“Cada lugar adonde voy me pido un té”, dice Flavia Fernández al contar cómo es su vínculo con aquella infusión que para ella se convirtió en un hobby y un oficio. “Es una pasión que surgió hace mucho tiempo”, dice mientras vierte agua caliente dentro de un pocillo de porcelana. El aroma fluye en el ambiente entre hebras que descansan en cuencos, todas de diferentes tipos y origen, pero con una particularidad: son 100% argentinas.

Flavia es conocida en Comodoro, la ciudad donde llegó a los 12 años luego de una infancia en Cañadón Seco, el lugar que eligieron para vivir Atilio y Victoria, quienes se conocieron en Caleta Olivia. 

Comunicadora de profesión, fotógrafa por hobby y oficio, durante muchos años, ella integró el equipo de relaciones institucionales de la Sociedad Cooperativa Popular Limitada. Hoy continúa en la entidad, pero ahora en una nueva área, donde cada día se renuevan los desafíos.  

Flavia es una apasionada del té. Lo demuestra en sus gestos, el tono de voz que utiliza cuando habla de la infusión y los datos que aporta sobre esta industria que está en auge en Argentina. Con orgullo, cuenta que el país pasó del noveno al octavo lugar en volumen de té producido y que no tiene nada que envidiarle a otros países. “En Argentina hacemos muy buen té y de muy buena calidad”, dice sin dudar.

“En mi caso, es una pasión que surgió hace mucho tiempo, desde que era niña, en Cañadón Seco. A mí siempre me gustó juntarme con mis amigas del barrio a jugar y preparar el té y lo hacía de una manera muy mágica, muy lúdica. Era inventar una taza de té con ladrillitos, hacer una ronda, siempre atender, contar historias y cantar. Fueron pasando los años y a los lugares que iba me gustaba; no solo probaba las bebidas del lugar sino algo que lo diferenciara y el té me comenzó a gustar en hebras”, cuenta sobre cómo fue surgiendo todo. 

A Flavia la vida la llevó por Macaé y Río de Janeiro, Brasil. Allí conoció el chá brasileño, (así se dice ‘té’ en portugués) y encontró sabores muy diferentes a otros que había probado. También, alguna vez estuvo en Chile y la cautivaron los aromas que se consiguen en el país vecino. Pero fue en Buenos Aires donde descubrió que quería aprender mucho más sobre Camelia Sinensis, la planta del té. 

“Fue una tarde cuando acompañé a mi hijo que entraba a primer año de la universidad. Me acuerdo que pasé por una casa de té, me senté a escribir y me trajeron una tetera con unos cuenquitos. Algo resonaba en mí y el esplendor de los aromas fue mágico. Ahí me terminé de enamorar del té y dije ‘quiero aprender a conocer, a investigar’”. 

Flavia eligió capacitarse, primero en “El Club del Té” con Victoria Bisogno para ser sommelieres y después en “El mundo del té” de Mónica Escobar. 

Flavia es una amante del té y ahora quiere difundir el potencial de las hebras argentinas.

La comunicadora se considera una amante del té y una sommelier de té en formación. Está dando sus primeros pasos en este mundo, pero tiene un objetivo claro: la promoción y difusión del té argentino.

“Yo le quiero aportar al mundo y acá en Argentina tenemos las bondades del té misionero” dice mientras sostiene en sus manos hebras de té negro tostado de Colonia Guaraní. “La materia prima que tenemos acá en Argentina es muy buena y no es tan conocida. Pero soy una convencida que somos un país bendecido y, así como la yerba mate es muy rica, el té también es muy rico y sus beneficios son infinitos, pero siempre estamos con esa mirada del té chino, el té japonés, y en Argentina hacemos muy buen té y de muy buena calidad”. 

Té argentino, en hebras, desde Misiones a Comodoro. "En argentina hay muy buena matería prima", dice Flavia.

El año pasado, la comodorense quiso ir tras la huella de esa infusión y estuvo en la primera Expo del Té que se realizó en Misiones en homenaje a los 100 años de la llegada del té a la provincia. El evento la deslumbró, no solo porque conoció un sinnúmero de blends, sino también porque estuvo en contacto con cada uno de los eslabones de la cadena de producción de esta noble infusión. 

“Fue algo increíble. Estuve en contacto con los cosechadores, los dueños de los teales, la gente que emprende algo tan pequeño en su propia finca con pequeñas hectáreas de té, que luego se comercializan y llegan a tu mesa. Este año volví a ir y lo más lindo es la gente que conocés, la diversidad de blends y aromas que encontrás, porque estás en contacto con los emprendedores, ceramistas, quienes hacen cuencos, los que hacen blend y los dueños de hectáreas que te cuentan cómo trabajan. Eso es lo más lindo, se hace una red de gente unida por una misma pasión”.

En Misiones Flavia visitó teales y estuvo en contacto con quienes cultivan Camelia Sinensis, la planta del té.

Mientras habla, Flavia comparte diferentes tipos de té. Está el negro tostado con un aroma y un color particular; el blanco con otra textura y otras notas; y también el blend, aquel que contiene diferentes especies que permiten darle otro sabor a los aromas tradicionales que emite la planta en su forma natural. 

“Hay diferentes tipos de té pero cada uno elige el que más le gusta, porque para mí el té es a tu manera, como vos lo quieras tomar, como vos lo quieras acompañar”, dice invitando a la degustación. “En el caso de Misiones hay negros tostados, té puro en hebras, té blanco, té verde. A mí me cautiva la simpleza de la Camelia Sinensis, por cómo algo tan simple se puede diversificar entre tantos aromas y cómo una taza de té te puede transportar. Porque el té es eso: el compartir, el momento de compartir con amigos o a solas, o el poder degustar aromas y que la hebra de té se exprese de la mayor cantidad de formas posibles. Es algo que siempre vamos a tener a mano, porque agua vamos a tener y algunas hebras de té vamos a poder conseguir”.

Por supuesto, el té tiene sus secretos y sus reglas. “Hay distintas escuelas: china, la inglesa, la japonesa”, dice Flavia. “Según el tipo de té que quieras beber hay ciertas reglas que hay que cumplir y que no hay que salirse. En el caso del verde, se debe dejar reposar uno o dos minutos a 70 - 80° grados. En el caso de los negros, como es un tipo de té que lleva un proceso hasta oxidarlo, hay que dejarlo entre 4 y 5 minutos. La escuela asiática te dice que puede llegar a hervir, dependiendo el tipo de té que quieras consumir, pero lo ideal es que no llegue a hervir sino a una temperatura adecuada para que no se queme la hebra. Un poquito más caliente que el mate”, aclara. 

Flavia y el té, la infusión protagonista de esta historia.

A Flavia no se le escapa un detalle. Quiere que la degustación sea perfecta. Primero templa la tetera para que el agua caliente no caiga de golpe. Luego hace sentir el aroma de la hebra en su estado natural y, una vez que cae el agua y reposa, invita a sentir el esplendor de los aromas, previo a degustar en la boca. 

“El té también es una forma de comunicar, con el té transmitís emociones, contás historias, evocás recuerdos. Yo me quiero dedicar a difundir esto, compartir momentos e historias a través del té y que cada vez se haga más conocido por sus propiedades, porque así como está el sommelier de vinos, hay un universo de personas detrás del té y lo interesante es que nos une la misma pasión”, dice la comunicadora que encontró en el té otra forma de comunicar y ahora quiere difundir las bondades de esta infusión que en Argentina cada vez tiene más adeptos.

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