“Mi origen es Laprida. Yo nací acá y amo mi barrio; para mí es todo”. Ofelia Díaz de Rivas (66), en cuanto comienza la entrevista, deja entrever lo que significa el barrio para ella: ese sector de Comodoro Rivadavia donde hace 40 años inauguraron Galaxia, la primera y única panadería que sobrevive en el barrio del equipo verdolaga. 

Ofelia está orgullosa de estas cuatro décadas de atención, no solo porque los 40 años hablan de la historia del comercio, sino también porque cada día vecinos de diferentes sectores los siguen eligiendo y todo lo hacen en familia. En la panadería trabajan sus tres hijos: Eduardo, Silvana y Martín Sebastián, además de sus nietos y Laura, su nuera. Por supuesto, alguna vez también trabajó el recordado Carlos Guillermo Rivas, más conocido como “Cacho”, el marido de Ofelia, quien fue técnico de Laprida y Ciudadela, y también presidente del club verdolaga.

Galaxia es una panadería familiar. La inauguraron Cacho Rivas y Ofelia hace 40 años y hoy ella sigue junto a sus hijos y nietos. Foto: ADNSUR.
Galaxia es una panadería familiar. La inauguraron Cacho Rivas y Ofelia hace 40 años y hoy ella sigue junto a sus hijos y nietos. Foto: ADNSUR.

Una familia del barrio

La historia de la familia Rivas es de corazón verde. Ofelia y Cacho nacieron en barrio Sarmiento, pero su lugar en el mundo siempre fue Laprida. En el caso de él, llegó cuando se casó con ella. Ella, en cambio, cuando nació y sus padres decidieron mudarse a ese barrio donde estaba todo por hacerse. 

“Mis papás vivían en barrio Sarmiento, pero cuando yo nací se vinieron a vivir a Laprida, o sea que yo soy oriunda de Laprida”, dice Ofelia con orgullo. “Era todo distinto. Donde está la plaza era una laguna que sabía congelarse y nosotros solíamos jugar ahí cuando salíamos del colegio. Y acá no había nada, esto era una quinta, la quinta de Ivanovich, una quinta grandísima que después fueron vendiendo”.

Ofelia creció en la calle Colombia, en el gran mallín, que aún hoy muchos recuerdan. En su adolescencia, su familia se mudó a la zona de las calles Alaska y Acapulco, donde en la actualidad hay una mercería. Fue en esa época que conoció a Cacho, en aquellas salidas a los bailes vecinales que se hacían en el barrio 62, hoy conocido como Castelli, y en el barrio Sarmiento.

“Éramos todos amigos”, dice con nostalgia. “Íbamos un grupo de varones y mujeres caminando. Me acuerdo de que bailamos afuera y era todo tierra. Se hacían unos carnavales hermosos. No había celular, pero nosotros nos juntábamos igual y nos íbamos; siempre las mujeres adelante y los hombres atrás, que nos iban custodiando. El que mandaba la batuta decía: ‘A tal hora nos vamos’ y nos íbamos todos juntos”, recuerda Ofelia. 

Cuando conoció a Cacho, ambos tenían 14 años. Eran chicos, pero tres años después decidieron casarse. Eduardo fue el primero en llegar y luego sería el turno de Silvana. Por ese entonces, él ya trabajaba en los talleres de YPF, donde hoy está Metrapet, y ella, sin saberlo, daba los primeros pasos de su emprendimiento. La hija del medio lo recuerda con orgullo. 

“Nosotros éramos chiquitos y ayudábamos a vender pan. Mi mamá amasaba con un horno chiquito y después salíamos con una canastita a vender, casa por casa, los tres. Mientras mi papá trabajaba, ella se hacía el tiempo para que saliéramos a vender y atendernos a nosotros para el colegio. Era lindo”.

Ofelia y Cacho en su juventud. Se conocieron a los 14 y tres años después se casaron. Foto: Archivo familiar.
Ofelia y Cacho en su juventud. Se conocieron a los 14 y tres años después se casaron. Foto: Archivo familiar.

A Ofelia le va bien con su emprendimiento, en aquellos tiempos en que esa palabra ni siquiera se sabía lo que era, y el papá se dio cuenta de que una panadería podía ser una buena oportunidad para generar un ingreso extra. 

