“Me acuerdo con mucho placer y mucha sonrisa de cómo crecí”, dice Matías Malet (48) cuando recuerda Rada Tilly, aquel pueblito en el que pasó su infancia y donde supo lo que era la libertad. Cuando habla de la villa, aparecen imágenes como si fuesen pequeños fotogramas de películas: aquellas tardes de cerro y bicicleta con amigos, el cansancio de la noche y la pelea con el innombrable. “Era pedalear contra el viento y avanzar tres metros”, recuerda.

Matías es el director de “No corre el viento”, una película que se presentó en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y que, de alguna forma, homenajea su infancia y ese vínculo tan cercano que tiene con Federico, su hermano. 

“Esta peli es un homenaje a la complicidad y el amor de hermanos”, dice en la charla que tuvimos en forma telefónica. “El sentido de protección, el sentido de no tener muchas cosas resueltas en la vida a nivel personal y, al mismo tiempo, estar protegiendo a tu hermano. Ese es el punto de partida; luego, los personajes y lo que los hacemos vivir es diferente a lo que vivimos nosotros, pero lo que quería contar eran esos micromundos de dos hermanos, con personalidades diferentes y una familia partida que trata de reencontrarse de la manera que puede en una Argentina que los va acorralando a no tomar muy buenas decisiones”, profundiza en relación a la trama.  

El jueves “No corre el viento” se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Foto: Archivo Matías Malet.

“No corre el viento” es la historia de Marco y Julián, dos hermanos que viven solos en Buenos Aires. Su padre, Ernesto, es alcohólico y los abandonó mientras su madre transitaba una enfermedad terminal. Desde ese momento, Marco tomó las riendas de la crianza de su hermano, un adolescente rebelde que no quiere ninguna responsabilidad. Pero con el regreso de Ernesto, los tres personajes deben tomar decisiones para cambiar su realidad, aunque no siempre serán las mejores.

"No corre el viento" es la primera película de Matías Malet.

Esta es la primera película de Malet. El director hace 15 años está inmerso en el mundo de la dirección, esa rama del arte audiovisual que encontró en su camino profesional. 

Sus inicios fueron en el Arte Dramático, vinculado a la actuación. Estudió con Roxana Randón, la madre de Leo Sbaraglia, y cuando decidió dejar Argentina y conocer la vida más allá del vínculo familiar y las fronteras, continuó estudiando actuación en México. Fue recién en Londres, donde estuvo más de 15 años, que se enfocó en la dirección teatral y, de a poco, fue cambiando su posición ante la cámara.  

“De poco la vida me fue llevando a salir de delante de cámara y meterme un poquito detrás”, dice con simpleza. 

“Yo siempre digo que la mejor universidad que tuve fue la universidad del trabajo, porque lo más importante es poder enfocarse en trabajar y aprender. Por suerte, vas encontrando mentores que te van guiando.”

Matías cuenta que comenzó co-dirigiendo publicidad, luego hizo documentales, series y poco a poco fue encontrando su lugar en la industria. En Londres hizo un formato que llamó “Homónimo”, donde jóvenes emergentes que vivían en esa ciudad mostraban los procesos creativos que atravesaban. Era el año 2005 y con ese trabajo se dio cuenta de que disfrutaba “mucho más teniendo una visión más grande de las historias que siendo solo una partecita de adentro”.

Ese formato luego lo emuló para Isat, el antiguo canal de cine independiente que el año pasado dejó de existir. “Urbano” se replicó en México y Colombia, siendo uno de los grandes proyectos de Matías. Hoy el mismo se puede ver en Youtube. 

"Urbanos" fue uno de los grandes proyectos de Matías. Se emitió en Isat y se filmó en México y Colombia.

“Siempre me interesó moverme en procesos creativos y, cuando sos tan chico y tenés que definirte a los 17 años, no es fácil. A mí me tocó un poco más de tiempo, pero sabía que iba por ahí: tratar de contar historias de diferentes maneras y, de a poco, te vas afinando hacia donde querés”, dice al analizar su recorrido.

Su primera película

Hace unos años, como buen director, quiso hacer su propia película y se embarcó en un largo desafío que, esta última semana, culminó con el estreno internacional de “No corre el viento”.

“Te tenés que tomar un tiempo para poder hacer un proyecto de cine”, admite al respecto. “Hacer una peli hoy en diferentes partes del mundo y más en nuestros países latinoamericanos, te diría que es un acto de fe, porque es complejo. Tenés que tener una idea, después escribir el guion y salir a buscar financiamiento. Recién ahí empezás a filmar, entonces son procesos que te pueden llevar cuatro años, pero es fascinante, porque dejás mucho en el camino, pero también tomás mucho en el camino”.

Matías comenzó su camino en el arte dramático, sin embargo, poco a poco fue cambiando su lugar frente a la cámara. “No corre el viento” es su primera película. Foto: "No Corre el viento".

Para Matías, el proceso no fue sencillo. Con la pandemia de por medio, el proyecto se retrasó y tuvo que levantarse. Sin embargo, todo fluyó y llegó a buen puerto. “Tuve un equipo fantástico, nadie puede hacer cine solo y tuve la suerte de juntar a un montón de gente con talento y muy dedicada a esto”, dice agradecido.

“Nosotros vemos la película y nos provoca orgullo, pero nuestra única expectativa es que conecte con la gente, que la gente se mueva, que se quede pensando, que la película conecte con el espectador y que podamos aportar, desde un ángulo diferente, una visión”. 

“Tuve un equipo fantástico, nadie puede hacer cine solo", dice Matías Malet, agradecido del equipo de trabajo que lo acompañó. Foto: "No corre el viento".

El jueves, la película se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con dos funciones, y el viernes tuvo una tercera. Para Matías, fue todo un éxito. “Poder estrenar la peli en el festival es un placer. La gente está muy metida, tratando de apoyar el cine nacional, y nosotros queríamos entender un poco cuál era la aceptación que tenía la peli. Por suerte, la peli conecta y eso es lo más importante para nosotros”.

Ahora, su objetivo es estrenar la película en Argentina. Su idea es que sea en marzo y tener también un estreno en Comodoro Rivadavia, aquella ciudad vecina a la villa que lo vio crecer; el lugar donde conoció la libertad, selló sus vínculos y experimentó el viento que a veces corre como un obstáculo y a veces impulsa.

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