“Toda la primaria la hicimos en Francia. Veníamos acá todos los inviernos y todos los veranos y nos quedábamos con nuestros abuelos y la familia. Y en la secundaria llegamos a Argentina y fuimos a Cholila, donde me recibí de técnico agropecuario”. Quien habla es Inca Pagny, un artista urbano franco argentino que este último mes le dio otro toque al Centro de Comodoro Rivadavia. Un Gardel sobre la pared de un edificio de Italia y Rawson, que se ve desde distintos puntos de la ciudad, incluso desde el mirador del Chenque; es su primera obra en la urbe que siente como propia. 

Inca es hijo de Azucena Caamaño, la comodorense que fue "Miss Siete Días" y top model en las pasarelas del mundo, y Florent Pagny, el famoso cantante francés que supera los 10 millones de placas vendidas en Europa y ha grabado con grandes estrellas del mundo. 

El artista nació en Francia, en marzo del 96, pero lleva una vida ligada a la Patagonia, entre Comodoro y Cholila. Por estos días se encuentra viajando por el interior de la provincia junto a Dimitri, un amigo y artista francés con el que creó Dimka, el dúo artístico que lleva adelante “Proyecto Patagonia”. La iniciativa tiene por objetivo plasmar murales en diferentes puntos de Chubut, desde Comodoro a Esquel. 

Inca (derecha) junto a Dimitri, su amigo, con quien realiza el proyecto Patagonia. Foto: Ael Pagny.
Inca (derecha) junto a Dimitri, su amigo, con quien realiza el proyecto Patagonia. Foto: Ael Pagny.

PINTAR, CRECER, CONOCER

Esta última semana, Inca junto a Dimitri y Ael -la otra hija de Caamaño y Pagny- recibieron a ADNSUR en el piso del Gardel. Allí contaron parte de su historia, el camino recorrido juntos y lo que viene en el marco del Proyecto Patagonia. 

Inca no parece francés, su forma de vestir, sus rasgos y su forma de hablar son más las de un chico de Comodoro Rivadavia. Él también lo siente así. “Para mí, yo soy argentino. Siempre que teníamos vacaciones veraneamos acá, siempre fue así. Además, a nosotros nos encanta, yo tengo mis amigos acá, entonces cada vez que venimos es para estar con familia y amigos. Así que soy argentino, medio, pero lo soy”, dice Inca entre risas con un perfecto español. 

La primera vez que Inca pisó el país tenía solo 6 meses. Su madre que ya vivía en Francia, donde conoció a Pagny, y decidió viajar a la Patagonia para que sus abuelos conozcan al pequeño. Fue en ese viaje que la familia selló para siempre su amor con la Patagonia. Su padre se enamoró de Chubut y poco tiempo después compró un campo en Cholila, el lugar que se convirtió en su casa en Argentina. 

Inca, como cuenta, hizo la primaria en Francia y la secundaria en una escuela de ese pequeño poblado, donde se recibió como técnico agropecuario. Así, dividió su vida entre Argentina y Francia, hasta que en pandemia decidió regresar a su país de origen. 

Ese viaje sería el inicio de Dimka, el proyecto que encaró junto a aquel chico que conocía de la primaria y que volvió a encontrar de grande. “Aún nos cuesta resolver cómo nos conocimos”, dice Inca al explicar cómo inició la amistad entre ellos. “Si bien nosotros íbamos a la misma primaria en Francia, él tiene un año menos. Nos conocíamos de vista. Pero cuando estaba en la Facultad, yo volvía de vez en cuando a Francia y una vez me invitó a salir a dar una vuelta en moto y ahí sellamos la amistad. Entonces cuando volví para quedarme, empezamos a juntarnos más. Se nos dio la idea de hacer un graffiti juntos, nos gustó, hicimos más y más, y así empezamos a trabajar”.

Cuenta Inca que en su caso siempre le llamó la atención el street art, los grafitis que incluso tiene pintado sobre su portón, y que era una cuenta pendiente pintar aquella pared del costado de su casa. 