“Me acuerdo que un día mi padre dijo: ‘en este terreno vamos a hacer la panadería’. Y así empezamos, era un lugar chiquito. Cuando comenzamos no había nada, hasta la red de gas tuvimos que traer desde la calle Colombia. Solamente había un vecino, el de la parte de arriba, y estaba la comisaría; la plaza recién se estaba armando. La capilla recién estaba iniciando, era nuevita". 

“En esa época se vendía mucho la cremona”, recuerda la panadera. "El pan de salvado, que ellos decían pan negro. También muchas facturas, porque con el pan fuimos entrando de a poco. Antes se hacía mucho pan en casa y las familias, de a poco, fueron cambiando su consumo.”

A Ofelia siempre le gustó la panadería y terminó convirtiendo su venta casa por casa en un comercio con 40 años de trayectoria. Foto: ADNSUR.
A Ofelia siempre le gustó la panadería y terminó convirtiendo su venta casa por casa en un comercio con 40 años de trayectoria. Foto: ADNSUR.

Silvana recuerda que eran tiempos de reparto y amasado en el pequeño local de 6 x 9. Su madre se encargaba de la administración y la atención de la panadería, y ellos ayudaban entre el colegio, las tardes de juegos y el cierre de persiana. Sí, porque la vida para los comerciantes de barrio siempre pasa entre clientes, preventistas y todo lo que conlleva la organización de un local. 

Así, poco a poco, la panadería fue creciendo. Con orgullo, Ofelia cuenta que tiene empleados de más de 30 años, como Pablo Mamami y Santiago Barrionuevo, pasteleros y panaderos que trabajan 30 y 28 años con ellos. Toda una vida. 

“Eso es algo que me llena de orgullo”, dice con alegría. El otro día escuchaba que una de las chicas le preguntaba a Pablito: ‘¿Pablo, vos cómo aprendiste?’. Y él le dijo: ‘No, yo todo lo que sé me lo enseñó la señora’. Él me dice así: ‘Ella me enseñó, me mandó a hacer cursos, también me permitía ir a otras panaderías a hacer changas, pero todo lo que yo aprendí, finalmente, me lo enseñó ella’. Uno a veces no dimensiona esas cosas y es lindo.”

Ofelia y sus hijos junto al equipo que los acompaña en el día a día. Foto: ADNSUR.
Ofelia y sus hijos junto al equipo que los acompaña en el día a día. Foto: ADNSUR.

Sus hijos también aprendieron el oficio como ella, y luego sus nietos, quienes se sumaron al negocio familiar en los últimos años, tras haber trabajado en otros rubros.

“Todos nos criamos así y nuestros hijos se criaron igual, porque todos seguimos ese camino”, dice Silvana. “Mis hermanos y yo nos criamos de esa manera. Mi vieja laburaba y se hacía el tiempo para cocinarnos, para hacer la tarea acá al lado, porque es un trabajo muy demandante y nosotros lo hicimos con nuestros hijos, que hoy siguen el legado”.

Los Rivas hicieron de la panadería un rubro familiar. Foto: Archivo familiar.
Los Rivas hicieron de la panadería un rubro familiar. Foto: Archivo familiar.

De panadería a rotisería en medio de la crisis

Con sus 40 años encima, Galaxia ha pasado por todas las crisis que tuvo el país: la hiperinflación de Alfonsín, la crisis de 2001 de De la Rúa y también la crisis de Menem, cuando mucha gente se retiró de YPF. Comodoro sintió el golpe. "Fue duro, pero acá estamos", reconoce Ofelia.

Precisamente, en una de esas crisis, la panadería dio un giro que le permitió seguir creciendo. Silvana estaba embarazada de su hijo más pequeño y decidió emprender en el rubro de rotisería, lo cual costó mucho.

“La gente es muy tradicional acá, entonces nos costó que entrara un poquito. Empezamos de a poquito con sándwiches de milanesa, que hoy lo elogian por las redes y, como me gustó, me metí a estudiar gastronomía. Después se sumó Mica Carrizo, que hace 15 años trabaja con nosotros, y hoy hacemos de todo, desde sándwiches hasta empanadas, porque una vez que empezamos, no paramos nunca más.” 

