cuando explotó el covid, el almacén en el que trabajaba cerró y decidió invertir sus ahorros en una máquina de coser. Pero había un problema: no tenía idea de cómo usarla.
“Yo quería comprar una máquina pero no sabía nada, y justo cerró el negocio. Con la plata que había juntado, más un poco que me prestó mi mamá, me la compré. La tuve mucho tiempo ahí porque no sabía coser, hasta que agarré coraje y me puse a aprender viendo videos y tomando cursos”.
Lo primero que confeccionó Damaris fueron arneses y así comenzó su emprendimiento. “Cuando arranqué, arranqué con 2000 mil pesos, era lo único que tenía. Me alcanzó para cinco metros de elástico y con esa plata vendí los arneses y seguí comprando, como un círculo. El primero fue a una compañera de la uni, un arnés azul. Le conté qué quería hacer, me mandó un diseño y me animé, y quedó hermoso. Así empecé a venderle a mis amigas, alguna tía, conocidas y abrí la página”.
Con orgullo la joven admite que sus primeras clientas fueron sus propias compañeras, también quienes la ayudaron a promocionar su emprendimiento en aquellos tiempos en que aún estudiaba la carrera de Medicina.
Y de alguna forma una cosa llevó a la otra, porque poco a poco fueron apareciendo más pedidos y ella, por supuesto, se animó. “Nunca le tuve miedo, siempre intenté y si salía, salía, sino intentaba de nuevo y comencé a hacer lencería básica, de a poquito fui haciendo más. Me acuerdo que me pedían colores, quería traer, pero tenía que juntar 10 mil pesos, y me acuerdo que estuve más de un mes para tratar de juntarlo y no podía. Pero mi idea era tratar de no hacer cosas básicas, porque yo pensaba ´para cosas básicas podés comprarlas en cualquier lado’, así que quería hacer cosas que normalmente no ves acá, diseños más exclusivos, diferentes”.
Damaris se define como perfeccionista y muy detallista, “pesada”, dice entre risas, cuando admite que le cuesta trabajar con gente porque se fija mucho en el detalle. A la distancia, recuerda que al principio pagaba para que le hicieran moldes de sus diseños. Sin embargo, luego de un tiempo se dio cuenta que la mejor opción era aprender hacerlos. Así comenzó a capacitarse y aplicar sus propias ideas.
¿Pero qué busca al momento de diseñar? Ella lo tiene claro. “Los conjuntos son para una misma. Siempre hablo con las chicas que es como un regalo para una, para sentirse bien. Es feo cuando vas a comprar pero a veces no tiene tu talla porque son todos chiquitos. Entonces mi idea es abarcar varios talles y que las chicas se sientan cómodas con lo que usen, que se sientan lindas. Gracias a dios tengo muchas clientas fijas y ellas mismas me recomiendan. Eso es muy lindo, una se pone contenta porque piensa ‘estoy haciendo un buen trabajo’”.
En tiempos de redes sociales, Instagram, Facebook y WhatsApp se vuelven aliados fundamentales para los emprendedores, mucho más para un rubro como el de Damaris vinculado al erotismo y al sexo, un tabú que a muchos aún les da pudor y vergüenza. Así, la venta online se vuelve fundamental para hacer crecer su clientela.
Respecto a los pedidos, admite que vende de todo, desde conjuntos de 5500 pesos hasta conjuntos completos con portaligas a 16.000, lo más caro que tiene. “Las chicas se re copan porque son cosas que no ves acá. Trato de que sea accesible y sean cosas de calidad y me gustan mucho los detalles, la costura. Me piden mucho para luna de miel o despedida de soltera, y en San Valentín fue un montón. Trabaje más de 12 horas, me quedaba la espalda a la miseria, pero bueno, estábamos en San Valentín y había que aprovechar a trabajar. Incluso tuve que rechazar pedidos, no me gusta pero no daba abasto”.
Damaris pasa por un buen momento y en este inicio de año ya sabe qué quiere para este 2024. “Mi meta es comprar cosas para ver si a fin de año puedo abrir un local en un paseo de compras. El tema es que como laburo a pedido no me da tiempo para armarme de stock, pero la idea este año es ponerme horarios como un laburo normal y dejar un horario para hacerme stock para ir creciendo”.
La joven está contenta, su hobby terminó convirtiéndose en un emprendimiento: su propio sustento para seguir creciendo entre dibujos, moldes y lencería.