Por eso, cuando el dúo llegó a Comodoro a fines de octubre, decidió convertir aquella pared de cemento en una obra de arte, siendo Carlos Gardel el protagonista del mural por una sencilla razón. “Cuando Dimitri llegó a Argentina nos quedamos unos días en Buenos Aires. Recorrimos la Boca, vimos toda la cultura del tango y fuimos al museo de Gardel. Allí descubrimos que nació en Toulouse, una ciudad de Francia, entonces dijimos ‘bueno, hagámoslo, porque es un ícono argentino’. Fue algo muy lindo, porque solo habíamos hecho la silueta, solo estaba el fondo blanco y se veía la forma de lo que sería Gardel, pero la gente pasaba y nos decía ‘che es Gardel’. Hace 87 años que murió y gente de nuestra edad lo conoce, está bueno”, reflexiona. 

Dimitri junto a Inca frente al Gardel de Italia y Rawson. Foto: Ael Pagny.
Dimitri junto a Inca frente al Gardel de Italia y Rawson. Foto: Ael Pagny.

El 14 de octubre comenzó la pintura del Gardel. Durante cinco días trabajaron día y noche para poder plasmarlo sobre la pared. Se trata de su primera obra vertical de esta envergadura. Para hacerlo tuvieron que montar sobre el techo de un vecino un andamio de cuatro cuerpos. Luego prepararon la pared con una capa protectora que le da fondo blanco y posteriormente marcaron la silueta. 

Con esos tres pasos la gente ya conocía a Gardel. Tocaban bocina desde la calle, los saludaban y anticipaban de alguna forma lo que representaría la obra para la ciudad. Cuenta Inca que todo el azul fue pintado con rodillo y pincel, al igual que el traje del cantante. El resto es todo aerosol. Por suerte el clima acompañó. 

“Esta es la pared más grande que hicimos hasta ahora. Hicimos el techo del National Hotel, uno de los hoteles históricos de Miami, pero es el primero que hacemos vertical. La verdad es que es algo que vengo planeando desde los 15 años, porque esta pared siempre fue media fea. Quedaban algunos fierros que salían, el revoque estaba mal hecho y nos preguntamos cómo vamos a empezar el viaje en Argentina. Pero la verdad que es lindo haberlo logrado, haberlo hecho con un amigo, que él pueda conocer Argentina, porque es su primera vez en la Patagonia, entonces poder decir que hicimos juntos esto, es hermoso. Está re bueno”. 

El Gardel desde el cerro Chenque. Foto: Ael P.
El Gardel desde el cerro Chenque. Foto: Ael P.

El Gardel solo es el primer paso de su camino artístico por Argentina. Pocos días después llegó el turno de Camarones, donde pintaron otro mural que sintetiza de mejor manera lo que también buscan con este proyecto: el intercambio cultural entre el dúo y la comunidad. “El proyecto en Argentina es pensar 7 murales más en el desierto y la cordillera”, dice Dimitri con el poco español que aún conoce. “Comenzamos con una pintura en Camarones, en una escuela. Hablamos con los niños de esa particular región. Ellos viven con el océanos, el mar, entonces es un mural que representa la vida de los niños en Camarones con la zona oceánica, porque lo que queremos es compartir con más gente, la cultura y las pinturas”. 

Del Instagram de dimka.crafts

Por estos días, el dúo ya se encuentra recorriendo la provincia. El objetivo es pintar en la Meseta, Piedra Parada, Esquel y terminar en Cholila, en la Cordillera en Chubut. Los chicos son acompañados por Ael, quien realiza las fotografías y los registros audiovisuales que luego le darán forma a un documental que plasmará el recorrido realizado, porque como dice Inca, “la idea es hacer murales y seguir creciendo como artistas”. 

“Este tipo de desafíos nos hacen crecer y nos gustan porque cada vez aprendemos un poquito más de nosotros y de lo que hacemos”. Para Chubut, por supuesto que también suma, y ni hablar para Comodoro, la ciudad que ahora tiene su propio Gardel en una pared vertical que se puede apreciar desde el Chenque, el ícono de una ciudad que cada vez suma más pinturas y arte.

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