Silvana, entre risas, cuenta que siempre le dice a su hijo que llegó con el pan bajo el brazo, porque la apertura de un nuevo rubro ayudó mucho en su momento. Así, hoy todo pasa por los dos rubros. Incluso el cartel exterior lo dice: Panadería y rotisería Galaxia, y todo lo hacen en familia.

“Tengo 8 nietos y todos trabajan. Mi nieta mayor se dedica a la panadería artesanal, mi otro nieto se dedica al reparto y mi otro nieto, el mayor de todos, es cocinero; por la noche cocina todo lo que es pan. Mis otras nietas son chicas todavía, pero el legado continúa”.

Ofelia junto a sus hijos y nietos. Foto: Archivo familiar.
Ofelia junto a sus hijos y nietos. Foto: Archivo familiar.

El legado continúa

En 2022, en plena pandemia, la familia sufrió un duro momento: la partida de “Cacho”, quien fue víctima del Covid. Silvana admite que fue un momento muy duro, pero entre todos pudieron salir adelante. “Un día mi papá se descompuso y no lo vimos más, pero teníamos compromisos que cumplir porque trabajamos mucho con escuelas y deporte. Mi papá se enfermó y teníamos una llamada una vez al día, si la teníamos. Era así en ese tiempo y tuvimos que seguir trabajando, tener la fuerza para hacerlo, pero eso sucedió porque mi familia estaba toda unida.”

Ofelia coincide con ella y cree que ese fue el quiebre que hizo que sus nietos se volcaran al comercio familiar. “Yo creo que ese fue el momento en que mis nietos dijeron: ‘tenemos que seguir adelante por el abuelo’, porque él era todo para mis nietos”.

Lo cierto es que hoy muchos recuerdan a Cacho, y sus hijos y nietos son testigos de ello cuando van a algún comercio a dejar pan. “Es un mimo al corazón”, reconoce Silvana, “porque en todos lados lo conocen a mi viejo; en toda la zona norte, donde preguntes, lo conocen, y la verdad es que es un orgullo para nosotros”.

La parrilla de Cacho, como reza el cartel en el local, aún sigue vigente. Todos los viernes, Martín, el menor de los hermanos Rivas, hace pollo a la parrilla y la gente hace fila para retirar "el pollo del crack", dice Ofelia. Por supuesto, otros siguen eligiendo la panadería, desde el combo salado hasta las facturas. 

Las facturas de Galaxia, un clásico de barrio Laprida. Foto: ADNSUR.
Las facturas de Galaxia, un clásico de barrio Laprida. Foto: ADNSUR.

La comerciante reconoce que el local siempre ha ido creciendo y hoy, en su 40.º aniversario, está en su mejor momento, algo que la enorgullece. “Para mí, esto significa todo, es importantísimo, porque además es acá en el barrio que amo. Veo que año a año vamos creciendo, porque siempre hacemos comida navideña y cada vez se vende más, y eso es importante porque quiere decir que nuestro trabajo es bueno. Además, de marzo a noviembre siempre nos llama algún colegio nuevo que dice: ‘nos recomendó tal persona’, ‘qué producto bueno que tenés’, y para mí es todo. Así que estoy muy agradecida al barrio, a los colegios que trabajan con nosotros, a zona norte porque también tenemos muchos clientes de Palazzo, Kilómetro 11, Kilómetro 8 y Ciudadela. No nos expandimos a zona sur porque no nos da, preferimos cumplirle a los vecinos; algún día será, pero por ahora no.”

Por supuesto, Ofelia quiere que la persiana siga siempre abierta, por el esfuerzo que hicieron ella y su marido, así como sus hijos, para mantener y hacer crecer el local: la primera panadería de Laprida, un negocio familiar que forma parte de la historia del barrio.

Panadería "Galaxia" del barrio LAPRIDA cumplió 40 años de vida
ADNSUR está certificado por CMD Certification para la norma CWA 17493 de JTI, octubre 2024-2026. Ver más
¿Querés mantenerte informado?
¡Suscribite a nuestros Newsletters!
¡Sumate acá 👇🔗!
Recibí alertas y la info más importante en tu celular

El boletín diario de noticias y la data urgente que tenés que conocer